Skip to content

Cargos y corrupción

Publicado en Libertad Digital

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

En ningún caso se plantea reducir ni el tamaño del Estado ni su capacidad para usurpar bienes y derechos de los ciudadanos, y para repartir arbitrariamente dineros y beneficios.

En una web marxista pude leer esta notable recomendación: «Para cortar el peligro de la corrupción, deben eliminarse los altos cargos. Todo cargo público debe cobrar, como máximo, el salario promedio de un trabajador cualificado, en torno a los 2.000 euros».

Ahora bien, la corrupción no guarda una relación directa con la retribución del corrupto, de tal manera que no puede en ningún caso afirmarse que a más sueldo más corrupción. En consecuencia, pretender reducir la corrupción rebajando los salarios de los cargos públicos no tiene ningún sentido.

En cambio, parece que la corrupción política tiene que ver con las cualidades morales de los gobernantes, legisladores, burócratas y un amplio abanico de grupos de interés que pueden beneficiarse de la intervención pública. Asimismo, la corrupción está relacionada con el carácter de dicha intervención, en particular con dos de sus dimensiones: su volumen y sobre todo su arbitrariedad. Esto último explica por qué es más escandalosa la corrupción en España que en Suecia, a pesar de que allí el Estado también es sumamente voluminoso. Lo que sucede es que la arbitrariedad del manejo del poder y los dineros públicos es mayor en nuestro país, donde realmente se pueden hacer fortunas privadas consiguiendo permisos urbanísticos, subvenciones de todo tipo y diversas prebendas cuyos itinerarios dependen de la voluntad caprichosa de los poderosos.

Regresando, por tanto, a la propuesta marxista en cuestión destinada a «cortar el peligro de la corrupción», comprobamos que en ningún caso lo puede cortar, puesto que en ningún caso se plantea reducir ni el tamaño del Estado ni su capacidad para usurpar bienes y derechos de los ciudadanos, y para repartir arbitrariamente dineros y beneficios. Lo único que se pretende es que los que usurpan y reparten ganen un sueldo mucho menor al actual. Pensar que en esas condiciones se reducirá la corrupción es un mayúsculo disparate, porque lo más probable es que suceda lo contrario, como lo prueba, precisamente, la larga y siniestra historia de quienes perpetraron el marxismo en la práctica.

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política

El tropiezo del dictador

El aislamiento no es un problema para los dictadores cuando se produce. Puede operarse a través de sanciones internacionales impuestas para frenar su comercio e intercambio, o por medio de su marginación de los grandes eventos de la política internacional y su influencia en ellos. El motivo es que Maduro emana hostilidad allí donde va.