Parece que en la derecha política hay quien está con la oreja puesta y, en este evento naranja y pretendidamente yanqui, han decidido contar con gente afín pero independiente que da la batalla de las ideas en Internet. Publicitariamente, cuando menos, le han ganado esta mano al partido moderno por excelencia, el que paga a los jubilados el autobús para que vayan a los mitines.
La mesa de bloggers, mucho más entretenida y con más público que la de medios digitales, contó con un moderador de lujo como Esteban González Pons. Y es que el político valenciano lleva años suscitando las simpatías en Internet a izquierda y derecha, por su interés en el medio y su activismo a favor de varias campañas en la Red, desde aquella que hace años pedía a Telefónica una tarifa plana para la conexión. Pons demostró conocer de qué va la blogosfera, el regreso de la política a la conversación con los ciudadanos, el ágora griega. Ahora es cuestión de que convenza a más compañeros para que se unan al debate y que se convenza él de que no basta con tener un blog; la conversación consiste en comentar en los de los demás y leer y contestar lo que te dicen en el tuyo.
Se echó de menos una discusión más a fondo de la amenaza mayor que se cierne ahora mismo sobre los nuevos medios: la nueva ley de propiedad intelectual. Además de la enorme restricción a la que se somete el derecho de copia privada, sin una reducción del canon que lo acompañe, el texto que se está debatiendo restringe también el derecho de cita hasta el extremo de que sólo se permitirá con fines docentes o de investigación. Ya es conocido el efecto que tiene este tipo de restricciones: silenciar la crítica. La Iglesia de la Cienciología tiene como práctica habitual en Estados Unidos demandar por violación de derechos de autor a aquellos críticos que exponen sus textos para rebatirlos; también la revista "científica" Scientific American amenazó con una querella por la misma razón a Bjorn Lomborg, por contestar párrafo a párrafo las críticas que sobre su libro se publicaron en ese panfleto. Este cambio legislativo puede dañar de forma irremediable a esa conversación que tiene lugar en Internet, porque dificulta la referencia a las ideas ajenas para contestarlas.
Sin duda, el PP se ha anotado un tanto con la importancia dada a la blogosfera en su convención, pese a que la colocaran dentro de su area jóven y parezcan seguir considerando que Internet es algo reservado a Nuevas Generaciones, algo que no obstante es mucho mejor que ignorar la Red por completo. Quizá, la larga nomina de políticos que accedieron a una entrevista de los blogueros pro Rajoy sirva de ayuda para que vayan comprendiendo mejor qué es eso de la blogosfera. La convención parece que ha servido, además, para que surjan ideas interesantes en los debates, como el cheque escolar. Sin embargo, el discurso final de Rajoy representó para muchos un jarro de agua fría. En la blogosfera, en la conversación en Internet, no hay argumentos de autoridad, de modo que se discuten ideas y se presentan hechos y datos. Rajoy decidió ceder al gallardonismo, al arriolismo, y presentarse como un moderado sin alternativa en lugar de ofrecer una alternativa clara y contundente, basada en los principios liberales y en la idea de España que se presupone que el PP tiene clara. Rajoy no duraba en Internet así ni dos minutos.