Cuando los peores toman el poder para instaurar un régimen totalitario “el fin justifica los medios “.
El escritor austriaco Friedrich Hayek, premio Nobel de economía en 1974, escribió su obra Camino de servidumbre en el año 1944, y se la dedicó a “los socialistas de todos los partidos”.
La tesis fundamental del libro es que “totalitarismo” y “socialismo” son esencialmente lo mismo, son formas de colectivismo incompatibles con la libertad humana y que la planificación económica conduce inevitablemente al totalitarismo. Sostiene Hayek en su libro que cualquier política que tenga como objetivo una justicia distributiva conlleva la destrucción del imperio de la ley, porque para conseguir el mismo resultado en personas diferentes habría que tratarlas en forma diferente, lo cual contradice la existencia de leyes generales e igualdad ante la ley.
Considera Hayek que para lograr dichos fines inevitablemente hay que empujar al Estado hacia la coerción y al abuso de poder para poder ejecutar las políticas que nacen de la planificación. Esta situación llevaría a los ciudadanos a elegir a aquellos individuos que proponen más poder para el Estado. Esto, a su vez, desembocaría en la llegada al poder de un hombre fuerte percibido como dotado de las condiciones necesarias para llevar a cabo todo lo que sea necesario en función del plan económico.
El capítulo 10 de su libro Camino de servidumbre lleva por título “Por qué los peores se colocan a la cabeza” y es que hay fuertes razones para creer que lo que nos parecen los rasgos peores del sistema no son productos accidentales, sino fenómenos que el totalitarismo tiene que producir por fuerza más temprano que tarde. “De la misma manera que el gobernante democrático que se dispone a planificar la vida económica tendrá pronto que enfrentarse con la alternativa de asumir poderes dictatoriales o abandonar sus planes, así el dictador totalitario pronto tendrá que elegir entre prescindir de la moral ordinaria o fracasar. Esta es la razón de que los faltos de escrúpulos y los aventureros tengan más probabilidades de éxito en una sociedad que tiende hacia el totalitarismo.”
Las razones expuestas por Hayek lo llevan a la conclusión de que los aventureros, demagogos, populistas y faltos de escrúpulos sean los llamados a ocupar los altos cargos en una sociedad o en un régimen que tiende hacia el totalitarismo, con la consiguiente supresión de todas las libertades democráticas.
Si analizamos la situación venezolana a la luz de los postulados de Hayek, nos vamos a encontrar con rasgos que nos permiten identificar elementos coincidentes con las grandes líneas de sus planteamientos. La llegada de Hugo Chávez al poder formó parte de esa exigencia de hombres fuertes que se encargarían de enderezar las raíces torcidas de la democracia, que para finales de los años 90 apreciaba la población en las instituciones venezolanas. La aventura chavista comenzó en 1992 con la intentona golpista del para entonces teniente coronel Hugo Chávez y un grupo de militares que en su aventura se llevaron por delante la vida de cientos de venezolanos y estropearon las bases de la democracia venezolana que había aguantado 40 años de alternancia pacífica de distintos partidos en el poder.
Este 4 de febrero de 2020 se cumplieron 28 años del cruento golpe de Estado que violentó la Constitución venezolana. Dicha fecha es conmemorada cada año como si se tratara de una gesta épica, cuando en realidad lo que hacen es, a través de la propaganda y la mentira, tratar de esconder y borrar de la historia reciente un hecho vergonzoso, cuya ejecución nunca fue pagada por los culpables en su justa proporción.
Hayek señala los elementos principales que llevan a la instauración de un régimen autoritario e imponerlo a todo un pueblo:
Hace falta un líder fuerte que pueda reunir en torno a él a un grupo de individuos dispuestos a someterse a su disciplina que luego impondrá al resto. Este grupo, con toda seguridad, estará formado por los peores elementos de la sociedad, con principios morales bajos y gustos primitivos; luego será capaz de obtener el apoyo de todos los dóciles y crédulos, que carecen de pensamiento y convicciones propias y son manipulables por la propaganda y el terror. Por último, debe crearse un cuerpo de incondicionales estrechamente coherente y homogéneo.
No hay ninguna duda de que el chavismo es un reflejo de lo que Hayek adelantó hace casi 80 años. El régimen instaurado en Venezuela se ha servido de un populista de izquierda, identificado con los postulados marxistas del Foro de Sao Paulo y la Habana, para hacerse con el poder por la vía democrática. Ha dividido la sociedad entre “los que están conmigo y los otros”. Y, en consonancia con lo expresado en Camino de servidumbre, en su régimen han gobernado los peores elementos de la sociedad venezolana, sujetos no calificados para dirigir un país, donde la exigencia mejor valorada por el caudillo ha sido la lealtad y no la calificación académica ni la experiencia. Empezando por el propio Chávez, un teniente coronel, casi analfabeto, que se declaró marxista y admitió que nunca había leído a Marx. Escogió a sus colaboradores más estrechos entre los más radicales individuos, que habían mostrado sus credenciales procomunistas, con alguna participación en actividades de tipo subversivo o enseñando marxismo en algunas universidades.
Su círculo de colaboradores más íntimo estuvo constituido por exmilitares fracasados, participantes en el golpe de Estado del 92, y sujetos debidamente adoctrinados para destruir en lugar de construir. Entre ellos podemos mencionar a Diosdado Cabello, exteniente expulsado de las Fuerzas Armadas Nacionales y principal operador en el área militar: un individuo sin escrúpulos que ha dirigido con mano de hierro la represión contra la sociedad civil, que ha costado cientos de muertos y heridos, y que maneja los cuerpos paramilitares y represivos que han segado la vida de miles de venezolanos. Haciendo uso de su particular doctrina de combate contra la delincuencia, ha sido responsable del encarcelamiento y tortura contra dirigentes políticos y miembros de la sociedad civil. Antes bajo la dirección de Chávez y ahora bajo la dirección de Nicolás Maduro. Este último, escogido por Chávez por sus “credenciales”, exsindicalista, chófer de autobús y adoctrinado debidamente en La Habana. Así es como se ha ensamblado el régimen militarista y procomunista de Venezuela, atendiendo siempre a la lealtad, a la falta de escrúpulos y al bajo nivel intelectual de sus miembros. Siempre dispuestos a silenciar cualquier intento de la oposición democrática, que ingenuamente todavía cree que lo que estos hampones han hecho por las malas pueden entregarlo por las buenas. Todas las atrocidades son oportunamente justificadas por el régimen, valiéndose de su inmenso poder mediático.
Cuando los peores toman el poder para instaurar un régimen totalitario “el fin justifica los medios “.
2 Comentarios
No hay dudas. En Venezuela
No hay dudas. En Venezuela gobiernan los peores. Esta gente estaba esperando su oportunidad y Chávez. Que era lo peor de lo peor se la dio. Son ladrones y asesinos. Como cualquier comunista.
De verdad que sí hubieran
De verdad que sí hubieran pedido currículum para escoger los peores no los hubieran encontrado tan fácil.!Chavez y Maduro tuvieron un ojo clínico para escoger lo peor. Hicieron como el Chavo pero al revés: Síganme los malos!