Seguramente, estamos a menos de una década de que un presidente de la Nación más poderosa del mundo sea proBitcoin y, con su llegada a la Casa Blanca, veremos el inicio de la carrera por el ciberespacio, donde Bitcoin será el catalizador hacia una nueva era.
Regreso de presentar The Philosophy of Bitcoin en Miami, en la mayor conferencia de Bitcoin del mundo. Para mi sorpresa, dos candidatos a presidente de los Estados Unidos iniciaban su campaña electoral en la misma conferencia en la que yo presentaba el libro: el demócrata Robert F. Kennedy Jr. y el republicano Vivek Ramaswamy. Sin lugar a dudas, el más destacado fue Robert F. Kennedy Jr., que realizó un discurso muy favorable a Bitcoin y se declaró claramente partidario de asegurar el derecho a tener y utilizar Bitcoin. Sus propuestas incluyeron: defender la autocustodia, al igual que puedes tener dinero en tu cartera o tener las llaves de tu coche; el derecho a correr un nodo de Bitcoin; defender una regulación neutral para la industria de la minería de Bitcoin; revertir la hostilidad del actual Gobierno con la industria para traer de vuelta a los desarrolladores, programadores y demás ingenieros de software que han abandonado el país; y, sobre todo, reconocer que Bitcoin no es una security, y no debe estar regulada como tal, Bitcoin tiene una categoría propia (digital commodity) separada del resto de Crypto.
Por si fuera poco, otro de los candidatos republicanos a la presidencia, DeSantis, Gobernador de Florida, también incluyó recientemente la defensa de Bitcoin entre sus propuestas. Claramente, en US se están haciendo los deberes respecto a Bitcoin, y comenzamos a ver una carrera por captar a los bitcoiners. Aquí se ve cómo se cumple aquello que decía Taleb: Los más intolerantes ganan: La dictadura de minoría.
Para los bitcoiners, la confianza y la percepción de seguridad que se había depositado en el Estado ha sido desplazada a Bitcoin, y con esta sensación de seguridad se traslada también un carácter religioso. Al ser lo que proporciona seguridad no quieres que nadie lo ataque y quieres protegerlo a toda costa, un elemento religioso o de fanatismo si se quiere, que se suele ver reflejado en los que ahora se conocen como maximalistas de Bitcoin (a los que se suele tachar de tóxicos). Como supo analizar Taleb, esto es lo que asegurará su éxito. Al final, las religiones duran más que los imperios.
No obstante, el elemento de religiosidad es hacia fuera, hacia dentro uno de los mantras de la comunidad es don’t trust, verify. Cada cambio se discute durante largos periodos de tiempo y requiere amplísimos consensos para ser implementado. Cada nueva tesis es analizada con lupa y sometida a todo tipo de objeciones y debates. Por ello, la comunidad es tan fuerte y crece a ese ritmo: hacia fuera, una unión total; hacia dentro, crítica constructiva muy exigente.
Con todo esto, ya empezamos a ver que la principal crítica a Bitcoin, que los Estados lo atacarán, se está viendo rápidamente superada por una comprensión superior del activo y por la fuerza de su comunidad. Como suelo decir, Bitcoin se entiende mucho mejor si lo comparamos con la pólvora, y ahí se ve que no cabe ser partidario o detractor, simplemente aquel que lo adopte primero saldrá beneficiado, y el que lo persiga, dificulte su acceso a su población y aprenda a utilizarlo más tarde se está pegando un tiro en el pie, nunca mejor dicho. Al igual que con la pólvora, no se trata de lo que los políticos opinen o legislen sobre él, sino de qué manera se van a adaptar a Bitcoin.
Que EEUU lidere la adopción no es casual, entre sus filas cuentan con un miembro de la Space Force, Jason P. Lowery, que ha presentado su tesis doctoral en el MIT sobre la relevancia geopolítica de Bitcoin: Softwar: A Novel Theory on Power Projection and the National Strategic Significance of Bitcoin. Un magnífico resumen en español de la tesis se puede encontrar aquí. Lowery ve a Bitcoin más allá del punto de vista económico, lo ve como una manera de proyección de poder en el ciberespacio, hasta el punto de denominarlo bitpower.
En Internet tenemos un problema por defecto: la ausencia de privacidad. No podemos elegir revelarnos selectivamente, al haber un proveedor del servicio, siempre alguien puede acceder a nuestros datos sin nuestro permiso y de esa manera explotarlos. Bitcoin, al no depender de terceros, y si se mantienen las debidas precauciones, devuelve de forma muy sencilla la privacidad al ámbito de las relaciones digitales, y con ello, inicia el fin de los ciberimperios que se han formado en los inicios del ciberespacio con las empresas tecnológicas que controlan la mayor parte de los datos de la población, es decir, que explotan los recursos de los ciudadanos. Bitcoin vendría a ser un elemento que permitiría reequilibrar, desmantelar y restringir ese poder:
“Es posible que lo que estamos viendo con la adopción global de Bitcoin represente un patrón ‘estrangulador’ que se está desarrollando en la arquitectura existente de Internet, podríamos estar modernizando en este momento un sistema informático grande y monolítico al reemplazar gradualmente los servicios realizados en el sistema heredado con servicios realizados en el sistema modernizado, y podría ser simplemente que el intercambio de información financiera represente el primer servicio de muchos que se realizarán en una arquitectura modernizada de la World Wide Web” (p. 330)
Lowery desarrolla de forma brillante unas ideas que estaban de forma germinal en De las ballestas a la criptografía, Chuck Hammill, 1987.
Por mi parte, tras dos años de escribir La filosofía de Bitcoin y tras cientos de conversaciones, entrevistas y debates, me he dado cuenta de que yo mismo he infravalorado a Bitcoin. El aspecto más novedoso de mi libro es analizar Bitcoin como una nueva forma de propiedad, dado que Bitcoin redefine el derecho de propiedad privada haciéndola depender del conocimiento y, por ello, permitiendo que la propiedad pueda ser un secreto, es decir, difícil de confiscar y censurar. Sin embargo, esto tiene un alcance mucho mayor del que yo mismo había pensado en un inicio.
El hecho de disponer de un sistema global de derechos de propiedad privada sin restricciones ni censura es fascinante. En el mundo occidental gastamos cantidades ingentes de recursos para poder gozar de “seguridad jurídica”, para poder disponer de una propiedad privada muy limitada. Necesitamos sistemas judiciales, leyes, registros de la propiedad, notarios, policías, ejércitos, administraciones, abogados, etc., para hacer la propiedad efectiva. Con Bitcoin se puede acceder a propiedad de forma sencilla y segura en todo el mundo sin necesitar todo eso. Aquellos países que no se pueden permitir económicamente desarrollar sistemas de Rule of Law o Estados de Derecho verán con muy buenos ojos un sistema que les permite acceder a propiedad e intercambiarla de forma segura, especialmente a medida que se desarrollen capas superiores sobre Bitcoin.
Pensemos que hay 1.800 millones de personas desbancarizadas; y que hay muchas más que no son capaces de acceder países con seguridad jurídica, es decir, a tener propiedad efectiva; ni a poder intercambiar valor por otros activos en Internet. Bitcoin y los desarrollos que se hagan sobre él van a permitir a todo el mundo, sin restricciones ni censura, acceder a propiedad, poseerla y transmitirla de forma segura en un mundo global. Explorar estos aspectos abre un mundo fascinante de ideas, veamos una de ellas.
En la Bitcoin Conference 2023, Tuur Demeester tuvo un panel titulado Will AI Dream of Electric Bitcoin?. Y es que, una IA no puede abrirse una cuenta bancaria, pero sí puede generar su propia semilla de Bitcoin y a partir de ahí generar las direcciones para recibir bitcoin a cambio del valor que aporte, y eso hace de bitcoin el dinero perfecto para estos softwares autónomos. Podrán aportar valor y recibir bitcoin a cambio sin que nadie se lo pueda impedir, de forma global, gracias a la accesibilidad total de Bitcoin. Pensemos en los incentivos para programarlas así e ir haciéndolas más rentables, además de tener una guía para que se centren en lo que aporte más valor al mundo.
Mientras la mayoría sigue pendiente del precio, parece que estamos en la antesala del inicio de la carrera ciberespacial y de comprobar que el alcance histórico de Bitcoin, efectivamente, se entiende mucho mejor cuando lo comparamos con la pólvora.
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