¿Qué es más importante sobre las ideas? ¿Que se puedan aplicar, que se puedan reproducir o que se pueda innovar?
(Motivado por comentarios sobre el nuevo libro de @mattwridley Matt Ridley How Innovation Works: And Why It Flourishes in Freedom, y por ideas típicas de la Escuela Austriaca de Economía sobre la innovación, especialmente la disruptiva, y la empresarialidad).
La innovación es muy importante para el progreso humano: tanto a nivel individual como colectivo, permite inventar o descubrir nuevas ideas, nuevas formas de pensar y de hacer cosas, nuevos bienes y servicios, y además mantener y copiar esas ideas, y generar otras nuevas, sin necesidad de buscar desde cero.
El espacio de posibles nuevas ideas es o parece ser enorme, a efectos prácticos casi ilimitado, inagotable, porque estas se generan mediante mutaciones o combinaciones de otras ideas. Como además las ideas son bienes no rivales parece que no les afecta la escasez de lo físico. ¿Es la innovación potencialmente ilimitada? ¿El optimismo al respecto está justificado o puede ser algo ingenuo?
Los números gigantescos que produce el análisis combinatorio (variaciones, permutaciones, combinaciones) pueden ser demasiado llamativos y ocultar ciertos problemas. No tiene mucho sentido comparar el número de ideas posibles (gigantesco) con el número de átomos (u otros objetos materiales) del universo (gigantesco, pero menor). Uno es una cantidad de combinaciones entre elementos, el otro es una cantidad de elementos básicos sin considerar sus posibles combinaciones.
Si las ideas complejas y novedosas surgen como modificaciones y combinaciones de ideas más simples, lo mismo sucede con ciertas entidades físicas (especialmente en química orgánica y bioquímica, proteínas como secuencias de aminoácidos según recetas en ácidos nucleicos).
No existen las ideas ni el pensamiento separados del mundo físico (el absurdo y fantasmagórico mundo platónico de las ideas, del cual el mundo real sería una degeneración o reflejo imperfecto; o la res cogitans separada de la res extensa). Todo pensador es un ente físico, y toda idea, al ser representada o pensada, requiere un soporte físico, diferente si la idea es diferente, luego en realidad no hay tanta diferencia entre el mundo de las ideas y el de las cosas físicas.
No solo importa cuántas ideas puede haber, sino cuántas, en términos absolutos y relativos, son interesantes, útiles o valiosas. Si el porcentaje es muy pequeño su cantidad total puede no ser muy grande y su búsqueda puede ser muy difícil.
La auténtica innovación explora a ciegas, no solo no sabe dónde están las buenas ideas sino que ni siquiera sabe si existen o no.
La cantidad de posibles ideas interesantes disminuye mucho si se considera que muchas son equivalentes o muy parecidas, sin diferencias relevantes o con diferencias menores. Cambios pequeños (en intensidad y cantidad) pueden no notarse apenas. Hay muchas variantes de lo mismo. En algunos ámbitos las ideas realmente diferentes son escasas: en literatura hay unas pocas tramas básicas universales que se repiten y reciclan una y otra vez; en música un número limitado de sonidos, composiciones y estilos.
Que el espacio total de ideas posibles sea gigantesco no equivale a que el espacio adyacente de ideas alcanzables mediante mutaciones o recombinaciones probables desde las ideas presentes sea igualmente gigantesco.
Un espacio de posibilidades enorme implica una búsqueda enorme. Que el espacio de ideas posibles sea gigantesco tal vez no sea un hecho positivo, ya que ese espacio hay que explorarlo, y la búsqueda puede ser muy costosa. Podría haber muchas buenas ideas, pero también podría ser muy difícil encontrarlas.
Las ideas representan de forma abstracta e imperfecta la realidad, y lo que parece bueno como idea teórica quizás no lo sea en la realidad práctica. No basta con pensar ideas, hay que concretarlas, implementarlas, aplicarlas en el mundo físico real, y eso puede ser más lento, costoso y arriesgado.
La generación de nuevas ideas es en principio trivial y puede incluso automatizarse como ejercicio de combinatoria aplicada (textos, música, teorías): el problema es conseguir que tengan sentido, que sean consistentes, y seleccionarlas, filtrarlas, valorarlas, ponerlas a prueba.
Para innovar en algún ámbito suele ser necesario conocer y dominar las ideas ya existentes para trabajar a partir de ellas: como su cantidad y complejidad tiende a crecer, el innovador necesita progresivamente dedicar más recursos y tiempo al aprendizaje previo a la labor creativa. La innovación en herramientas de aprendizaje puede hacer el proceso más eficiente.
El mundo de la cultura es el mundo de las ideas: su producción, reproducción, recombinación, aplicación, evaluación. Además de ideas científicas o tecnológicas hay ideas sociales, políticas, morales, artísticas.
Hay ideas internamente inconsistentes, contradictorias, o incompatibles con otras ideas. No todas las ideas sobreviven por sí mismas o en coexistencia con otras.
No solo hay ideas neutras, buenas o mejores. También hay ideas falsas, incorrectas, engañosas, falaces, basura, tóxicas, nocivas. Las nuevas ideas pueden ser malas, costosas, peligrosas. Aunque hay malas ideas que parece que nunca mueren, las ideas antiguas han podido ser probadas o criticadas. Copiar puede ser más barato y seguro.
Nuevas ideas pueden llevar a la destrucción de sus creadores o portadores: sectas suicidas, armas descontroladas.
Hay fuerzas a favor de la innovación: la curiosidad, el deseo de originalidad, las señales honestas costosas de ser especial, los incentivos de las ventajas competitivas. Sin embargo la gente tiende a enamorarse de sus ideas, a cogerles cariño; las ideas se atrincheran en la mente; la gente se define a sí misma e indica su estatus y reputación (intelectual, social) por sus ideas; mucha gente suele tener intereses establecidos en cómo funcionan las cosas y prefiere que no haya cambios; las ideas absurdas se utilizan como señal honesta costosa de pertenencia leal a un grupo. Cambiar de ideas es difícil, tanto por uno mismo como por los demás.
La verdad, corrección o utilidad de las ideas no son los únicos factores para su aparición o supervivencia. En cierto modo las ideas tienen vida propia: no las tenemos sino que nos tienen (memética).
Ciertas ideas pueden servir como referencias estables, instituciones o patrones coordinadores de la cooperación social: innovar demasiado, o demasiado rápido, puede resultar en disrupciones descoordinadoras. No conviene cambiar el lenguaje ni las leyes todos los días.
Los creadores suelen querer beneficiarse de su creación si otros se aprovechan de ella. Existen posibles conflictos sobre la producción y el uso de las ideas: reglas e incentivos como propiedad intelectual, méritos científicos, patentes, derechos de copia, problemas de plagios, marcas o nombres comerciales, secretos comerciales o militares.
¿Qué es más importante sobre las ideas? ¿Que se puedan aplicar, que se puedan reproducir o que se pueda innovar?
1 Comentario
Freeman Dyson falleció
Freeman Dyson falleció recientemente.
Aquí un breve clip: https://www.youtube.com/watch?v=8lK38HGTElg
Habla de algo que no es su especialidad: que debía haber células sin núcleo, capaces solo de realizar el metabolismo, y que el núcleo (y el DNA sería una polimerización de ATP) proviene de una invasión parasítica a la célula. Así pues, siguiendo a Margulis y a los cinetíficos soviéticos, Dyson va más lejos en las conjeturas que existen sobre el origen simbiótico de la célula.
Parece ser que, en contra de la propaganda habitual, no todos los soviéticos eran tan cafres como Lysenko.
Creo que algo más importante que la aplicación, la reproducción o la innovación es la ausencia de censura, en cualquiera de sus formas (de las más institucionales a las más personales).
Y creo que no hay mayor forma de censura que el igualitarismo.
Sin censura no hay instituciones, y sin estas el prestigio y la honra pierden mucho lustre. En libertad, los científicos tendrán que conformarse solo con el dinero.