Muchas personas, cuando deciden emprender la aventura de iniciar una actividad comercial, se encuentran con innumerables dificultades que previamente no habían considerado. Por muy bien que se hubiese planificado el comienzo de la actividad, siempre parecen surgir inconvenientes que no habían sido tenidos en cuenta en sus inicios. Quienquiera que haya pasado por esta experiencia recordará, sin duda, la fatiga, nerviosismo y angustia que caracterizó el arranque del negocio. Probablemente llegó a plantearse en algún momento si les merecía la pena dedicar tanto tiempo, dinero y esfuerzo para emprender dicha actividad.
Son innumerables los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de iniciar un negocio, como la búsqueda de financiación, el trato con potenciales clientes, el contacto con proveedores de distintos bienes y servicios, la selección del personal, encontrar una ubicación donde llevar a cabo la actividad, madurar el tipo de bien o servicio que se quiere ofrecer, etc. La agenda del emprendedor queda bastante colapsada durante dicho período y las horas de sueño se ven reducidas en muchas ocasiones por la cantidad de tiempo y esfuerzo que demanda la empresa.
Sin embargo, no todos los problemas tienen que ver con la propia actividad de la empresa. Muchas veces, el emprendedor encuentra dificultades, no en los aspectos detallados anteriormente, sino en los requisitos legales que son necesarios cumplir para abrir un negocio. En España son necesarios una media de 47 días para cumplimentar los 10 procedimientos exigidos por la legislación vigente. De entre todos ellos resulta especialmente gravosa en tiempo la obtención de la licencia de apertura, que puede llevar entre 15 días y tres meses. Llama la atención que estas cifras sean muy inferiores en otros países como Australia (2 días y 2 trámites), Canadá (3 días y 2 trámites) o Bélgica (4 días y 3 trámites). No es de extrañar que en la clasificación de facilidad existente para la apertura de un negocio, España ocupe el lugar número 118, hecho que resulta especialmente grave ya que en dicho ranking sólo se tienen en cuenta los trámites generales, y no aquellos que se exigen a determinadas actividades que tienen una legislación específica y unos trámites más costosos en tiempo y dinero.
Dado que los países con mayor facilidad para la apertura de un negocio no destacan precisamente por su inseguridad jurídica ni por tener una economía poco desarrollada, cabría preguntarse por el motivo por el que resulta tan difícil abrir una empresa en nuestro país, ya que dicha carga burocrática tiene efectos negativos sobre la actividad empresarial. Todo el tiempo que los emprendedores tienen que destinar a estos trámites se deja de dedicar al propio negocio, y por tanto se quedan desatendidos clientes, proveedores, procesos productivos o la propia estabilidad financiera de la empresa. Por tanto, el empresario, en el momento de inicio del negocio, que es cuando más tiempo necesita, se ve obligado a destinarlo a actividades extraempresariales. Este hecho resulta especialmente gravoso para los pequeños emprendedores, que no suelen contar con un servicio jurídico propio y para quienes, dada su poca capacidad financiera, acudir a los servicios de una asesoría les supone un coste importante.
Todas estas barreras burocráticas no se traducen únicamente en un mayor trabajo para el emprendedor, sino que puede llevar al desánimo y a que muchas personas no se atrevan siquiera a abrir un negocio. Muchas ideas que podrían haber mejorado la vida de los consumidores quedan en el tintero al no haberse podido llevar nunca a la práctica. También muchos trabajadores han podido quedar sin contratar al no haberse iniciado la actividad o al haber desistido por el desánimo de la burocracia. Por tanto esta carga burocrática tiene su reflejo no sólo en los emprendedores, sino también en consumidores y trabajadores.
Toda esta burocracia, inexistente en otros países, está teniendo efectos perjudiciales sobre el consumo, la actividad económica y el empleo de nuestro país. Por ello resulta importante eliminar estas trabas, especialmente en tiempos como los actuales, en que la crisis existente hace que los emprendedores sean más reticentes a abordar nuevas actividades.
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