Lo que no podíamos suponer es que la ministra cabrera (permítaseme omitir la mayúscula en el apellido, como le gusta a García Domínguez) iba a ser tan explícita sobre lo que va a hacer con nuestros chiquillos para convertirlos en votantes ejemplares del PSOE.
El material de apoyo de la asignatura es espléndido. Me refiero, claro, al magnífico estudio antropológico, de gran valor educativo, cuyo título reza Alí Baba y los cuarenta maricones (los progres y sus metáforas, siempre tan sutiles). Hojeando este documento esencial para la educación infantil veo a dos señores agachados junto a un burro especialmente bien dotado, haciendo cábalas sobre diámetros, longitudes y su proporción con ciertos orificios de llegada, cuyo estudio será sin duda de gran provecho para los niños que tengan el privilegio de trabajar con él en clase. No obstante lo anterior, los profesores deberán andar muy finos en sus explicaciones, pues hasta los niños saben que, a pesar de su complejidad, la anatomía humana es un sistema perfectamente estructurado, con unos orificios de entrada y otros de salida. El orto, precisamente, pertenece a este segundo grupo, así que a ver cómo logran hacer entender a las criaturas esta aparente contradicción en materia de tráfico rectal.
Cuando vea a su hijo jugando a cambiarle la ropa a los madelman o quedarse embobado viendo películas de gladiadores, puede usted estar completamente seguro de que la criatura va directa a la matrícula de honor en esta materia. La otra opción es declararse objetor a esta asignatura, haciendo constar que sólo arrancando a sus hijos de sus manos yertas podrá la autoridad educativa torturarles con semejantes cochinadas, que es lo que pienso hacer yo mismo llegado su momento. Porque una cosa es enseñar a los niños a respetar ciertas formas de vida, cosa que ya hacemos los padres normales, y otra muy distinta animarles a ponerlas en práctica a despecho de lo que opinen sus papás y mamás.
Por supuesto, los hijos de los altos cargos socialistas no van a "disfrutar" de las divertidas enseñanzas de esta novedosa asignatura, pues en su inmensa mayoría asisten a colegios privados de superlujo, preferentemente católicos. Allí, en lugar de las bondades de tomar por retambufa, los niños de los líderes de progreso aprenden álgebra, matemáticas, física o historia, que es la mejor educación para la ciudadanía que se ha inventado desde los griegos. Lo del multiculturalismo, la megatolerancia, el mestizaje y el mariquiteo está muy bien, pero para los niños de los obreros en los colegios públicos de los suburbios donde, precisamente, el PSOE tiene su mayor semillero de votos, cosa que, paradójicamente, parece preocuparme sólo a mí, que jamás he votado a la izquierda. Los hijos de las elites progresistas, a colegios de curas y después a una buena universidad privada de los Estados Unidos.
Pero no conviene sulfurarse demasiado con esas cuestiones. La LOGSE (y su siniestra secuela) ha sido una herramienta tan efectiva en la producción industrial de burricie académica que, por mucho que lo intente la ministra, ningún estudiante podrá repetir al terminar el bachillerato ni una sola línea de todo este material pedagógico con que ahora se les amenaza. Están tan inmunizados contra el conocimiento puro que lo más probable es que sientan un rechazo espontáneo cada vez que escuchen algún concepto de los que esmaltan el proyecto de ciudadanía que zapatero quiere grabar a fuego en sus alborotados cerebritos.
Y un apunte final acerca de la promoción festiva de la homosexualidad, en la que quizás no hayan caído los altos cargos del ministerio: la Iglesia Católica exige respeto para los homosexuales, el Islam los ahorca en una grúa y el comunismo los encarcela. ¿Incluirán también este pequeño detalle en el diseño curricular de la materia?