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25 años de Spectrum

Publicado en Libertad Digital

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Pero en mi generación fuimos muchos los que tuvimos contacto con la informática por primera vez con este aparato negro de teclas de goma, al que siempre se le acababa estropeando la membrana que captaba la pulsación de cada tecla, especialmente si se había jugado mucho al Decathlon. A mi casa llegó en 1984, teniendo yo ocho años. Había que conectarle un aparato de cassette para cargar los juegos, y una tele como monitor. Los programas tardaban varios minutos en leerse de la cinta y con frecuencia, generalmente al llegar al final, la carga fallaba. Pero era una maravilla.

Hay que situarse en la época, claro. Los únicos ordenadores domésticos se basaban en microprocesadores de 8 bits y una memoria que, en los modelos más avanzados, llegaba a los 64Kb, de los cuales buena parte era la memoria ROM, de sólo lectura, donde se guardaba el sistema operativo, bastante tosco, y el intérprete de BASIC, el lenguaje con el que muchos empezamos a programar. El Spectrum de mi familia tenía 16Kb de ROM y 48 de RAM; pertenecía a la "gama alta", pues había otro modelo con sólo 16 de RAM. Viéndole ahora las tripas parece más una tarjeta de las que se insertan en nuestros PC que un ordenador completo.

Por aquel entonces las guerras de religión no las libraban los adeptos a PC y Mac, sino los poseedores de los Spectrum, Amstrad, Commodore o MSX. En España, por número, sin duda los primeros fueron ganadores. Incluso Investrónica, filial de El Corte Inglés, desarrolló y comercializó el primero Spectrum con, maravilla de maravillas, ¡128Kb de RAM! Luego Amstrad compró la empresa y sacó un par de modelos más, incluyendo uno con unidad de disco. Pero llegaba el fin de la era de los 8 bits. La siguiente batalla, breve, se libró entre el PC, el Amiga y el Atari ST, mientras los usuarios de Mac iban por su lado. No hace falta decir quien ganó.

Lo cierto es que el Spectrum no fue el primer ordenador doméstico ni el mejor, pero sí el primero en tener éxito. La razón, quizá, es que Sinclair no hizo ordenadores pensando primero en las características y luego intentando reducir el precio, sino que metió todo lo que pudo a sus computadoras mientras el coste no fuera excesivo, de modo que se pudieran vender a las familias de clase media. Así nacieron el ZX80, con 1Kb de memoria y que tenía una versión más barata como kit para que el comprador se montara el ordenador, y el ZX81, más barato y ampliable hasta los 16Kb. El Spectrum, llamado así en lugar de ZX82 para dar importancia al hecho de que tenía colores, vendió millones de unidades y le procuró a su creador una fortuna y hasta el título de Sir. Luego perdió la mayor parte con sus vehículos eléctricos.

Además de jugar y copiar juegos que, para qué negarlo, era mi ocupación principal, con él empecé a programar. Lo cierto es que sin Spectrum es posible que yo no hubiera seguido la carrera de informática y ahora no estuviera escribiendo estas líneas. Suficiente razón para maldecir a Sir Clive Sinclair, pensarán ustedes. No les digo que no. Pero sé que no soy el único que puede decir lo mismo de los informáticos que tenemos entre 25 y 35 años. Si la informática es clave para el incremento de la productividad, cabe preguntarse qué peso ha tenido el Spectrum en la economía española. Si pudiera calcularse, seguro que el resultado sorprendería a más de uno.

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