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Carta abierta de Gabriel Calzada

Publicado en Libertad Digital

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Un depósito de gasóleo, unas piezas de repuestos industriales, una constestación telefónica desafortunada y un error de una empresa de paquetería hicieron que un intento de debate por parte de una empresa del sector renovable pareciera a todas luces una amenaza.

Como en las mejores películas, todas las piezas encajaban a la perfección y todas señalaban a un culpable, la empresa solar que quiso rebatir mis argumentos. Y como en las mejores películas al final nada es lo que parecía ser. Todo empezó cuando la semana pasada recibí un paquete procedente de Thermotechnic, una empresa de Navarra. La inesperada llegada de una caja de un remitente desconocido me indujo a contactar con ellos para preguntarles de qué se trataba pues no sería la primera vez que recibimos desagradables mensajes del sector renovable. La secretaria de la empresa dijo sin vacilar que el paquete contenía su contestación (la de la empresa) a mis artículos de opinión sobre energía en Expansión.

Para ella la contestación tenía su lógica pues la chica había obedecido a su presidente que le había pedido enviarme un informe. Si hubiese aludido al informe o a un documento, hubiésemos sabido inmediatamente que hablábamos de cosas distintas, pero la fortuna, o más bien la mala fortuna, quiso que la respuesta admitiera un paquete con cualquier tipo de contenido.

En vista de que la “contestación a mis artículos de energía en Expansión” que yo había recibido con el nombre de Thermotecnich como remitente no parecía un documento, decidí seguir los consejos de varias personas prudentes que sugirieron escanearlo. Así hice el martes 22 y el contenido resultó ser un envase de gasóleo y unas piezas industriales. El guarda de seguridad que lo pasó por el escáner solicitó inmediatamente asesoramiento por parte de una persona con más experiencia, que fue quien finalmente abrió el paquete delante de las otras tres personas presentes. En una nueva casualidad el azar quiso que las piezas fueran del tipo que se usan en bombas caseras, de tal forma que la persona que lo abrió, con una larga experiencia en servicios de protección concluyera lo que ya cualquiera podía deducir, “aquello era un aviso. Hoy te mandan las piezas sueltas y la próxima ocasión en la que te contesten podrían hacerlo con las piezas ensambladas”. Los presentes nos quedamos atónitos y yo no hacía más que pensar en cómo contárselo a mi mujer.

Comenté lo sucedido con varios periodistas tanto en Expansión como en Libertad Digital, uno de los cuales había asistido a la apertura del paquete. Me consta que llamaron a Thermotecnich con tan mala suerte, de nuevo, que nadie les contestó. La publicación de la noticia el jueves por la tarde provocó, como es lógico un gran revuelo, pero a nadie debió impactar tanto como a Pedro Gil, presidente de Thermotechnic cuando un periodista de Unidad Editorial por fin logró contactar con él esa noche.

El señor Gil se comportó en todo momento como un caballero a pesar de que debió pensar que se encontraba en medio de una pesadilla o de una película de Fritz Lang. Me llamó dos veces esa noche y me pidió disculpas por el mal momento que pudiera haber pasado. Yo las acepté inmediatamente. Sus únicas preocupaciones eran mi tranquilidad personal por un lado y por el otro la situación en la que quedaban sus empleados y el nombre de su empresa hasta que no se supiera exactamente qué había pasado y la verdad trascendiera a los medios.

¿Qué había sucedido? A primera hora de la mañana del jueves quedaban dos posibilidades, o bien alguien había cambiado el contenido del paquete o bien un nuevo error que añadir a la lista había hecho que a mí me llegaran esas piezas industriales a nombre de Thermotechnic y que alguna industria recibiera unos documentos que debían haberme llegado a mí. Pasado el mediodía del viernes el caso quedó resuelto cuando recibo la llamada de la empresa de paquetería que se habían dado cuenta del error que habían cometido tras recibir la llamada de Thermotechnic. En efecto, la empresa cruzó los dos envíos.

Personalmente siento mucho lo sucedido por la imagen de Thermotechnic y de su presidente, Pedro Gil, que como dije, mostró en todo momento ser todo un caballero. Espero que la historia quede en los anales de las noticias que son producto de un cúmulo de casualidades que parecen imposibles. Pedro Gil me ha invitado a hablar sobre lo sucedido y discutir sobre política energética en Navarra. No podría imaginar un mejor final a esta historia tan rocambolesca que sólo podía suceder en la realidad.

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