Uno de los argumentos preferidos por el fan boy medio de Podemos es que se critica a su partido porque se le tiene miedo. Eso, al parecer, justificaría todas las barbaridades que defienden Pablo Iglesias y los suyos, que den miedo a la casta. Una casta a la que, en perfecto razonamiento circular, perteneceríamos todos aquellos a quienes se nos haya ocurrido, válgame el cielo, la osadía de criticar a Podemos.
Que sí, que la casta es muy mala. España es un país con unas instituciones bastante deficientes, donde al votar el Parlamento estamos eligiendo los tres poderes del Estado y una división territorial del poder que parece construida para fomentar el caciquismo y el separatismo. Pero aun así prefiero mil castas como la que padecemos a un solo Podemos. Porque sabiendo en qué han derivado todos los populismos que en el mundo han sido, lo que me pregunto es cómo puede una persona racional no tener miedo a Podemos.
Los populismos crecen en épocas de zozobra porque aciertan al reducir problemas complicados a unas pocas consignas simples que llegan a la gente. No logras pasar de la nada a porcentajes de voto de dos cifras analizando y explicando razonadamente el origen de los problemas. Tampoco aportando soluciones realistas y racionales, al estilo, por ejemplo, del contrato único como forma de mejorar nuestro deficiente mercado laboral. No, se hace exculpando a los votantes de toda responsabilidad y asignándosela a unos malvados a los que derrotaremos entre todos dando nuestra confianza a los buenos, es decir, ellos.
Lo malo es que no, no son buenos. No pueden serlo cuando su líder, Pablo Iglesias, acudió a la Venezuela chavista a recibir su formación política y su cabeza pensante, Juan Carlos Monedero, ayudó a ese mismo régimen a empobrecer y destruir las libertades del sus antaño ciudadanos, hoy súbditos. No pueden serlo cuando alaban a la Argentina peronista, el único país donde gobiernan de forma casi ininterrumpida los representantes de un partido genuinamente fascista, que logró reconducir hasta el subdesarrollo a la que fuera una de las naciones más ricas del mundo. No pueden serlo cuando abogan por un "leninismo amable", oxímoron perfectamente equiparable al nazismo amable.
El leninismo creó la Cheka, que en pocos meses ya había ejecutado a más gente que el zarismo, que no era precisamente un régimen amable con el disidente. Creó el Archipiélago Gulag, red de campos de concentración donde murieron millones de personas. Fue el responsable de la primera hambruna provocada por el régimen soviético. Cuesta ver, sinceramente, una versión amable de semejantes atrocidades. Quizá un encarcelamiento masivo de disidentes en el que te den una palmada en la espalda antes de fusilarte o te sonrían mientras prohíben otro partido político que no sea el suyo.
¿Miedo a Podemos? Naturalmente. En Venezuela también había una casta y un sentimiento mayoritario, muy razonable, que pedía acabar con la corrupción de un régimen podrido. Hoy son más pobres, carecen de libertades políticas, asesinan a los manifestantes. Caracas es una de las ciudades más peligrosas del mundo, con un número de asesinatos muy por encima que el de muchas ciudades en guerra. Pero se supone que si tengo miedo a eso sólo puede ser porque soy casta.