El Petroyuan nace herido de muerte porque intenta copiar al petrodólar pero con enormes costes y restricciones políticas.
“Cling to me, we are blacked out In visions of China tonight” David Sylvian
Cada vez que leo que el Yuan va a destronar al dólar y que China va a acaparar el mercado de petróleo en su moneda local recuerdo aquellas películas, informes y análisis de finales de los 80 sobre la inminente supremacía japonesa y cómo iban a absorber Occidente. Hoy, más de dos décadas después, Japón sigue en estancamiento secular.
Conviene empezar por desmontar mitos que se siguen repitiendo. Como explicamos aquí. Ni China es el mayor tenedor de bonos de EEUU ni tiene una opción “nuclear”. Se ha hablado mucho de destronar al dólar con un contrato en yuanes.
Primero, la realidad. El dólar es la moneda más utilizada globalmente. Además, creciendo en utilización. Según el BIS (Bank Of International Settlements), las transacciones en dólares suponen casi tres veces más que el euro y veinte veces más usada que el yuan.
El grave error de China en su lanzamiento a bombo y platillo del contrato de petróleo en yuanes ha sido pensar que una moneda con control de capitales y un mercado que cotiza unas pocas horas al día serían un fantástico aliciente para las transacciones mundiales de petróleo.
-El «contrato de petróleo en yuanes» se estrella al nacer, y es normal
-Es monstruosamente caro: más del doble del coste por lote comparado con uno en dólares
– No está “garantizado por oro”. Las reservas totales de oro de China son una fracción de su masa monetaria (menos del 0,007%) y si el yuan se desploma, el naciente “petroyuan” se va con él. El unicornio de que el yuan está garantizado por las reservas de oro es solo comparable al terraplanismo.
-Cotiza durante muy pocas horas. Una hora y media por la mañana, una hora y media por la tarde y unas horas a cierre de mercado chino. Mientras el resto de los mercados internacionales de petróleo cotizan casi durante veinticuatro horas ininterrumpidas, el mercado chino de energía en moneda local (INE) no llega a ocho en total.
-Adicionalmente, tiene unos requisitos de margen excesivos que duplican a los mercados equivalentes en dólares, y a ello hay que añadirle dos “facilidades” –nótese la ironía- espectaculares. Un coste de cambio a otras monedas del 3% y, encima, una economía que tiene control de capitales en la que China puede decidir por decreto que no puedes sacar tu dinero cuando te plazca.
Efectivamente, los volúmenes en el contrato de crudo de este índice muestran esos problemas, y los datos oficiales no solo indican un porcentaje de mercado muy bajo sino que el open interest, es decir, los fondos que se quedan en el índice a medio y largo plazo en estos contratos, es casi cero o cero.
De manera sencilla, lo que evidencia este contrato de crudo es que ni los traders chinos se fían a la hora de dejar los fondos durante varios días o meses y que el volumen es tan insignificante que ni llega a una mínima fracción de la cifra de trading de una sola de las petroleras estatales.
Parece un ejercicio de ignorancia o de arrogancia pensar que una moneda va a desplazar a otra con control de capitales y restricciones de tal calibre. Pero no es por falta de inteligencia. Una gran parte de la cohorte de economistas y expertos que asesoran a los gobiernos ignora la importancia de la liquidez, la apertura y la credibilidad. No es la primera ocasión en la que me encuentro discutiendo con expertos que parecen no entender por qué es un problema que haya control de capitales. Hasta que les preguntas si pondrías tus ahorros en un país o producto financiero donde haya restricciones al movimiento de capitales. Es exactamente la misma equivocación, aunque desde una economía mucho más seria, que cometió Varoufakis cuando pensaba que el mundo se lanzaría a aceptar Drachmas porque lo dijese el gobierno griego.
La implantación e internacionalización de una moneda no ocurre porque lo decida un gobierno. La credibilidad y utilización de la moneda no la impone un gobierno por muy poderoso que sea. Por eso está fracasando la internacionalización del yuan.
Una moneda no puede ser reserva global con control de capitales y restricciones financieras. O lo aprendemos, los chinos y también los europeos, o cometeremos los mismos errores que cometieron tantas economías anteriores.
China y Europa tuvieron la oportunidad de apostar por una política monetaria seria, garantizada por reservas y defender el sound money(dinero sólido). Pero decidieron, equivocadamente, cometer los mismos atropellos monetarios que Estados Unidos. Y en un mundo de locura monetaria colectiva, la moneda de reserva global es el mal menor.
El Petroyuan nace herido de muerte porque intenta copiar al petrodólar pero con enormes costes y restricciones políticas. Cuando todos los países se lanzan al precipicio porque Estados Unidos hace lo mismo, América cae sobre el colchón de cadáveres de los copiadores. Pero nada, les seguirán diciendo que si no ha funcionado es porque no se ha creado más dinero artificialmente.