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Economía de guerra

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La justificación filosófica para invadir Irak fue la guerra preventiva, que es el principio de precaución del Protocolo de Kioto, pero llevado al terreno del enfrentamiento entre Estados. La idea es: actuemos ahora antes de que sea demasiado tarde. El problema con este planteamiento es que no podemos saber de antemano si habrá un "demasiado tarde" o si nuestro plan podrá completarse con éxito.

Hay más: G. L. S. Shackle decía que hay un tipo de fenómenos que resultan autodestructivos, es decir, que al producirse cambian la situación de manera tal que no se pueden volver a repetir tal como tuvieron lugar. Y ponía a las guerras como ejemplo. Esto también hace más difícil que se puedan prever todas las consecuencias de una guerra, o siquiera las más importantes.

Pero, bajando al terreno de Irak, hay cosas que tampoco se han hecho bien. No se sabe si porque Estados Unidos es un país básicamente liberal y de éxito, una vez derrocado el tirano local han ido a probar… el intervencionismo más acendrado. Es más, la gestión militarizada. El socialismo, en suma.

El resultado no ha sido muy brillante. Lo primero fueron las colas en las gasolineras de uno de los primeros productores de petróleo del mundo. Y es que se han impuesto precios máximos, una medida que parece maquiavélicamente ideada para crear el caos.

Como a un precio por debajo del de mercado no hay oferta suficiente para todos los que querrían adquirirlo, tiene que arbitrarse otra forma de asignarla. Un esforzado militar en un despacho tiene que decidir qué es más y menos importante. No es la situación ideal. El Ejército no ha sabido ni poner en marcha muchas de las plantas de electricidad, que es la sangre de las sociedades modernas.

Quizá lo que haya faltado en Irak sea un cargamento de buenas ideas.

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