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El capitalismo samaritano de Falciani y Monedero

Publicado en Voz Pópuli

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Uno de los nombres de los últimos días, que seguro que nos acompañará en los próximos es Falciani, el hombre a una lista pegado. La polémica suscitada por el comportamiento del banco suizo HSBC, su ingreso en prisión y su liberación, las circunstancias que le rodean y los rumores que él mismo se ha ocupado de difundir, hacen de este ingeniero en sistemas informáticos, un héroe de nuestro tiempo.

El otro es el de Monedero, que el viernes dio explicaciones acerca de las acusaciones vertidas sobre él dignas de un héroe, en una polémica rueda de prensa.

La heroicidad necesaria

No hay historia de un país, de un pueblo o de una época, sin héroe que se precie. Esta figura, que recibe culto sin ser divino y vive entre mortales sin ser simplemente humano, porque encarna las virtudes de la sociedad y acrisola lo mejor de cada casa, tiene como misión realizar actos dignos de sí mismo: heroicidades. Estos actos heroicos en la Grecia antigua podían ser crueles, sangrientos, pero siempre eran ejemplares y necesarios.

Y así es Falciani. Contratado por el banco HSBC para afianzar la seguridad de su sistema informático, robó datos de su empresa para denunciar lo que él creía que era incentivar el fraude fiscal. No defiendo al banco si sus prácticas no eran las correctas, eso ante todo. Pero Falciani cometió un delito claro. ¿Importa? No, peor es defraudar aunque no se trate de tu país (él es monegasco). Todo el mundo sabe que el fraude es un mal social y que los delitos cometidos por su causa, como transgredir la propiedad privada de otros (en este caso la empresa en la que trabajaba), el incumplimiento del contrato, etc. son un mal menor y necesario en aras de un bien mayor. ¿Trató de lucrarse? No, no… bueno, igual un poquito, pero no importa, sigue siendo un héroe al que Estados Unidos, cual previsora Atenea, advirtió para que se quedara en España porque su vida corría peligro.

Lo de ir a Beirut como punto de partida a montar una empresa que vendiera los datos robados por amor a la humanidad, con un alias y encima no lograrlo, es un detalle mínimo, sin importancia, que va implícito en el carácter del héroe, del nuevo samaritano capitalista. Como si no fuera a sacar partido de su asociación con los poderes gubernamentales. De momento ya ha sido contratado (por un precio) por Podemos.

Las necesidades del héroe

Porque los héroes tienen sus necesidades. Y si Falciani necesitaba viajar al Líbano con su amante para vender sus datos, Monedero dejó muy claro dos cosas en su rueda de prensa: está consternado y necesitaba una empresa para funcionar.

No deja de ser conmovedor que un héroe de hoy, capaz de repetir dos veces en la misma frase lo humilde que es, que habla de sí mismo en tercera persona, que recalca su destino mesiánico cuando afirma que le encantaría estar menos expuesto pero que no depende de él, se sienta tan bloqueado, golpeado personalmente, en aquello que a un profesor le duele más: las dudas acerca de su currículo. Ni una frase sobre qué le parece que Leopoldo López siga en la cárcel o que hayan apresado a otro alcalde venezolano hoy. No, eso no es relevante. Es importante que mis expertos son los fiables y los tuyos no. Eso, y que soy experto y me pagan por eso. Y me pagan a precio de mercado, no me vaya a echar la culpa a mí. Eso sí, cuando un insidioso periodista le pregunta si le parece bien el precio de mercado el héroe contesta: la gente sufre, es el precio que imponen los mercados a los pobres y desgraciados. Y se sale del tema loando al Banco del Alba, ético a fuer de bolivariano, con la misma languidez que Luis Eduardo Aute pero con menos años y más estudios.

Y suma y sigue. En este país donde los políticos tienen las mismas miras y la misma consistencia en sus propuestas que una candidata a Miss Universo (“Si gano el concurso me dedicaré a difundir la paz en el mundo”), el cambio encarnado en Monedero llega una hora tarde a su propia rueda de prensa, sin ser nadie, como muy bien ha dicho el propio Monedero, y contrata al ladrón Falciani, que por no tener habilidad empresarial ha sido encumbrado por gobiernos que rapiñan dinero para seguir comprando votos.  Un panorama esperanzador.

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