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Alemania se enfrenta a la ralentización como debe ser: bajando los impuestos

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Si queremos una Europa mejor necesitamos menos intervencionismo.

“Just get me to the airport, put me on a plane, hurry hurry hurry, before I go insane”, Joey Ramone.

La caída del PIB de Alemania generó una inmediata avalancha de artículos por parte de muchos intervencionistas pidiendo que se lanzase a gastar. Y, afortunadamente, el ministro de finanzas parece evitar como un héroe los cantos de sirena. Lanzar a Alemania a cometer los errores deficitarios y de exceso de gasto de algunos de sus socios no solo no ayudaría a la eurozona, sino que empeoraría aún más los problemas (lean “por qué el superávit de Alemania no es un problema”).

Una vez analizados los componentes del PIB alemán, queda claro que el problema no es interno ni necesita de las cuatro palabras más peligrosasen economía “estimular la demanda interna” (que debería traducirse por “subvencionar la sobrecapacidad a costa de los ahorros de nuestros nietos”). Si existe una evidencia es que la eurozona se ralentiza en medio de la mayor cadena de estímulos gubernamentales y monetarios en décadas y que el problema no es de falta de estímulos sino de exceso de intervención (lean “no podemos esperar milagros del BCE”).

El PIB alemán se ha contraído un 0,1% en el segundo trimestre, pero la principal razón de la caída han sido las exportaciones (-1,3% en el trimestre) mientras que las importaciones (cayendo un 0,3%) en realidad se mantienen si se armoniza el efecto por almacenamiento previo al Brexit del periodo anterior. Los datos de demanda interna muestran que sube el gasto público, el consumo de los hogares sube un 0,1% y la inversión en maquinaria y equipo aumentan un 0,5% en el trimestre.

Muchos elementos interesantes en estos datos. Primero: el mantra de que devaluando se exporta más, se encuentra con la realidad del empeoramiento generalizado del crecimiento y de la cuota de mercado de las exportaciones extracomunitarias de la eurozona en el periodo de exceso monetario.

Segundo, no hay ninguna evidencia en los datos de Alemania que indique que estén invirtiendo, importando o consumiendo menos de lo que necesitan. De hecho, existe la evidencia contraria, que Alemania probablemente se haya excedido en inversión en capacidad productiva, sobre todo en el sector automovilístico y energético, a tenor del aumento del capital circulante, en algunos casos a niveles preocupantes. Desde hace más de un año muchos analistas alertan sobre el alto porcentaje de capital circulante sobre ventas totales.

Alemania es el tercer mayor importador global y sus compras al exterior han aumentado anualmente hasta los 1,1 billones de euros. Alemania no muestra ninguna señal de déficit en necesidades de gasto ni de importación. Más bien lo contrario.

Alemania se puede enfrentar cómodamente a una ralentización porque sus cuentas públicas están saneadas, sus políticas de gasto son austeras y tiene un bajísimo nivel de desempleo. No es algo con lo que cuente España, que abandonó las reformas estructurales y repite los errores de 2008.

¿Por qué queremos que Alemania se una al club del exceso y gaste por encima de sus necesidades? Lo único que se conseguiría con semejante errado “estímulo de demanda” es dar una señal falsa de demanda que incentive aún más el endeudamiento y exceso de capacidad de los socios de Alemania y caigamos en los errores de 2004 que nos llevaron a la crisis de 2008.

Lo que debemos aprender de las medidas anunciadas por el ministro alemán Peter Altmeier es que la evidencia de la ralentización de la eurozona es el reflejo del fracaso de la cadena de políticas de demanda. Si debemos aprender algo es que más exceso gubernamental solo promueve burbujas subvencionadas, perpetúa sectores de baja productividad y ahoga a las empresas de alta productividad vía fiscalidad y burocracia.

La solución para el crecimiento alemán no es unirse a los que lo hacen mal en Europa, sino que toda Europa empiece de una vez a fomentar un modelo basado en fortalecer los sectores de alta productividad con bajos impuestos.

Una Europa que ataca el modelo alemán e irlandés por su éxito mientras blanquea el fracasado dirigismo francés, que solo ha generado estancamiento, es una unión condenada al fracaso.

Si queremos una Europa mejor necesitamos menos intervencionismo.

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