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Socialismo: el temor acallado de Karl Polanyi

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En el artículo anterior sobre Karl Polanyi, hemos demostrado que el autor de La gran transformación (1944) opinaba que las medidas del New Deal y del One Nation sirvieron adaptarse a la gran transformación (p.358), pero el fascismo y socialismo engendraron una especie de gran transformación de carácter claramente social, trascendiendo la esfera económica (p.375). De hecho, para Polanyi el socialismo representa la transformación completa. El estado final ideal es el socialismo con la propiedad comunitaria de los medios de producción y con la planificación estatal.  

Polanyi creía que es posible construir un Estado socialista planificador capaz de garantizar tanto la planificación como la libertad individual por medios democráticos. Para el, el socialismo fue „ante todo la tendencia inherente a una civilización industrial para transcender el mercado autorregulador subordinándolo conscientemente a una sociedad democrática” (p. 367).

Sin argumentos frente a Ludwig von Mises

Polanyi creía en el socialismo a pesar de que conocía muy bien los contraargumentos de Mises (1920), y de que en el debate sobre calculo con Mises sentía que no tenía argumentos suficientemente solidos para defender el proyecto socialista (Dale 2010, pp.81-2). También tenía amplia información sobre el terror del Stalin. Se sabe que Karl Polanyi y su hermano Michael discutían mucho entre ellos sobre el terror del régimen estalinista, sobre todo porque uno de sus familiares también estaba siendo objeto de persecución. Michael sentía una profunda indignación porque Karl defendía el sistema de justicia soviético en sus debates (Dale 2016, 90-91).

Los argumentos de Mises y los crímenes inhumanos del régimen estalinista no fueron suficientes para sacudir sus sueños socialistas ni para hacer que se opusiera abiertamente al régimen. Polanyi declaraba que “Rusia … apareció́ entonces como el representante privilegiado de un nuevo sistema que podía reemplazar a la economía de mercado.” (p.385) y el socialismo ruso era “una inspiración para los trabajadores de Occidente”.[1] Incluso escribió una frase condenatoria sobre los saboteadores antisoviéticos de Ucrania, calificándolos ellos como pseudo-revolucionarios fascistas (p. 373).

La quimera de la libertad en una economía planificada

Sin embargo, el texto de La gran transformación es el testigo de un temor acallado. Polanyi ha apuntado que las circunstancias especiales de Rusia hacían única la práctica del socialismo ruso (p.368). Esta afirmación es un velado distanciamiento del socialismo existente. Unas páginas más tarde, adopta un lenguaje más fuerte y señala que el socialismo es dictatorial en Rusia y que, aunque la Unión Soviética había implementado “la planificación, la reglamentación y el dirigismo, no ha puesto en práctica todavía las libertades prometidas en su Constitución y, según opinan los críticos, no lo hará́ posiblemente nunca.” (p. 400). A pesar de su cautela, finalmente, Polanyi dio su aprobación afirmando que oponerse a las reglamentaciones significa oponerse a la reforma (ibid. 1944, p. 400).

Polanyi, si hubiera sido honesto y fiel a su propio modelo teórico, habría tenido que poner a la Unión Soviética en la categoría del fascismo. Ya que, según él, el fascismo y el socialismo no están separados por cuestiones de gobernanza económica sino por la relación con la libertad (p. 403). Pero el régimen estalinista le afectó más profundamente de lo que expresó en su libro. El cambio velado en el marco interpretativo del capítulo final de La gran transformación sedebe probablemente a este temor acallado.

Reconoce el conflicto entre Estado y sociedad

Temiendo las consecuencias del ilimitado poder tiránico del Estado planificador centralizado, la principal preocupación de Polanyi pasa a ser cómo asegurar la libertad individual frente al poder preponderante del Estado. La misma preocupación que era la preocupación de los pensadores liberales clásicos en los siglos XVIII y XIX cuando enfrentaron con el absolutismo real. Ellos eran el blanco de las críticas de Polanyi hasta ese momento. Los más importantes cambios de pensamiento del Polanyi son los siguientes.

La característica más importante de la sociedad postcapitalista, analizada en el último capítulo del libro es que será una sociedad compleja, igual que el difamado capitalismo liberal. Así pues, el socialismo no restaura el orden social no complejo; la totalidad natural de la sociedad y la economía que había utilizado como punto de referencia en su crítica del capitalismo liberal del siglo XIX. Esto implica que el poder del Estado es, en cierto modo, diferente al de la sociedad, y que, en consecuencia, pueden producirse tensiones entre el Estado y la sociedad. Estas características no las había contemplado Polanyi en los capítulos en los que analizaba el papel del Estado hasta este momento.

Cuando despertó, el Estado seguía ahí

En segundo lugar, Polanyi replantea el papel del Estado intervencionista. Antes del último capítulo, imaginaba el Estado proteccionista como una institución beneficiosa. Protegía a las personas de los mercados y mantenía la estabilidad. No se planteó el papel coercitivo del Estado, lo que no es sorprendente dado que infravaloró el papel de la explotación y la servidumbre en las sociedades precapitalistas.

Polanyi había descrito el crecimiento del poder del Estado intervencionista como un fenómeno claramente positivo en la segunda mitad del siglo XIX, mientras que culpaba a los mercados de todos los males de la sociedad. Esta percepción benévola del Estado apuntaló su búsqueda de un papel aún mayor para la planificación estatal. El punto final de su gran arco de progreso es la reinstalación del papel regulador integral del Estado.

Inesperadamente, sin embargo, el problema de la coerción aparece en el pensamiento de Polanyi justo cuando llega a su modelo ideal de Estado dominante socialista. El fenómeno de la coerción era un elemento que faltaba por completo en su gran narrativa esbozada en los primeros capítulos del libro. Esta vez, sin embargo, conociendo los horrores del estado planificador socialista estalinista, Polanyi no pudo evitar cuestionar que un estado omnipotente[2] puede ser enemigo de la libertad.

Una reconsideración del individualismo

En relación con su nueva preocupación por el Estado represivo, la principal preocupación de Polanyi pasa a ser la preservación y salvaguarda de las garantías de la libertad individual. Hasta el último capítulo, la principal acusación de Polanyi contra el capitalismo liberal era que destruye el arraigo de los seres humanos, y termina la vida y estabilidad comunitaria. La importancia de la libertad individual no se menciona en absoluto en el libro hasta el último capítulo. Por el contrario, el individualismo aparecía como una consecuencia negativa del capitalismo liberal. La posición de Polanyi era que la autonomía individual es incompatible con el bien mayor de una comunidad cohesionada y que la ganancia individual solo beneficia a los egoístas que viven una vida cómoda.

En el último capítulo, Polanyi no sólo evoca la importancia de la libertad individual y la teme frente a las injusticias del Estado coercitivo, sino que reconsidera el origen del individualismo y libertad individual. Polanyi revela que el nacimiento del individualismo, la unicidad del individuo está relacionado con las enseñanzas de Jesucristo y que el individualismo es la mayor y más importante herencia histórica del cristianismo (p. 404). También afirma que el individualismo avanzó con el Renacimiento y el protestantismo, antes del nacimiento del capitalismo liberal (p. 397).

La nueva posición del Polanyi es que el auge del individualismo y el debilitamiento de la vida comunitaria es una característica profundamente arraigada de la civilización europea, cuyas raíces se remontan a mucho antes de la era del auge de los mercados desenfrenados. En su nueva interpretación, admite incluso que el capitalismo liberal amplió positivamente la libertad individual (p. 397), una postura completamente nueva en comparación con capítulos anteriores, en los que solo pintaba una imagen negativa del capitalismo liberal y el individualismo. Claramente, esta nueva apreciación del individualismo está socavando su anterior imagen exclusivamente negativa del capitalismo liberal que culpaba únicamente a los mercados desenfrenados de la destrucción de la vida comunitaria.

Por último, declara que la sociedad socialista será también una sociedad industrial, y que es imposible volver al pasado. Lo es, aunque la humanidad aún no se haya acostumbrado del todo al mundo de las máquinas (p.391). En otras palabras, no es posible volver al mundo de una economía comunitaria autosuficiente e igualitaria. Esta había sido la vara de medir de Polanyi para criticar el capitalismo del siglo XIX hasta ese punto del libro. Ya no juega con la idea de que la extensa red de trueque sin contabilidad de los habitantes de las islas Trobriand pudiera ser siquiera un sustituto de la planificación estatal. Pero se le ocurre que sería un rival de la contabilidad del sistema de mercado más avanzado (p. 94).

Recuento de contradicciones

Con estas reinterpretaciones, Polanyi trastoca sus posiciones anteriores sobre la relación entre el Estado, las comunidades, los seres humanos y su libertad. Se encuentra en una posición nueva y radicalmente distinta de la que parecía profesar cuando esbozó su gran narrativa. Su nueva posición parte de las siguientes premisas:

  1. La vida comunitaria de las comunidades preindustriales de cazadores-recolectores son un pasado lejano, y las sociedades jerárquicas y la industrialización permanecerán con la humanidad, incluso en el socialismo.
  2. La libertad individual es un gran logro cuyo alcance fue ampliado positivamente por el capitalismo liberal.
  3. Por último, el poder omnipotente del Estado intervencionista es un peligro potencial para la libertad individual.

Polanyi también replanteó su concepto sobre el papel de los mercados y su relación con la libertad humana en comparación con los capítulos anteriores. ¡Y adoptó el modelo de mercado de Menger y Mises como garantía de la libertad! La importancia de este inesperado cambio en la posición de Polanyi vamos a analizar en la próxima entrega de esta serie.

Bibliografía

Dale, G. (2010) Karl Polanyi: the limits of the market. Cambridge: Malden, MA: Polity Press

Dale, G. (2016) Reconstructing Karl Polanyi: excavation and critique. London: Pluto Press.

Mises, L. (1920) Economic Calculation in The Socialist Commonwealth. 1990th edn. Auburn (Alabama): Ludwig von Mises Institute

Mises, L. (1944) Omnipotent Government. 2010th edn. Yale University Press.

Polanyi, K. (1944) La Gran Transformación Critica del liberalismo económico. 2007th edn. www.quipueditorial.com.ar: Quipu editorial.

Polanyi, K. (1944E) The Great Transformation. 2010th edn. Boston: Beacon Press.


[1] La traducción española del libro usa la palabra „una potencial mundial” (p. 368) en lugar de “inspiración”, la palabra que usaba Polanyi en la original versión Ingles (1944E, p. 243.)

[2] El adjetivo «omnipotente» fue tomado de Mises (1944) y no fue utilizado por Polanyi. 

Ver también

Karl Polanyi entre los posliberales. (James Rogers).

Serie sobre Karl Polanyi

¿Cuáles han sido las grandes transformaciones de la humanidad?

Cómo considerar el trabajo una categoría ficticia: Carl Menger sobre Karl Polanyi

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