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Despertemos del sueño (europeo)

Publicado en El Cato

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Levantémonos pues, de una vez; que la Escritura nos exhorta y nos dice: “Ya es hora de despertarnos del sueño”. Regla de San Benito, prefacio #9.

El pasado 11 de julio se celebraba el aniversario de San Benito que es patrón de Europa desde que Juan Pablo II, en el año 1980 así lo nombrara, aprovechando el XV aniversario de su nacimiento. Famoso por su lema “Ora et labora” (reza y trabaja) fue fundador y autor de la Regla benedictina, a la cual pertenece el consejo mencionado. En el prefacio de la Regla de San Benito aparece la frase con la que se abre el artículo y creo que no puede ser mejor referencia para la Europa de esta semana que vive unos momentos terribles.

La Europa de los perdedores

Por describirlo brevemente, estamos viviendo un juego en el que todos pierden. Pierde el pueblo griego, como es bastante evidente. Pierde el dúo Varoufakis/Tsipras, que se han pasado de listos y se les ha ido de las manos. Más en detalle, desde mi punto de vista, pierde más Tsipras, que está haciendo el cangrejo ante los atónitos ojos de quienes, por dos veces en menos de un año, le han otorgado el mandato de representarles, prometiéndoles hacer lo opuesto a lo que está haciendo. Varoufakis tiene dos libros en el mercado y apunta como “gran” conferenciante junto a otros gurús exprés como Piketty o Stiglitz y Krugman.

Pierden las instituciones europeas, cuestionadas hasta vislumbrar, más o menos en la lejanía, el posible final de sus días, o al menos, de su manera de gestionar tal y como la conocemos. Pierden los ciudadanos europeos que, pase lo que pase, van a pagar los excesos de esta fiesta. Pierde todo el mundo.

Conviene recordar que fue en el año 2009 cuando el gobierno socialista recién elegido reconocía que sus cuentas estaban falseadas y que su déficit no era un 3,7% sino un 12,5% sobre el PIB

No vale de nada señalar con el dedo al pueblo griego y denunciar si defraudaron más los políticos griegos o se aprovecharon más los ciudadanos griegos. Pero sí conviene recordar que fue en el año 2009 cuando el gobierno socialista recién elegido reconocía que sus cuentas estaban falseadas y que su déficit no era un 3,7% sino un 12,5% sobre el PIB. En plena crisis financiera, los países de la zona euro decidieron no hacer nada drástico, no fuera ser que se agravara la situación financiera en Europa. Recordemos que por aquel entonces, Zapatero ya había rescatado cinco cajas de ahorros y nacionalizado tres más, y nuestra situación era terrible, como la de otros países. En mayo del 2010 se arbitró el primer rescate, en febrero del 2012 el segundo rescate, y nos encaminamos hacia el tercer rescate. Ya entonces, Papandreu consideraba humillante gestionar de frente el problema de Grecia y presionaba para que las instituciones europeas les trataran como al resto de los miembros socios, como España, Portugal, Italia o Irlanda, que fueron rescatados bien totalmente o bien solamente el sector bancario, como en nuestro país.

La humillación frente a tus pares

Y aquí seguimos, con otro primer ministro heleno de izquierda radical y miles de Tsipras-fans acusando a los acreedores de humillar al pueblo griego. Aquí seguimos mucho más empobrecidos. Unos países estamos devolviendo lo acordado en tiempo y forma y Grecia no. Pero no importa: les humillamos. Imagino a un samurái japonés mirando a la cara a su acreedor y espetándole en la cara: “No reconozco tu deuda ni a ti como acreedor y, además, te sitúo en un laberinto en el que pierdes si me echas y pierdes si me quedo”. El sentido del honor oriental llevaría a este señor y a toda su familia a quitarse la vida ante semejante humillación. Según esta percepción de la dignidad, el pueblo griego debería avergonzarse de Tsipras y de Varoufakis, en vez de otorgarles su representación mayoritaria.

¿Qué falla? ¿Falla Grecia? Realmente el sistema de rescate europeo, apresurado, demasiado apresurado, porque no estaba previsto, tenía agujeros que todos veíamos pero nos negábamos a reconocer. Y cuando alguien decía “Si un socio no cumple, nos vamos todos al hoyo”, la respuesta era: “Bueno, pero eso no va a pasar”. Y pasó. De la misma forma que en su momento se debió pensar que nunca habría un conflicto armado a escala mundial en el siglo XX y vivimos dos, o que nunca iba a acabar el patrón oro, o que nunca caería el precio de la vivienda…

La Unión Europea es una institución que pone parches aumentando el peso de su burocracia, su presupuesto y, lógicamente, su ineficiencia. Las soluciones que oigo y leo a mi alrededor hacen descansar el éxito de las mismas en la seriedad de banqueros centrales, de políticos y de gestores que han mostrado excelsamente cuán proclives son a caer en tentaciones deshonrosas.

¿No será el momento de despertar del sueño europeo y caminar hacia una Europa más libre?

 

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