Un régimen con las manos manchadas de sangre como el de Maduro tiene que buscarse un mediador sin escrúpulos como Zapatero.
Culpar a otros de sus errores ha sido siempre una práctica de los regímenes comunistas, los fascistas del siglo pasado lo copiaron de ellos y los populistas siguen valiéndose de la misma receta. El régimen venezolano que de manera dictatorial gobierna el país, a medida que este se hunde cada vez más, con mayor frecuencia identifica un enemigo, bien sea interno o externo, para justificar sus desaciertos. En esta oportunidad la tarea estuvo a cargo del expresidente español Rodríguez Zapatero, quien actuando como agente cada vez más visible del régimen venezolano se identificó con el discurso y la táctica chavista al declarar en Sao Paulo a la agencia de noticias Efe que “el incremento masivo de venezolanos hacia otros países tiene mucho que ver con las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos”. Ha dicho que siempre ha habido inmigraciones, para minimizar el éxodo venezolano, y comparó el caso con el producido durante la guerra civil española.
De esta manera Zapatero coincide con Diosdado Cabello, segundo hombre fuerte del régimen, quien sostiene que los venezolanos que se van del país lo hacen “por moda”, “porque da estatus”. Opiniones como estas son humillantes para los millones de venezolanos que salen del país arriesgando su vida, con una mano delante y la otra atrás, mientras Maduro se burla de los que “se van a limpiar pocetas”.
Se olvida Zapatero de que las sanciones a funcionarios venezolanos -por violación de derechos humanos y narcotráfico- por parte de Estados Unidos y la Comunidad Europea son de fecha reciente, cuando ya la diáspora venezolana era un fenómeno conocido en el mundo.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien ha sido un fiel denunciante de las atrocidades de la dictadura venezolana, no tardó en recordar al señor Zapatero que “no sea imbécil” y que “tiene un problema muy grande de comprensión”. Además, Almagro calificó al expresidente español como ministro de relaciones exteriores de Maduro y por esta razón lo considera un “político perimido, arcaico y anacrónico por defender una dictadura”.
Las palabras del secretario de la OEA sonaron fuertes, sobre todo por proceder de una organización tan relevante y por referirse al expresidente de un país como España, que tanta significación histórica tiene para Venezuela.
Sin embargo, no faltaron otras opiniones tanto de venezolanos como de personalidades extranjeras que vinieron a corroborar lo denunciado por Almagro. Por ejemplo, el 25 de septiembre el escritor César Vidal calificó en su programa de radio a Zapatero como “uno de los personajes más miserables moralmente, más desprovisto de corazón y decencia, más corrompido éticamente en toda la historia de España. Todo lo que tocó en su etapa como presidente del Gobierno lo convirtió en estiércol. España no se ha recuperado todavía del daño que le hizo Zapatero. Sumió al PSOE en la indecencia absoluta. Provocó una crisis en un año antes de que esta explotara en el resto del mundo”. Además, dice Vidal, que Zapatero no va gratis a Venezuela y que está a sueldo de una dictadura asquerosa.
Mientras tanto, el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa considera que Zapatero mantiene una ceguera ideológica cuando sostiene que el éxodo se debe a las restricciones económicas impuestas por Estados Unidos. Dice Vargas Llosa que “no es imbecilidad sino enajenación ideológica, una distorsión radical de unos hechos por otros “.
El escritor venezolano Federico Vegas también manifestó un estupor que parece recoger el desprecio que siente el país ante tan parcializado mediador. Dice Vegas en el portal Prodavinci que “cuando Zapatero hizo esa declaración daba la impresión de que mantuvo una posición implorante, como pidiendo perdón de antemano por lo que iba a soltarnos”.
Según el propio Zapatero, él ha viajado 33 veces a Caracas y eso lo autoriza a hablar con propiedad de lo que allí sucede. Sería bueno preguntarle qué ha visto él que los venezolanos no hayamos visto, y qué le ha impresionado tan gratamente para prestarse a defender al régimen ante lo que él pueda considerar como amenaza. Cuando apareció muerto el concejal Fernando Albán, el 8 de octubre de este año, Zapatero se apresuró a señalar que había que esperar que la Fiscalía venezolana terminara su investigación y que él confiaba en la justicia.
La organización Human Rights Watch ante las declaraciones de Zapatero referentes a este caso ha dicho, a través de su director para América Latina, José Miguel Vivancos, que Zapatero ha sido un excelente encubridor de la dictadura de Maduro. La exfiscal general Luisa Ortega Díaz y antiguos funcionarios de la morgue caraqueña sostienen que Albán murió mientras era torturado por el siniestro Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).
Lo que nos quiere decir el expresidente es que los venezolanos debemos confiar en lo que la policía política venezolana, los mismos asesinos de Albán, resuelvan sobre lo ocurrido. Mientras algunos Gobiernos manifestaron sus dudas sobre este oscuro episodio y llamaron a consultas a sus embajadores, Zapatero no cree que sea necesaria una investigación independiente. Pareciera ponerse una vez más del lado del régimen para evitar que salga a flote la verdad y deje desnudos a los que han puesto las manos en el fuego por chavismo.
El peor presidente de la democracia española, el que dejó un PIB al borde de la recesión, con más de 5 millones de personas en desempleo, con una deuda pública mucho mayor que la que dejaron Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González y José María Aznar cuando abandonaron la presidencia, ahora se ha convertido en el mayor defensor del régimen de Maduro.
Zapatero ha sido un mediador fracasado, un mal negociante, un agente parcializado que no merece el respeto de los venezolanos y se ha ganado el repudio de la población. Ha sido un fiel aliado de los populismos latinoamericanos y su principal patrocinador. No hay que olvidar que ha sido un exitoso vendedor de armas en Venezuela. Todavía está fresco el episodio de los astilleros Navantia y su relación con la empresa intermediaria Rebazue Holding Ltd, a quien le pagaron una comisión de casi 42 millones de euros, a pesar de que la negociación fue entre el Gobierno español y el venezolano. Toda esta operación fue contratada durante el Gobierno de Zapatero por un monto de 1.200 millones de euros.
La actitud de Zapatero para los venezolanos genera suspicacia. Esperemos que algún día se aclare si solo se trata de un cumplido de un exitoso vendedor de armas con su cliente preferido.
Zapatero tiene para Venezuela la misma legitimidad que el Concejo Nacional Electoral o el Tribunal Supremo de Justicia, instituciones que han sido incorporadas al poder totalitario del Estado. Claro, un régimen con las manos manchadas de sangre como el de Maduro tiene que buscarse un mediador sin escrúpulos, y nadie mejor que el Zapatero que describe César Vidal.
1 Comentario
Ya era hora de que se
Ya era hora de que se publicaran las mentiras de Zapatero y sus componendas con la dictadura venezolana.
Es un hecho que la venta de armas tiene mucho que ver con su actitud sumisa ante el régimen de Maduro.