Este año se cumplen cuatro décadas exactas de la primera edición de Del buen salvaje al buen revolucionario, una obra que rechaza el victimismo de la izquierda del Continente, empeñada en buscar fuera de sus fronteras las causas del subdesarrollo, sin advertir que somos nosotros los principales culpables de cuanto nos acontece.
Los venezolanos, que son muy industriosos y muchos de ellos tienen buena formación profesional, poseen estaciones de radio, televisión, periódicos muy aceptados, y ponen en escena notables obras de teatro en español, muy bien actuadas.
Si uno quiere entender la tragedia de lo que los economistas llaman «pérdida de capital humano», los venezolanos son la muestra más dolorosa de ese fenómeno, y ésta es la ciudad ideal. Han venido a darle a Miami lo que ya no les permiten hacer en Venezuela.
Pues bien, se da la circunstancia de que dos entidades culturales de primer orden, van a reconocer el inmenso aporte cultural de un ilustre matrimonio venezolano, Carlos Rangel y Sofía Imber.
El Centro de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami analiza la obra de Rangel y exhibe un documental sobre su figura. Rangel, dicho sea de paso, se suicidó en enero de 1988, cuando sólo tenía 58 años.
Al día siguiente, el Pérez Art Museum de Miami, el bellísimo PAMM, el más importante de la ciudad, le rendirá un gran homenaje a Sofía Imber, la fundadora del Museo de Arte Moderno de Caracas, quien hoy tiene 92 años y una envidiable salud mental.
Ese museo, el de Sofia, que comenzó muy modestamente en Caracas y llegó a ser el primero de América Latina bajo su dirección, llegó a tener más de 4000 obras de los grandes maestros contemporáneos: Picasso, Kandinsky, Bacon, Matisse. Todos los grandes.
Dado el éxito, el gobierno, en 1990, con toda justicia, le cambió el nombre al Museo y le puso Museo SOFÍA ÍMBER de Arte Moderno, pero Chávez, siempre rencoroso, en el 2001 le quitó el nombre y echó a la fundadora de la dirección de la institución, lo que marcó el inicio de la decadencia del museo, como sucede con todo en ese pobre país. Hoy es un desolado desastre.
‘Buenos días’
Durante décadas, Carlos y Sofía hicieron un exitoso programa diario por Venevisión titulado Buenos Días, en el que comentaban la noticia del momento, analizaban los sucesos con ojo crítico, defendían las libertades y la democracia a capa y espada, y entrevistaban a figuras importantes.
Quien quiera conocer la historia de Venezuela durante los años de la democracia, desde cuando la inauguró Rómulo Betancourt en 1959, hasta el momento en que Rangel se quitó la vida, debe repasar las transcripciones de los programas. Son una fuente inagotable de historia viva.
Carlos Rangel, ensayista, diplomático, periodista, es el autor de algunos de los libros latinoamericanos más importantes de cuantos se publicaron en la segunda mitad del siglo XX.
Entre ellos, Del buen salvaje al buen revolucionario, cuya primera edición cumple este año cuatro décadas exactas, una obra que rechaza el victimismo de la izquierda del Continente, empeñada en buscar fuera de sus fronteras las causas del subdesarrollo, sin advertir que somos nosotros los principales culpables de cuanto nos acontece.
Pocos meses después del suicidio de Carlos, el escritor francés Jean-François Revel, que fue su amigo y prologó la edición francesa de Del buen salvaje, publicó un libro extraordinario titulado El conocimiento inútil, en el que establece que: «La primera de todas las fuerzas que dirigen al mundo es la mentira».
No me extrañaría que tuviera presente el ejemplo de Carlos mientras lo redactaba. Carlos se pasó décadas, junto a Sofía, presentándole las verdades al pueblo venezolano. Pero era un conocimiento inútil. No le hacían caso. Lo ignoraban. Tal vez esa melancólica convicción contribuyó a su muerte. No lo sé. Pero merece honor, como Sofía.