No hay duda de que las nuevas tecnologías son la asignatura pendiente de este país. Se lo conté la semana pasada y les conté también por qué pienso que no se está abordando esta cuestión como es debido. Es obvio que no pueden solucionar un problema quienes son incapaces de diagnosticarlo adecuadamente, es decir, a tiempo y con corrección. Algunas de esas personas que adolecen de una absoluta incapacidad para el diagnóstico de los problemas son los miembros del gobierno. Por eso mienten, se contradicen y hacen filigranas lingüísticas para no llamar a las cosas por su nombre o, lo que es lo mismo, para hablar sin decir nada. Por eso creen que regalar ordenadores a niños de 10 años es darles una educación en nuevas tecnologías.
Hace algunos meses, además, se les ocurrió la brillante idea de incluir en el currículum escolar oficial una asignatura de educación financiera y tributaria porque, decían, “será positivo para el cumplimiento de sus obligaciones tributarias en la edad adulta y será un elemento para prevenir el fraude fiscal”. Pretendían enseñar conceptos como “el de cuenta bancaria, fondo de pensiones, instrumento financiero, préstamo, hipoteca y tener un conocimiento general sobre el funcionamiento del sistema impositivo”. O sea, que quieren empezar a domar a sus ciudadanos desde su más tierna infancia para que se conviertan en sumisos pagadores de impuestos. Pero de crear riqueza nadie dijo nada. Sólo hablaron de enseñarles a dejar sus ahorros en un depósito bancario y a pagar religiosamente sus impuestos.
Los conceptos que en realidad nuestros hijos necesitan conocer son otros, como el del dinero, el déficit, la inflación y la inversión y, créanme, invertir no es apalancar cuatro duros (el que los tenga) en un depósito bancario. La mayoría de las personas no saben cómo funciona el dinero, ni para qué sirve un banco central, ni cuántos impuestos paga y, mucho menos, qué se hace con ese dinero. La mayoría de las personas no saben que podrían pagar menos impuestos de forma legal, ni que hay más formas de ganar dinero que vendiendo su tiempo, ni que la economía es mucho más fácil de entender de lo que los políticos les han hecho creer.
La educación financiera que necesitan nuestros hijos no es el adoctrinamiento tributario que pretenden De Guindos y Wert pero por desgracia las finanzas todavía son un tabú en muchas familias. Hay niños que nunca han podido gestionar su propio dinero; jóvenes que nunca han entrado en un banco; y por supuesto, millones de personas de todas las edades que son incapaces de comprender los más básicos conceptos económicos. ¿Cómo podrán los padres y los profesores dar una educación financiera a los niños si ellos mismos no la tienen? No podrán. Y por eso Rajoy y compañía tienen vía libre para adoctrinarlos a su conveniencia. Por eso y porque tienen a su favor un excelente sistema escolar prusiano que poquísima gente se atreve a cuestionar. Asumamos la realidad: con un sistema escolar del siglo XIX y un sistema laboral del siglo XX es imposible que las cosas nos vayan bien en el siglo XXI.