Lo siento por los chavales que tienen ahora mismo el lomo de color púrpura y las nalgas granate de tanto estacazo, pero lo que le ocurre a los dirigentes catalanes es un acto de justicia histórica que le reconcilia a uno con la Providencia.
Llevan tantos lustros educando a los niños en el radicalismo violento que al final han acabado convenciéndolos de que la mejor forma de mejorar el mundo es enfrentarse a palos con la policía, para lo que cualquier excusa resulta válida.
Por supuesto, los dirigentes del nacionalismo radical de izquierdas nunca han creído en lo que pregonaban, entre otras cosas porque durante la dictadura, más que correr delante de los grises corrían detrás de "los verdes" (los billetes de mil), cómodamente instalados en los aledaños del Régimen. Pero como la única forma de que un incompetente estructural se encarame al poder es exacerbando todo tipo de radicalismos, tenemos ahora la gratificante situación de unos responsables políticos acojonados por la forma en que la juventud se les enfrenta. Quizás pensaban que las masas sólo iban a echarse a la calle en contra de la derecha, pero los jóvenes atacan al poder establecido, como les han enseñado en las escuelas y las universidades; y ahora mismo, en Cataluña, el poder lo detenta la izquierda nacionalista.
Me divierto mucho viendo a un Joan Saura desnortado, balbuceando excusas para justificar la brutalidad de los agentes a su servicio que han dado, forzoso es decirlo, una imagen de contundencia injustificada sin parangón en los países "de nuestro entorno". Hay un mosso en concreto que es un portento. No sé si será siempre el mismo, pero hay un agente a las órdenes de Saura, zurdo por más señas, que hace todo tipo de filigranas con el bastón sacudiendo a ambos lados ¡Y no falla ni un solo leñazo! Se lo juro; el tipo es un virtuoso de la porra que además se gusta en los lances como los buenos toreros, lo que denota la existencia de un entrenamiento de lo más exigente.
La situación es de una esquizofrenia total, como corresponde al Oasis (A.K.A Matrix). Es lo que ocurre cuando se pone de responsable de la policía a un político de extrema izquierda que lleva media vida propagando "la revolución". Luego le hacen a él "la revolución" y no puede irse a las barricadas a luchar contra el poder establecido. Porque el poder es, ay, él y su señora. No me digan que no es divertido.