Amancio Ortega Gaona es un tipo discreto. Para ser el hombre más rico de España, sus apariciones en público se pueden contar casi con los dedos de una mano y hasta hace unos años casi no había ni fotos suyas.
Sin embargo, ni siquiera así le ha sido posible pasar desapercibido. Y es lógico. Los 62.000 millones de dólares que Forbes le atribuye (unos 50.000 millones de euros, aunque estas cifras pueden variar ligeramente según como esté la cotización de Inditex y el tipo de cambio euro/dólar) le sitúan como la tercera o cuarta fortuna del mundo y como la primera española y europea, a una gran distancia de la segunda. Por eso, cada vez que surge el tema de la desigualdad en España, el nombre de Ortega salta a la palestra.
El último fin de semana, por ejemplo, en dos de los programas de actualidad más seguidos de nuestra televisión, Viajando con Chester y Salvados, fue motivo de conversación. En el primero, Leopoldo Martínez Pujals le decía a Risto Mejide que no habría un presidente del Gobierno mejor que el fundador de Inditex. En el segundo, uno de los invitados de Jordi Évole se preguntaba cómo habrá conseguido su fortuna Ortega y las condiciones laborales de sus empleados. En uno y otro caso, las redes sociales se llenaron de comentarios sobre el tema y muchos de ellos no eran especialmente elogiosos para el empresario gallego-leonés.
A primera vista, sorprende este nivel de críticas. Ortega nació en una familia humilde y ha labrado su prosperidad a base de trabajo duro y talento. Su visión comercial ha hecho de Inditex una de las grandes empresas textiles, y de Zara la marca española más exitosa de la historia. Por eso, es interesante preguntarse, ¿cómo sería España si Amancio Ortega no existiera o si se hubiera conformado con mantener la pequeña empresa de batas que abrió en los años 60?
¿Menos desigual?
Lo primero que hay que decir es que sería un país que ascendería en las estadísticas de igualdad. Nadie lo ha hecho hasta ahora, pero sería interesante saber cuál es el Factor Amancio en los datos sobre desigualdad en España. ¿Cambiaría mucho el índice Gini? ¿Y la relación entre los ingresos del top 1 vs el 10% inferior?
Puede parecer exagerado, pero hablamos de unas cifras excepcionales en todos los sentidos. Por ejemplo, los 50.000 millones de euros de riqueza de Amancio Ortega provocan que, estadísticamente, cada español tenga 1.000 euros de patrimonio más que si este empresario no hubiera nacido. Evidentemente, esto no nos hace más ricos, pero en las tablas así aparece.
Del mismo modo, Amancio Ortega ha multiplicado su patrimonio por siete en la última década. Según Forbes, en 2004, su fortuna ascendía a unos 9.000 millones de dólares y en 2007, al comienzo de la crisis, era de 24.000 millones. Si se calculase esto en términos de renta anual, le saldría que ha ingresado unos 48.000 millones de dólares en los últimos seis años, unos 6.000 millones al año. Aunque algunas estadísticas pueden llevar a confusión, hay que recordar que nadie ha entregado ese dinero al empresario español: la mayor parte de este incremento en su riqueza se debe a la subida de las acciones de las compañías de las que es propietario.
Todo esto se olvida demasiado a menudo. Por ejemplo, según denunciaba Oxfam en su informe Acabemos con la desigualdad extrema, que tanto eco tuvo en los medios:
"[…] en el último año, las 20 personas más ricas de nuestro país incrementaron su fortuna en 15.450 millones de dólares, más de 1.760.000 dólares por hora, y poseen hoy tanto como el 30% más pobre de la población (casi 14 millones de personas).
En la escala más alta, el 1% de los más ricos de España tienen tanto como el 70% de los ciudadanos y tan sólo 3 individuos acumulan una riqueza que duplica con creces la del 20% más pobre de la población.
En su conjunto, las 20 mayores fortunas de España alcanzaron en marzo de este año una riqueza de 115.400 millones de dólares".
Y no es la primera vez en este año que la ONG lanza un estudio de este tipo. En enero ya publicaron Gobernar para las élites, con conclusiones similares. Estos informes tienen numerosos problemas metodológicos, que van desde temas básicos (como mezclar renta anual y patrimonio) hasta otros más técnicos (no es fácil medir la riqueza en términos netos, con pasivos y activos, ni ponderar cuánto valen determinados derechos como las pensiones o las rentas públicas), por eso numerosos expertos han criticado la poca fiabilidad de los mismos.
Pero en España, a la falta de precisión de Oxfam se le suma otro problema estadístico: el éxito de Amancio Ortega. La fortuna del empresario español pasó de 57.000 millones de dólares a 62.000 millones entre las listas de 2013 y 2014. Es decir, sólo el incremento de precio de las acciones de Inditex explica la tercera parte del dato, que algunos consideran escandaloso, de que "las 20 personas más ricas de España incrementaron su fortuna en 15.450 millones o 1,76 millones por hora". No son sueldos, ni retribuciones, ni rentas de ningún tipo: es un puro cálculo matemático basado en el precio de las acciones y otras inversiones.
Del mismo modo, Ortega y su exmujer Rosalía Mera poseían en 2013 más de la mitad de esos 115.400 millones de euros que "acumulan las 20 mayores fortunas de España". Es decir, si Zara no hubiera existido, las estadísticas dirían que las 20 personas más ricas de nuestro país eran la mitad de ricas de lo que son ahora.
Por lo tanto, ya no podría decirse que los 20 más ricos poseen tanto como los 14 millones de españoles más pobres. Sólo sacando a Ortega y a su familia de la foto, esa cifra se reduce aproximadamente a la mitad. Quizás alguien crea que sigue siendo muy elevada, pero el hecho que de una sola persona influya tanto debería llevar a reflexión.
Habrá quien diga que esto es como hacerse trampas al solitario y que si se quita a Ortega también habría que sacar de la cuenta a los más ricos de otros países. Pero es que el caso del empresario español es excepcional. Por ejemplo, según Forbes, el alemán más rico es Michael Otto, con 17.000 millones de dólares de patrimonio. Es decir, en un país con una renta per cápita muy superior a la española y con más de 80 millones de habitantes, su Amancio particular es cuatro veces más pobre que el nuestro.
Y hay que tener en cuenta que "el 1% más rico de España atesora una renta media de 153.000 euros. No hablamos de una élite tan pudiente como la de otros países de la OCDE. Por ejemplo, el 1% más rico de España atesora el 8% de la renta nacional, mientras que en Francia, Italia y Suiza este porcentaje alcanza el 9%, 10% y 11%, respectivamente". Vivimos en un país que tiene, relativamente, pocos ricos (y los que tiene son menos ricos que los de otros países). Por eso, la presencia de Ortega sí puede distorsionar las estadísticas.
Como apuntamos anteriormente, sería curioso conocer cuál es el Factor Amancio. Es decir, ¿cómo quedaría España en desigualdad, ingresos del top 1, patrimonio de los 100 más ricos frente al 25% de la población, etc… si el fundador de Zara no hubiera nacido?
Más pobres
La intuición dice que en los parámetros más generales (tipo Gini o ratio 80/20) la ausencia de Ortega no tendría demasiada influencia, aunque sí sería enorme el efecto en algunas de las cifras que alimentan los titulares más llamativos, esos que comparan a unas pocas decenas de súper-ricos con millones de pobres. En cualquier caso, sería interesante calcularlo.
Pero todo lo anterior es estadística. Lo más importante no es si España subiría o bajaría algún puesto en el Índice Gini, sino cómo habría influido en el ciudadano de a pie que Zara nunca hubiera existido.
En este sentido, lo primero que hay que decir es que, como explica Juan Ramón Rallo, no habría ni un solo español que fuera a ser un euro más rico de lo que es ahora. Bueno, quizás algún comerciante coruñés que tuviera su boutique cerca de donde Ortega abrió su primer negocio. El resto no veríamos mejorada nuestra situación.
Es interesante apuntarlo porque siempre que se habla de lo mucho que tienen o ganan los ricos se insinúa la idea de que su dinero lo han sacado quitándoselo a los demás. Ningún ejemplo mejor que el de Zara para observar de primera mano que el comercio y la innovación empresarial no son un juego de suma cero, sino que generan riqueza para todos los involucrados.
Si acaso, el ciudadano medio sería más pobre porque tendría menos renta disponible, ya que, en vez de comprarse ropa en las tienda de Inditex, tendría que acudir a comercios de peor calidad o más caros. Esta es otra cuestión que casi nunca se apunta, ¿cuánto bienestar ha generado a sus consumidores? ¿Cuántas familias con rentas bajas pueden comprar prendas de calidad a un precio asequible?
No se acaba aquí la lista de beneficiarios de Ortega. Por ejemplo, con 40.000 trabajadores en España (casi 130.000 en todo el mundo), Inditex es uno de los mayores empleadores de nuestro país. Y eso por no hablar de los cientos de miles de empleos indirectos de sus proveedores y servicios auxiliaries.
Y lo mismo sucede con las miles de familias que confiaron en su negocio e invirtieron en acciones de Inditex en mayo de 2001, cuando salió a la Bolsa madrileña. Desde entonces, la revalorización de los títulos es superior al 550% (y eso sin contar los dividendos que haya repartido).
Por último, también sería interesante calcular cómo ha afectado elboom de Zara en las cuentas de la economía española. Si nuestro país ha tenido un problema en las últimas décadas ha sido el de la dependencia del exterior: hemos vivido a crédito, comprando siempre fuera más de lo que conseguíamos exportar. Evidentemente, Inditex ha contribuido (en una pequeña parte, eso es cierto) a que estos datos fueran un poco mejores. Sin la compañía de Arteixo, nuestras exportaciones habrían sido menores y nuestras importaciones más elevadas.
Ésta última puede parecer la razón más técnica, las demás son más palpables, pero todas ellas deberían hacer que la próxima vez que alguien vaya a hacer un comentario en Twitter sobre lo malo que es Amancio Ortega se lo pensase, al menos, dos veces.