Skip to content

Contra el zeitgeist

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Su conferencia fue más espectacular aún que su chaqueta y desde luego no dejó indiferente a nadie. Recibió, eso sí, más entusiasmo entre el público que entre los periodistas que, como suelen ser gente convencional y de orden, abrazan el zeitgeist y creen en su mayoría que los males del mundo tienen como causa la globalización. Pues no. "La globalización es buena, y punto", sentenció Sala i Martín.

Ese periodista convencional está tan habituado a manejar los hechos que ya no se impresiona por ellos, e incluso los supera; él es más listo y corre más rápido, y habrá salido indemne de la charla del economista. Este, como prueba de su sentencia, ofreció un dato y una reflexión.

El primero pasó fue dividir el mundo en tres tercios y coger el que más se ha abierto al libre mercado en las últimas dos décadas, y el que más se ha cerrado. Mientras que en el último ha aumentado el número de pobres (quienes viven con un dólar o menos al día) en cien millones de personas, en el primer tercio, el que ha abrazado la globalización, ha visto un descenso de 300 millones de pobres. Si ponemos el baremo en los dos dólares al día, vemos que la globalización ha arrancado de la pobreza a 500 millones de personas, es decir, como la población de la Unión Europea.

La otra consideración es la siguiente. Ha descendido la pobreza en todo el mundo, menos en el África subsahariana. Si la globalización es la causa del hambre, habrá que concluir que este continente ha sido poco menos que arrasado por la llegada de capitales, está anegado de nuevas tecnologías y abarrota nuestros comercios con los numerosísimos y muy variados bienes que se producen en esa parte del mundo. Pero lo que vemos es exactamente lo contrario. ¿No será que lo que necesita es más y no menos libre mercado?

Más artículos

Un profesor marxista no puede explicar cómo el socialismo cearía una PS5

Las décadas de competición por la primacía de los videojuegos, en las que la NES sustituyó a Atari, la Xbox a Nintendo y la PS5 acabó sustituyéndolas a todas, aunque no definitivamente (lo siento, fans de la Xbox), no son una característica del socialismo. Es una característica del capitalismo.