La razón sin una muestra de humildad que acepte la existencia previa de un Creador acaba degenerando en posmodernidad, sofisma y barbarie.
La semana pasada falleció a los 76 años Stephen Hawking, probablemente el científico más célebre del último medio siglo. Postrado en una silla de ruedas desde su juventud por una enfermedad, la esclerosis lateral amiotrófica, que le imposibilitaba incluso el poder hablar por sí mismo, fue una figura con un eco mediático inimaginable (la física cuántica, su principal ámbito de estudio, no ofrece precisamente un contenido comprensible al común de los mortales) de no haber padecido esa incapacidad. Pero gracias a ella fue convertido en el héroe de la ciencia contemporánea.
Entre las muchas aportaciones del astrofísico británico (que no le valieron para conseguir el Nobel, dicho sea de paso), me gustaría centrarme, más allá de singularidades espaciotemporales, agujeros negros o universos paralelos, cuestiones todas ellas, decía, realmente inextricables salvo para los especialistas, en una que quizá sea la que más ha calado: la conclusión a la que Hawking llegó en sus últimas obras, y de la que participa el consenso científico, sobre la no existencia de Dios o, para ser más precisos, que las leyes de la física (y las de la química) pueden explicar el surgimiento del mundo (y de la vida) sin necesidad de un Diseño Inteligente, Yahveh en la cosmovisión judeocristiana.
Es decir, la ridículamente diminuta mente de un hombre, por mucho Hawking que fuese, ensoberbecida y endiosada, se ve capaz de dar cuenta del orbe todo a partir de una teoría, la del big bang, que viene a señalar que una gran cantidad de masa concentrada a una temperatura y una presión inasumibles para la física terminó por explotar hace 13.800 millones de años, lo que originó que a partir de ahí fueran surgiendo los distintos elementos, cuyas concentraciones dieron lugar a las estrellas, los planetas, los satélites, el cosmos, las galaxias… Esta explicación continúa, por quienes la respaldan, con que más adelante, hace 4.500 millones de años, se formó la Tierra. Poco después llegó un cometa a nuestro planeta que trajo el agua. Y en la falda de un volcán, en la sopa prebiótica, surgió la primera célula a partir de moléculas inorgánicas. Esa primera célula se convirtió en un animal bicelular y después pluricelular. Y así con el paso del tiempo apareció el primer pez, el primer anfibio, el primer reptil, la primera ave y el primer mamífero, hasta llegar al hombre.
Y todo por azar, quebrando cualquier cálculo de probabilidades imaginable y desafiando por completo la segunda ley de la termodinámica, esa que dice que todo tiende al desorden (entropía): el tiempo no contribuye a mejorar la organización de un sistema, sino a su desorganización.
El problema es que este relato (si bien Hawking se centró en el origen del universo y no en la teoría de la evolución, aunque sin duda ambos paradigmas están fuertemente intrincados por su fatal arrogancia) presenta una serie de inverosimilitudes que lo sitúan en el terreno de la pura fantasía.
En primer lugar, y en lo que al origen de la vida respecta, sabemos por el experimento de Miller que en condiciones ambientales adecuadas se pueden formar espontáneamente moléculas orgánicas a partir de sustancias inorgánicas simples. Pero esas condiciones requieren de una atmósfera reductora, esto es, de que no haya oxígeno. Pues bien, como demuestran los restos de hierro oxidado en rocas cuya existencia es anterior al surgimiento de la vida, en la Tierra ya había oxígeno en el momento en el que este relato fabuloso nos dice que apareció la primera forma de vida por generación espontánea, que deviene, por tanto, imposible, en esas circunstancias, para la ciencia. Una ciencia que, por cierto, todavía no ha podido explicar cómo llegó el cometa que nos trajo el agua.
En segundo lugar, en relación a la ingente diversidad de especies, esta suerte de versión oficial nos explica que aquella primera célula dio origen, mutación a mutación, por casualidad o mediante adaptación al medio, y millones de años después, al ser humano. Pero sabemos que en medicina las mutaciones genéticas producen muerte, enfermedad o, en el mejor de los casos, no producen nada. Las mutaciones positivas que dan pie a órganos mejorados son una entelequia. Además, no hay restos fósiles de esos eslabones intermedios por los que supuestamente han tenido que pasar todas las especies. No hay progresión en los fósiles, no hay escalonamiento: solo se observan cambios repentinos y abruptos.
Y, finalmente, en cuanto a la profunda complejidad de la carga genética, el mainstream académico no ofrece respuesta a la disyuntiva que presentan las máquinas de moléculas que componen cada célula y que únicamente tienen sentido tal y como están configuradas: o estaban ahí desde el principio (apareciendo a la vez) o nunca habrían podido funcionar. Y es que la supresión de cualquiera de las partes de esas máquinas moleculares llevaría al sistema a no funcionar.
La importancia de desenmascarar esta charlatanería dizque científica no es desde luego menor. Porque si una sola mente es capaz de ofrecer una teoría del todo desde un racionalismo que no se ve restringido por ningún límite, nos vamos a encontrar sometidos de manera indefinida al prestigio de otros científicos, los ingenieros sociales, siempre legitimados (han estudiado mucho y son los que más saben) en su pulsión por organizar violentamente nuestras vidas. Si, además, nos dejamos convencer de que el hombre es fruto del azar, un elemento más del cosmos sin ninguna trascendencia, sin que haya habido un propósito previo en forma de Diseño Inteligente, nuestra existencia va a correr el peligro de carecer de valor alguno en más ocasiones de las que nos gustaría (David Berlinski decía aquello de que es seguro que los nazis y comunistas no creían, cuando realizaban sus genocidios, que hubiera un Dios mirando al que tendrían que rendir cuentas).
En este sentido, el profesor Huerta de Soto señala, refiriéndose a F.A. Hayek, que «nunca sabremos si este agnóstico declarado, en los últimos momentos de su vida, pudo dar los pasos que son necesarios para comprender y aceptar a ese ser supremo «antropomórfico que superaba, con mucho, su capacidad de comprensión». Pero de lo que sí podemos estar seguros es de que comprendió como nadie los riesgos del endiosamiento de la razón humana y el papel clave que tiene la religión para evitarlos, hasta el punto de que, como indica Hayek en la última frase que escribió en su último libro, de esta cuestión puede depender la supervivencia de toda nuestra civilización».
Y es que la razón sin una muestra de humildad que acepte la existencia previa de un Creador acaba degenerando en posmodernidad, sofisma y barbarie. El Génesis ya nos ilustró del peligro para el hombre de querer ser como Dios, redefinir sin cortapisas el bien y el mal y, en última instancia, prescindir de Él: la caída y el pecado en los que seguimos inmersos.
92 Comentarios
Si es una fantasía pensar que
Si es una fantasía pensar que el big-bang o la evolución pudieron ocurrir sin necesidad de un creador que diseñase inteligentemente el cosmos y la vida, yo entonces sostengo que constituye una fantasía aún mayor creer que semejante ser supremo y omnipotente existe sin que, a su vez, otro creador pretérito lo haya diseñado inteligentemente, lo cual nos lleva a una regresión infinita.
O haya surgido por azar. O exista desde siempre…
Para nada se desafía el II Principio de la Termodinámica. Todos los días se forman estructuras que desafían la tendencia al desorden, al aumento de la entropía, como por ejemplo: la formación de un cristal de sal, de un copo de nieve, la concepción de un ser vivo, el crecimiento de un árbol… Sin embargo, esa «violación» del II Principio de la Termodinámica es tan sólo aparente: lo que importa aquí es que la energía aprovechable o útil es siempre creciente. O, dicho de otro modo, que la energía que se requiere para construir algo más ordenado y complejo va a ser siempre superior a la energía potencial que la posterior destrucción de ese «algo» liberaría. Y, ¿qué pasa con esa energía sobrante? Se pierde, sencillamente. Ya no es aprovechable: eso es realmente el aumento de la entropía.
Ejemplo: la energía requerida para fabricar una mesa de madera es con creces superior a la energía que esa mesa de madera liberaría al arder.
La teoría del big-bang, que veo aquí descrita con cierto escepticismo e incredulidad, fue propuesta no precisamente por un ateo, sino por un sacerdote belga, Georges Lemaître. Y hay tres evidencias que la respaldan fuertemente:
1. El corrimiento hacia el rojo de los espectros de absorción de las galaxias lejanas.
2. La radiación de fondo de microondas.
3. La coincidencia entre las predicciones teóricas de la proporción de elementos químicos en el universo y su constatación empírica.
Otro error que advierto en el texto es el que sugiere que la vida no pudo surgir en la Tierra debido a que, al precisar de una atmósfera reductora, se encontró con un entorno oxidante.
Bueno, eso no es cierto. Se especula con que la vida pudo haber surgido hace entre 3500 y 4000 millones de años. Sin embargo, la «catástrofe oxidativa» (o como se la denomine) tuvo lugar hace unos 2500 millones de años. Es decir, la vida surgió en una época en la que la composición atmosférica era bien distinta a la actual; creo recordar que, aparte de N2, como ahora, abundaban el CO2, óxidos de azufre e incluso hidrógeno libre, que acabaría escapando al espacio.
La teoría de la evolución tampoco fue propuesta por un furibundo ateo. Fue propuesta por un cristiano protestante, Charles Darwin. Y por un tal Wallace (ambos de forma independiente), éste un escéptico tal que hasta le dio una oportunidad al espiritismo para ser estudiado.
La teoría de la evolución está fuertemente respaldada por la evidencia científica: fósiles, desarrollo embrionario común de especies distintas en los primeros estadios de la gestación y, lo más importante, por el descubrimiento del ADN y las implicaciones que esto ha tenido en la taxonomía, así como la evidencia de antepasado común.
¿Que quedan cabos sueltos por atar? Por supuesto. Tampoco se sabe exactamente cuál es la génesis exacta de un tornado o de un huracán, y no por ello vamos a tirar a la basura la ciencia meteorológica en su totalidad.
Sobre la imposibilidad de que el azar conduzca a la autoorganización de formas cada vez más complejas, pues podemos leer cosas tan sorprendentes como éstas:
https://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_la_vida
https://es.wikipedia.org/wiki/Hormiga_de_Langton
Por cierto, no sólo los nazis y los comunistas descreían (como comentaba David Berlinski) que hubiese algún dios observándoles: tampoco lo creían Ayn Rand o Jean François Revel, reconocidos ateos que ningún liberal los acusará de ser ejemplos de inmoralidad.
Para terminar, podríamos hacer la siguiente analogía:
Si el azar y las leyes de la física no pueden explicar por sí solas una cosmología y una evolución biológica que precisarían necesariamente de un Creador último, de un diseño inteligente, entonces podemos afirmar también que el orden espontáneo y las leyes del mercado no pueden explicar por sí solas una economía que precisaría necesariamente de un órgano rector de planificación central, el Estado.
(Sinceramente, no creo ni la primera ni la segunda afirmación. Aconsejable, por cierto, «La teoría evolutiva de las instituciones», de César Martínez Meseguer -Unión Editorial-).
Un último apunte:
Veo que se ha aludido alguna que otra vez en el texto al «posmodernismo», acusando precisamente de actitud posmodernista a la comunidad científica. ¡No! Es justamente lo contrario: el posmodernismo es precisamente una reacción contra la modernidad, contra el progreso científico, contra esa época de la historia que arranca en el Renacimiento, sigue por la Ilustración y la Revolución industrial y eclosiona en un siglo veinte que vio nacer la Física relativista, la Física cuántica, la Era atómica y la biología moderna. El posmodernismo es una actitud reaccionaria, propia de movimientos ultramontanos y fundamentalistas cristianos por una parte, y de la llamada «nueva izquierda» por otra (marxismo cultural, Escuela de Fráncfort, etc.).
Interesante lectura para quien quiera saber qué es el posmodernismo: «El posmodernismo, ¡vaya timo!», de Gabriel Andrade (ed. Laetoli).
Quiero corregir una errata:
Quiero corregir una errata:
En el cuarto párrafo, al hablar del II Principio de la Termodinámica, digo: «lo que importa aquí es que la energía aprovechable o útil es siempre creciente».
Quise decir justamente lo contrario: lo que es creciente es la cantidad de energía no aprovechable.
Lo escribí justo al revés.
Mis disculpas.
Oscar, es cierto que el
Oscar, es cierto que el Segundo Principio no se viola realmente, pero creo que no es por la razón que das, sino porque en sistemas no aislados, es decir, que Intercambian energía con el exterior el calor desprendido al mismo compensa el orden alcanzado. En verdad la energía que se requiere para ordenar algo será siempre superior a la que su desorden liberará –si no tendríamos un perpetuum mobile-, pero eso no explica tendencias espontáneas. ¿Qué tiene que ver la energía mecánica requerida para fabricar una mesa con la química que liberaría al arder? No tienes los conceptos muy claros.
Pero bueno, entiendo por dónde vas y tienes tu parte de razón. Como también creo que la tiene don José Augusto. En el fondo no decís cosas sustancialmente opuestas, pienso.
Tiene que ver con que esa
Tiene que ver con que esa energía mecánica que yo utilice para mover la mesa está a su vez previamente almacenada en forma de energía potencial; en enlaces ATP si utilizo mi fuerza manual, o en forma de enlaces químicos en los hidrocarburos en caso de utilizar maquinaria alimentada con gasóleo o gasolina. Y tanto mi cuerpo cuando realiza esfuerzo como un motor de combustión interna cuando funciona están generando mucho calor residual que no es convertido en trabajo, puesto que el rendimiento es siempre inferior (y muy inferior) al 100% (de lo contrario se violaría el II Principio de la Termodinámica).
A eso me refiero cuando digo que, incluso al crear órdenes complejos (sean naturales o artificiales), la entropía aumenta SIEMPRE.
Perdón, quise decir fabricar
Perdón, quise decir fabricar la mesa, no moverla.
No doy una a primeras…
Si Newton levantara la cabeza
Si Newton levantara la cabeza…
Oscar, ningún estudiante de
Oscar, ningún estudiante de bachillerato aplicado te discutirá que la entropía global siempre aumente ni que los rendimientos de una máquina sean muy inferiores al cien por cien, pero sí que “la energía requerida para fabricar una mesa de madera es con creces superior a la energía que esa mesa de madera liberaría al arder” (sic) y que esa supuesta diferencia energética no aprovechable represente el extraviado aumento de entropía necesario para compensar la estructura creada. Eso es un disparate como la copa de un pino. Para empezar, la energía empleada en fabricar una mesa no se almacena en ella pero poco, como insinúas, y es totalmente independiente del calor que pueda desprender al arder o al generar una reacción termonuclear; tampoco es cierto que el orden en general degrade la energía, sino justo lo contrario (para calcarte un cerapio, chaval). Tú has oído campanas y no sabes dónde. Os reís de la fe de los demás, pero ¿qué es lo vuestro? Fe en una ciencia que no entendéis.
¿Quién se ha reído de la fe
¿Quién se ha reído de la fe de nadie aquí?
Venga, cítame. Dime dónde he faltado yo al respeto en mi réplica.
Lo que quiero decir es que cuando se habla del aumento de entropía o del grado de espontaneidad de una reacción química o proceso físico no hay que tener únicamente en cuenta el grado de orden o desorden, sino la energía libre de Gibbs.
Vale, perdona, retiro mi
Vale, perdona, retiro mi injusta descalificación debida a una irritación momentánea.
Energía libre de Gibbs, sí señor. ¿Por qué no te expresaste así desde un principio en vez de decir esas cosas que no vienen a cuento?
Ya te digo que entiendo tus matizaciones al artículo, que en mi opinión no desmienten lo sustancial del mismo: ese tipo de materialismo ensoberbecido y arrogante representado por Hawking, Dawkins y muchos otros es rechazable. Y que conste que me considero agnóstico, es decir, no niego la idea de Dios
Menos mal que me has
Menos mal que me has entendido, macho, menos mal.
A ver, no cité desde un principio la energía libre de Gibbs porque a quienes nos leen seguramente les suene a chino. Traté de explicarlo con el ejemplo de la dichosa mesa para que se entendiese, pero ya he visto que no. Pero me alegro de que al final me hayas entendido.
Y quiero añadir algo importante: mi intervención en este artículo no era para defender a Stephen Hawking, sino para rebatir el creacionismo. Y, efectivamente, el señor Hawking más de una vez ha desbarrado (a mi juicio) al meterse de lleno en el tema del catastrofismo medioambiental, el cambio climático o el peligro de una hipotética invasión alienígena.
No, amigo no, no es que al
No, amigo no, no es que al fin te haya entendido. Es que no se puede entender lo que no tiene sentido, y lo que decías al principio no lo tenía. Pero dejémoslo.
Estimo que el artículo plantea objeciones un tanto ingenuas e innecesarias a ciertos consensos científicos, cuando ése no es el problema. El problema son los científicos incontinentes que se extralimitan, que sacan conclusiones improcedentes con derivadas políticas totalitarias, y para desenmascararlos tampoco necesitamos demostrar a Dios –lo cual, por cierto, parece una irreverencia-. Nada más ridículo que un científico que crea haber demostrado la inexistencia del Señor o del monstruo de las galletas. Me quedo con eso.
Si se supone que el universo
Si se supone que el universo con toda su energía surgió de «la nada» o se «autogeneró» no entiendo esa neura con la entropía. Volvería a surgir energía de «la nada» después de un supuesto culmen entrópico total, ¿no?
Un tema muy interesante la
Un tema muy interesante la verdad. Bueno, siempre que he visto algún debate entre ateos y creyentes se suele decir lo mismo.
Unos afirman: de la nada, nada sale (citando a Pascal)
Y otros preguntan: ¿qué creó a Dios entonces?
Digamos que de la nada, nada sale (porque no puede literalmente).
La probabilidad es: 0.
Esto puede verse ya con algún ejemplo gracioso:
¿qué probabilidad hay de que te aparezca un bollycao en la palma de la mano? 0.
La tesis de Pascal por tanto no es nada descabellada.
En cuanto a la pregunta…
No tiene sentido buscar el origen del origen. Se supone que ese punto inicial sea lo que sea tiene su propia identidad y ya existía. Puede que lo que ya existiera fuera eso, no el universo. Ya que sería lo único que puede ser «atemporal» y «omnipresente».
Dios se supone que está incluso en la muerte. En todo lo que puede ser, vamos.
Pero aquí ya me pongo un poco místico obviamente.
Sobre la evolución y lo del antepasado común. No es cierto lo de Adán y Eva, eso es una fábula. Todo apunta a que lo que hay son unas condiciones planetarias comunes en diversos puntos que propician la vida humana en concreto. Y hay ciertas condiciones que sólo propician el surgimiento de otras especies.
La vida humana surgió en varios puntos del planeta, la prueba de ello fue el descubrimiento de América por ejemplo.
¿Cómo es que si todos surgieron en un mismo punto había humanos tan lejos de dicho punto? ¿cruzaron el charco antes que los colonos?
Sobre la II ley de la termodinámica, ponen el ejemplo de una vela para lo de la entropía. Lo que es obvio es que no siempre hay energía calorífica si es a eso a lo que te refieres con «aprovechable».
No creo que nadie se crea un dios cuando no es capaz de todo. Aunque bueno, haberlos ailos.
Entiendo que Hawking no creyera en Dios casi toda o toda su vida, porque hay que tener muchas ganas de ello y pocas ganas de otras cosas.
R.I.P.
Quizás la razón sea: la obsesión de Descartes, la infelicidad para unos y la traición para otros.
Cuidado: la población
Cuidado: la población indígena de América llegó a ese continente procedente de Eurasia a través del estrecho de Béring durante la última glaciación, cuando el nivel del mar estaba más bajo y se podía cruzar a pie.
¿Quién dijo eso? es por
¿Quién dijo eso? es por contrastar información. El nomadismo no justifica el surgimiento de vida. No estamos hablando de movimientos migratorios ni nada por el estilo.
Si nos ponemos así entonces no pueden surgir ejemplares de especies en varios puntos aunque haya condiciones propicias para ello.
Desde que se conoce el ADN se
Desde que se conoce el ADN se ha podido elaborar una taxonomía de las poblaciones humanas y comprobar cómo todas parten de un tronco común. Y, en particular, que toda la humanidad desciende de una hembra que debió vivir hará unos doscientos mil años en el África oriental. Por eso se la denomina la «Eva mitocondrial».
Por supuesto, «Eva» no era la única hembra que por entonces había correteando por la sabana africana. Había miles (¿decenas de miles?) de hembras (y machos) más, pero de la única que quedó linaje hasta nuestros días fue de Eva.
Vamos, que el homo sapiens
Vamos, que el homo sapiens surgió en África oriental y de ahí se fue extendiendo al resto del globo.
No por casualidad los rasgos de los amerindios se asemejan mucho a los de los nativos del Extremo Oriente.
Los rasgos de los asiáticos
Los rasgos de los asiáticos se asemejan tanto precisamente porque había seres como Genghis Khan que tenían miles de hijos aunque fuera con varias mujeres lógicamente. Un padre común entra en lo de condiciones ambientales similares; incluso el incesto propicia esa similitud de rasgos.
Si yo o tú tuvieramos mil hijos a lo largo de nuestra vida también sería posible que hubiera muchos que se parecieran a nosotros evidentemente.
Perdón, miles de hijos no
Perdón, miles de hijos no tuvo parece ser, casi mil sí.
Tampoco voy a exagerar… Jajaja
Por último, ya que no voy a
Por último, ya que no voy a poner 1000 comments aquí, decir que a mí ni me va ni me viene si surgieron en un punto todos los bípedos y en África o en Áfrico y tampoco me quita el sueño que el origen de mi ADN fuera de una hembra a la que llamen «Eva», porque si estaba buenorra seguro que luego cualquiera puede estarlo por dicha cadena mitocondrial.
Lo que digo y sostengo es que bajo unas mismas condiciones ambientales no puede surgir tanta diversidad. Lo lógico es que todo el mundo tuviera rasgos faciales africanos por ejemplo por mucho que migrara después a otras partes del globo.
¿Porqué? porque por ejemplo, por mucho que yo me fuera a China el resto de mi vida, no adquiriría los rasgos faciales de allí, precisamente porque no he surgido allí ancestralmente hablando.
Y más absurda tal diversidad todavía si se empezaron a reproducir todos allí.
Es que eso tiene que ver con
Es que eso tiene que ver con el fenotipo, no con el genotipo.
El genotipo no puede surgir
El genotipo no puede surgir sin influencia medioambiental alguna. Y el fenotipo tiene que ser propenso al cambio por condiciones exclusivamente ambientales digo yo. De todos modos lo que te quiero decir es que la especie humana no surgió en un foco solamente. Y que por mucho que te guste Dora la exploradora, todo apunta a que los seres humanos no se pasaron el rato «a pie» como nómadas cuando ni siquiera tenían casi esperanza de vida.
No soy biólogo ni antropólogo
No soy biólogo ni antropólogo, pero tengo entendido (y si estoy equivocado ruego ser corregido) que lo que es realmente influenciable por el medio ambiente es el fenotipo, no el genotipo. O dicho de otro modo para no liarnos: el fenotipo sería la expresión del genotipo en función del ambiente (creo que ahora sí lo he definido bien).
Por lo que he leído, lo que diferencia unas «razas» humanas de otras sería el fenotipo, y no que se trate de subespecies distintas (¿genotipo? ).
No sé si ahora se me entiende lo que quería decir.
Sí, pero el genotipo no surge
Sí, pero el genotipo no surge rodeado de «la nada» o «el vacío».
Parece ser que existen razas y etnias.
Ejemplo: raza caucásica, etnia nórdica.
Pero eso no son subespecies ni nada de eso, esto lo dirían los racistas.
Sobre el genotipo, habrá algún punto en común en la cadena del ADN de cualquiera pero por las condiciones comunes ambientales que hay en el planeta en varios focos, no por la fábula que ya sabes.
Yo tampoco soy biólogo ni antropológo, no te preocupes.
Te vas por las ramas y no me
Te vas por las ramas y no me contestas a lo de los ejemplares de otras especies.
O sea ser, que en 50 kms. a la redonda surgieron al unísono miles de ejemplares de una especie cuando el planeta es bien sabido que tiene condiciones para la vida en más lugares que la sabana africana. Y que sólo «Eva» produjo un linaje. Curioso.
¿También pasa esto con las cucarachas?
En fin, lleva cuidado con lo que lees, que hay muchos grupos de interés.