En el primer artículo de esta serie hemos demostrado que la principal teoría sobre la ganancia de los capitalistas de Marx en El Capital1, era una propuesta irreal. ¡Marx buscaba la fuente de la ganancia en un capitalismo sin capital, sin capitalista y sin competencia! Era tan clara la diferencia entre el mundo irreal de Marx y el real que el mismo autor se vio forzado a proponer una segunda teoría sobre la ganancia. En el anterior artículo, ya analizamos esta segunda teoría, el plusvalor relativo presentado en la sección cuarta de El Capital. Nuestra conclusión era que, a la luz de esta segunda teoría, no es sostenible la idea de que la única y exclusiva fuente de ganancia es el trabajo de los trabajadores. Los ejemplos y comentarios de Marx ponen de manifiesto que el esfuerzo de los capitalistas por organizar de una manera más eficiente la producción también es importante y que las máquinas dan más valor al nuevo producto que sus valores de cambio. Este tercer artículo investiga la idea de si la explotación es sostenible o solo es otra teoría falsa de Marx.
La principal teoría de Marx es que el trabajador trabaja más horas durante la jornada laboral de lo que es necesario para su supervivencia, que es el cambio del valor de su trabajo. Durante las horas en las que el obrero trabaja de más, está produciendo la ganancia para las capitalistas sin recibir ninguna compensación a cambio. Como hemos visto en el primer artículo, Marx ha partido de unas premisas irreales para evitar hablar del importante papel del emprendedor/capitalista. La otra estratagema de Marx era, como ya hemos analizado, reducir a cero la importancia de la inversión en máquinas y fábricas. Con estas estratagemas Marx podía anular la importancia de las inversiones en máquinas y el trabajo de cálculo realizado por el capitalista.
Este proceso de reducción parece similar a la de un físico que se empeñara en convencer a todo el mundo de que el Sol gira alrededor de la Tierra ocultando la información fundamental de que el Sol es muchísimo más grande. Así, ¡claro que sería fácil llegar a la conclusión de que el Sol circunvala la Tierra! Siguiendo con la metáfora, nuestro físico, para dar un toque de realidad a su teoría, mencionaría en una o dos frases que es consciente de que en la vida real los tamaños de los dos objetos no son como se ven desde la Tierra,2 y prometería una solución en su próximo libro. 3 Y mientras tanto, hasta que llegara el libro prometido, nuestro físico continuaría analizando de una manera incorrecta la conexión entre el Sol y la Tierra. 4
Del mismo modo, Marx ha creado un mundo irreal. Pero él va un paso más allá porque en este mundo irreal construido a partir de premisas falsas, no tiene la evidencia de que la explotación del obrero sea la fuente de ganancia en el capitalismo.
Marx dibujaba su teoría de la explotación como una continuación de la explotación de tiempos anteriores, la esclavitud y la servidumbre. En el caso de esclavitud la explotación es muy visible. Lo mismo ocurre en el feudalismo, una parte del producto de los campesinos era expropiada por los señores feudales. Marx deduce que la explotación en el capitalismo funciona de la misma manera que en los tiempos pasados pero que dicha explotación es invisible. Aunque el obrero recibe su salario por su esfuerzo, Marx afirma que una parte del tiempo de trabajo de la jornada laboral es sacrificada por los trabajadores para producir la ganancia de los capitalistas sin compensación alguna.
Pero Marx no puede demostrar que sea esto lo que ocurre. El texto de El Capital así lo evidencia. Para llegar al resultado que Marx quiere sobre la invisible explotación del trabajo tiene que recurrir a los juegos de palabras. La clave de este engaño está en la página 210 en donde escribe: «Si suponemos que en esta masa de mercancías necesaria para un día medio se encierran 6 horas de trabajo social, tendremos que en la fuerza de trabajo se objetiva diariamente medio día de trabajo medio social, o que se requiere media jornada laboral para la producción diaria de la fuerza de trabajo”. Según su suposicion, solo la mitad del tiempo de trabajo es el tiempo necesario para producir el valor de cambio del esfuerzo del trabajador y, como consecuencia, la otra mitad del tiempo el trabajador trabaja para producir la ganancia para el capitalista. Suponemos, dice Marx, igual que hacía nuestro físico cuando partía del supuesto de que el Sol circula alrededor de la Tierra.
Así, la construcción de la teoría de explotación de Marx empieza con una suposición, sin ningún apoyo factual. ¡Sorpresa!, ¡Sorpresa! En la pagina 234, cuando Marx describe el proceso de la explotación, declara que es un hecho que solo la mitad de la jornada es necesaria para producir el valor de cambio del esfuerzo y que la otra mitad está dedicada a producir la ganancia: «El hecho de que sea necesaria media jornada laboral para mantenerlo vivo durante 24 horas, en modo alguno impide al obrero trabajar durante una jornada completa.” Lo que antes era una suposición, ahora aparece como un hecho. La teoría de la explotación de los trabajadores está basada en una suposición, aunque más tarde la considere un hecho. No hay, por tanto, más evidencia para la explotación, que la suposición de Marx.
Además, para poder llegar a la suposición de que solo el trabajo de los trabajadores manuales cuenta como trabajo que produce valor añadido comparado con el esfuerzo, Marx tenía que recurrir a otra estratagema más.
El concepto de trabajo es crucial para levantar el sistema económico que Marx construyó porque es la base de todo su sistema de valoración. En la pagina 203 de El Capital, define el concepto de trabajo: “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole”. Marx no solo define el trabajo como el conjunto de trabajo manual y mental sino que más adelante subraya la importancia del trabajo mental: «lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera. Al consumarse el proceso de trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquel ya existía en la imaginación del obrero, o sea idealmente. El obrero no sólo efectúa un cambio de forma de lo natural; en lo natural, al mismo tiempo, efectiviza su propio objetivo, objetivo que él sabe que determina, como una ley, el modo y manera de su accionar y al que tiene que subordinar su voluntad.”
Hasta ahora todo bien. El trabajo mental incluye idear un producto, un proceso de trabajo, planificar, calcular, y adaptarse a las condiciones. Incluso podemos llegar a la conclusión de que, según Marx, el trabajo mental es incluso tal vez más importante que el trabajo físico porque es el que distingue al ser humano de los animales.
El problema para Marx empieza cuando emerge la producción en fábricas con alta mecanización. Piensa que, con la llegada de fábricas comienza una nueva distribución del trabajo con respecto a la era de artesano. El artesano, antes del siglo XVIII trabajaba solo en su taller y, por eso, reunía en su persona el trabajo mental y manual. Sin embargo, en el capitalismo industrial se separa el trabajo manual y trabajo mental. En las gigantes fabricas, los obreros ejercen el trabajo manual, mientras los capitalistas planifican y organizan el trabajo introduciendo soluciones más y más eficientes, innovaciones y cálculos sobre la rentabilidad de las inversiones realizadas en maquinas. 5
Según su concepto del trabajo, Marx tenía que reconocer que el capitalista también “trabaja”. Su tarea es el trabajo mental en el capitalismo industrial y, como una parte del trabajo, el trabajo mental también representa una contribución importante para crear nuevo valor.
Pero Marx evitaba esta conclusión que a todas luces resulta evidente partiendo del concepto de trabajo que él mismo había definido. Y lo evita porque su objetivo era lanzar el más terrible misil al sistema capitalista.6 Por eso declara que “Sólo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el capitalista o que sirve para la autovalorización del capital.” (pag. 626). Con esto declaración, su intención era quitar cualquier legitimación a los capitalistas negándoles su papel positivo en la producción y, por tanto, quitándoles cualquier mérito para producir ganancias.
La triste realidad es que la más impactante teoría de la explotación, la principal teoría de Marx está basada en una suposición carente de cualquier evidencia y solo creíble porque Marx hábilmente creó un mundo irreal y descartó la posibilidad de que hubiera otros factores que también pudieran generar ganancia. Un engaño “científico” que, no obstante, fue asimilado y creído por millones de personas y pensadores porque los mensajes extra-científicos de Marx coinciden con sus emociones y experiencias, con la indignación que produce la inseguridad, la pobreza, las diferencias entre ricos y pobres, y por la creencia de que sobre la razón se puede construir un mundo mejor, más igualitario, un mundo que no solo prometa más riqueza, sino también más libertad al tener la posibilidad de escapar de la prisión de las necesidades.
Pero, las teorías, buenas o malas, tienen consecuencias en la vida real.
El último artículo de esta serie va a investigar el impacto de las dos teorías de Marx en el campo político, social y económico.
1 Vease: Karl Marx: El Capital. Libro Primero. Madrid: Siglo XXI, 2010.
2 „Esta ley contradice abiertamente toda la experiencia fundada en las apariencias. Todo el mundo sabe que el dueño de una hilandería de algodón que, si nos atenemos a los porcentajes del capital total empleado, utiliza proporcionalmente mucho capital constante y poco capital variable, no por ello obtiene una ganancia o plusvalor menor que un panadero, quien comparativamente pone en movimiento mucho capital variable y poco capital constante.” (pag. 372).
3 Es verdad que no sólo tiene su gran importancia económica la proporción entre el plusvalor y la parte del capital de la cual aquél surge directamente, y cuyo cambio de valor representa, sino también su proporción con el capital global adelantado. En el libro tercero examinamós circunstanciadamente esta proporción. (pag. 259)
4 „También es indiferente el valor de dicha materia. Debe existir en una masa suficiente como para poder absorber la cantidad de trabajo que habrá de gastarse en el proceso de producción. Una vez dada esa masa, por más que su valor aumente o disminuya o aquélla carezca de todo valor, como en el caso de la tierra y el mar, esas circunstancias no habrán de a fectar el proceso de creación y variación del valor.”(pag. 259).
5 „Un solista de violín se dirige a sí mismo; una orquesta necesita un director. Esta función directiva, vigilante y mediadora se convierte en función del capital no bien el trabajo que le está sometido se vuelve cooperativo.” (pag. 402). … „Por lo demás, la cooperación entre los asalariados no es nada más que un efecto del capital que los emplea simultáneamente. La conexión entre sus funciones, su unidad como cuerpo productivo global, radican fuera de ellos, en el capital, que los reúne y los mantiene cohesionados.” (pag. 403).
6 Marx, Carta a Johann Philip Becker, 1867. 04. 17. MECW vol. 42. p 358
1 Comentario
Interesante reflexión, señor Toth; caí en este espacio por casualidad, y leí este pequeño artículo pensando que se trataba de un texto académico. Lo que veo en su escrito son solo descalificaciones de la teoría de Marx, pero no parece usted haber leído a Marx, porque todo lo que dice que Marx no consideró, claro que sí lo consideró, y a cada punto que usted menciona le dedica muchas páginas, repletas de ejemplos de la realidad en la que le tocó vivir. Con todo respeto, pero es usted, señor Toth quien parte de un mundo irreal, y lo sabe usted perfectamente, pero cree que sus lectores jamás leerán a Marx y podrán creer fácilmente lo que usted dice.
Ruego me disculpe, no pretendo debatir. Quien quiera conocer a Marx, debe leerlo.