…"los anuncios de la publicidad de la prostitución deben eliminarse", pues "mientras sigan existiendo, estarán contribuyendo a la normalización de esa actividad". No es que le vaya a servir de mucho. El matrimonio homosexual no podía causar un gran debate. La nueva ley del aborto, mientras haya en España quien valore la vida humana, no iba a colar sin respuesta. Pero ¿quién va a desviar la atención de las familias con todos los que están en edad de cotizar en paro para fijarse en una prohibición como esta?
Para empezar, porque echo mano de un periódico sevillano de gran tradición, uno de los pocos que tengo a mano y veo que la sección de contactos se queda en medio faldón. Tengo curiosidad por saber si la de La Vanguardia, que estuve comprando a diario durante años, sigue siendo la sección de clasificados más canalla y deslenguada de la prensa española. Pero me da que los "contactos" deben de haber encontrado cobijo en nuevas tecnologías, más proclives a los contenidos más sórdidos. Hay periódicos que han renunciado voluntariamente a ellos. El primero, la antigua Gaceta de los Negocios. Luego Público. Unos quieren prohibir una realidad menguante, otros se apartan de ella cuando deja de ser lucrativa, y todos con grandes palabras sobre la dignidad de la mujer.
No hay que temer que la publicidad normalice la prostitución, porque ésta lleva acompañando por norma a todas las sociedades desde hace miles de años. Por otro lado, prohibir los anuncios no va a acabar con la prostitución. Pero el diario La Razón, que está en campaña, calcula que un 80 por ciento de los políticos están a favor de la prohibición. Se ve que eso de prohibir lo que uno considera inmoral, es decir, la inquisición, es lo único que aúna a la izquierda y la derecha. La primera ha renunciado al 68 y vuelve al puritanismo que le caracterizó desde el principio, mientras que la derecha… la derecha ni cambia ni aprende.
Dice la ministra Aído que el 90 por ciento de las prostitutas están esclavizadas, y que por eso. Pero por eso, de ser cierto, tenía que desplegarse toda la policía para acabar con esa explotación. No se puede permitir que una persona se prostituya o haga lo que sea con su cuerpo contra su voluntad. Diría casi que incluso pagar impuestos. Poca broma, porque en la medida en que se dé una esclavitud no podemos permitir ni un ápice. Pero habrá que luchar contra eso, no contra la prostitución voluntaria. Porque si hubiese que prohibir toda publicidad de actos inmorales, habría que comenzar por la del propio Gobierno.
Hay trucos dialécticos reveladores. El de "la dignidad de la mujer". Si una mujer decide prostituirse, la dignidad que está en juego es la suya, no la de las demás. Y si la empeña en ese comercio, nadie, y menos un ministro o un director de periódico, puede prohibirle que lo haga. A ese argumento, añade La Razón uno más, en su editorial, que es cuando menos chocante. Prohibir los anuncios es "dignificar los derechos humanos". Y yo que pensaban que eran dignos de por sí…