Ángel Rivero es profesor de Teoría Política en la Universidad Autónoma de Madrid. Sus publicaciones, muchas y muy variadas, se han sumergido en ese campo a medio camino entre la Filosofía y la Ciencia Política, abriendo debates y reflexionando sobre el populismo, el nacionalismo y la calidad de la democracia en nuestros días. Además, muchos de sus trabajos han ido dirigidos a conocer las raíces filosófico-políticas del liberalismo, aprovechando para ello el análisis y estudio de alguna de las grandes figuras que han dado forma al edificio de la Libertad a lo largo de la Historia. Es a uno de estos trabajos que quiero dedicar esta breve columna. El mismo sale a la luz hace unos meses, gracias a la Fundación FAES. El libro forma parte de la Colección de Biografías Intelectuales que dicha casa posee y lleva por título Benjamin Constant. Teórico y político liberal.
El francés (o suizo), conocido por su famoso discurso en el Ateneo de París «Sobre la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos» fue un político e intelectual marcado por una vida ajetreada y como señala el profesor Rivero, intensa. Se trata de una persona sin duda romántica, que desafortunadamente tuvo -y todavía tiene en determinados ambientes- fama de incoherente y aún más grave, de inmoral.
Escurridizo ante las etiquetas
El profesor Rivero muestra a lo largo de las páginas del libro los principales hitos de la vida de Constant; también las luces y sombras de su carrera y, por supuesto, el compromiso que el escritor y político francés mostró con la defensa de la libertad y de un sistema político alejado del despotismo y asociado al desarrollo de una monarquía parlamentaria de carácter liberal. El autor está más vivo que nunca, y eso a pesar de que Constant es difícil de clasificar en un mundo que vive para y por las etiquetas. Ángel Rivero señala, parafraseando a Raynaud, que:
Constant era de izquierdas durante todo el tiempo posterior a las revoluciones liberales de Estados Unidos (1775) y Francia (1789), porque era un firme enemigo del privilegio y de la teocracia; y un partidario de la igualdad civil y de la libertad individual. Pero el desarrollo del Estado social tras la Segunda Guerra Mundial, liberal democrático al tiempo, ha hecho que, tal como señaló Norberto Bobbio, la «derecha» se defina por su preferencia por la «libertad»; y la «izquierda» por la de la «igualdad», y es esta nueva perspectiva la que hace que Benjamin Constant, y también Alexis de Tocqueville, se hayan convertido en figuras de la derecha.
Ángel Rivero
Teniendo lo anterior presente y siendo consciente de las limitaciones que este tipo de análisis poseen, Constant fue sobre todo un liberal. Una persona que dedicó su vida a la defensa de la libertad de expresión, de asociación, de movimiento; y eso a pesar de sufrir mucho en lo personal y de ser perseguido y muchas veces difamado por sus adversarios políticos.
Un espíritu liberal
Se trata de un autor al que se le ha dedicado poco tiempo en el espacio de divulgación liberal existente en España. Constant no trabajó en el campo de la Teoría Económica, se desempeñó en la literatura y sobre todo en la política, sumergido durante años en el fango de la batalla parlamentaria y en los viajes dirigidos a promover su candidatura como Diputado, divulgando el mensaje de la libertad a lo largo y ancho del territorio francés. No hablamos de un economista liberal, hablamos de un político liberal. Una persona que escribía y reflexionaba, pero a la que también le gustaba la acción.
Es importante acercarse a la figura de Benjamin Constant. Se trata de un ser humano comprometido con aquello que consideraba correcto. Una persona que iba por libre y que tenía un proyecto liberal para su país, Francia, a pesar de haber nacido en Suiza.
En definitiva, todos aquellos que deseen conocer la vida y el aporte intelectual de uno de los grandes liberales del siglo XIX, encontrarán en el trabajo del profesor Ángel Rivero un documento excelente, de lectura accesible y muy bien documentado. Disfrutarán y aprenderán mucho con su lectura. Aquellos que sienten una pasión irreductible por la libertad, encontrarán en el viejo Constant a uno de los suyos.
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