Recuerdo los congresos regionales que le siguieron. Región por región, fue descabezando el partido de los abigarrados dirigentes de cierta edad y colocando en cada sitio a gente más joven y que se pudiese comprometer con un proyecto de carácter liberal y españolista. Galicia, con Fraga al frente, quedó como territorio inexpugnable. ¿Para qué? Al fin y al cabo, Fraga es el último troskista que queda en España, siempre en "renovación permanente". Madrid, con Gallardón, quedó también intacto.
Ahora empieza la ristra de congresos regionales post-congreso para que, como en la España del XIX, los resultados democráticos se ajusten a las decisiones tomadas en otro sitio. Las próximas se celebran en dos regiones muy importantes para las aspiraciones del Partido Popular: Cataluña y País Vasco. La diferencia de escaños que le sacaron los socialistas en Cataluña es mayor que la que le sacaron en el conjunto de España; y el PP tiene el riesgo de desaparecer prácticamente del País Vasco, del cual María San Gil no será ya la líder. Y, por lo que respecta a Cataluña, Rajoy quiere una candidatura única donde se habían presentado tres pretendientes. Adiós al discurso liberal que, según parece, tenía preparado Sirera.
Esta renovación regional se cerrará, como el XVI Congreso del PP, en falso. Tres elecciones le esperan a los populares en el corto plazo: vascas, europeas y gallegas, y todo hace pensar que cosecharán tres rotundos fracasos. En las europeas, además, como son vistas por los españoles como votos "sin coste", tendrán el efecto de hacer de UPyD el tercer gran partido que no tenía España desde el desplome del CDS. Rajoy, entonces, no tendrá más remedio que convocar un congreso adelantado al 2010 para que el candidato saliente tenga al menos dos años para erigirse como líder. Y entonces sí que habrá al menos dos candidatos.
Si no, al tiempo.