Si en vez de uno, son dos, el canon pasa a ser de 12 euros, y el tercero y los siguientes, quince. La justificación del filósofo Madrazo para imponer el canon es que "la vivienda vacía es un ejemplo de uso antisocial y no sostenible".
La lógica de la medida arbitrada por el Gobierno vasco es sencilla: si a un propietario le resulta tan caro guardar una casa sin sacarla al mercado, se verá obligado finalmente a hacerlo. En la consejería han hecho sus cuentas y prevén que los ciudadanos pondrán en alquiler unas 26.000 viviendas.
Pero si le hubieran dado un par de vueltas más al asunto, acaso se habrían dado cuenta de que el canon es innecesario, y que la solución parece ir más bien por otro lado. Está claro que, quien tiene una casa que en principio no va a utilizar y no planea vender tiene un enorme interés en sacarle provecho ofreciéndola en alquiler.
Es más, sin la necesidad de imponer canon alguno, cada día que pasa sin que el propietario le saque una renta le supone un gran coste de oportunidad. Bien sabe él a lo que está renunciando por no hacerlo.
Y sin embargo son muchos, decenas, centenares de miles de propietarios, los que deciden guardarse la casa hasta encontrar una ocasión propicia para venderla, o para cualquier uso que le puedan dar, que prefieren casi cualquier opción antes que ponerla en alquiler, aún a costa de renunciar a unos buenos ingresos. La cuestión es: ¿por qué?
Y la respuesta es que el mercado no funciona bien, porque una vez se firma un contrato con un inquilino son más las incertidumbres que las certezas. ¿Cumplirá puntualmente el nuevo habitante de la casa? De no ser así, ¿cuánto tiempo tendrá que pasar antes de que recupere el control? Lo que necesitan es seguridad, y el camino no son los cánones, sino seguridad jurídica.