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El déficit se incumple por gastar sin control

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La bajada de impuestos propuesta en nuestra ‘revolución fiscal’ genera mejores y mayores ingresos.

I was runnin’ on empty, I was runnin’ on fumes, I was runnin’ on desperately”. Steve Forbert

La retórica del socialismo español es siempre la misma. No se pueden bajar impuestos porque hay déficit. Sin embargo, con ingresos récord generados en parte gracias a la bajada de impuestos y a la mejora de la economía, el Gobierno ya anuncia que -oh, sorpresa- incumplirá el objetivo de déficit. ¿Y por qué? Porque los gastos se disparan. El déficit es la excusa para no devolverle a los ciudadanos un poco de su propio dinero, pero incluso cuando los ingresos son extraordinarios, gastan mucho más. Y anuncian mayores impuestos. Usted siempre tiene margen, ellos no.

Dice la ministra de Economía que su prioridad es bajar el déficit y, sin embargo, no ocurre. Porque, como ella sabe bien, cuando los ingresos suben se gasta mucho más y cuando bajan… también. Porque, como ella sabe, el déficit siempre es un problema de gastos, no de ingresos.

Analicemos los datos:

En 2018, el conjunto de Administraciones Públicas ingresó 468.800 millones de euros, 26.600 millones más que en el año 2017. Los ingresos crecieron un 6%.

Los ingresos por impuestos aumentaron en 16.000 millones, las cotizaciones sociales en 7.000 millones y el resto de los ingresos en 3.500 millones de euros.

Con este notable incremento de los ingresos, ¿qué ha hecho el Gobierno de Pedro Sánchez? ¿Cómo es posible que sólo se haya reducido en medio punto el déficit público cuando en 2017, con menor incremento de ingresos (no llegó a 20.000 millones), se redujo 1,5 puntos?

La respuesta está en que, por primera vez desde la crisis, el gasto público sobre el PIB crece. 

En 2018 volvemos a caer en el error de 2008: es el primer año desde la crisis en el que los gastos se disparan y crecen más que los ingresos. Mientras el PP bajó el gasto público en 5 puntos de PIB durante el gobierno de Rajoy, el PSOE ya lo ha subido medio punto en sólo 10 meses.

Descontrol

Las Comunidades Autónomas, que tenían que haber incrementado su gasto un máximo de un 2,4% en 2018 para cumplir con nuestros objetivos (regla de gasto), han incrementado su gasto en el 4,3%. ¿Qué comunidades autónomas? Andalucía, de cara a las elecciones, ha incrementado sus gastos en un 5%, y no reduce nada su déficit; Aragón, en un 3,6%; Baleares, en un 13,7% y pasa de tener superávit a tener déficit; Canarias, en un 6,3%; Cantabria, en un 3,4%; Castilla-La Mancha en un 5,2%; Valencia, en un 7,3%.

La indisciplina fiscal en las comunidades autónomas con gobiernos socialistas es espectacular… Y se desmanda a partir de la mitad del año. Por el contrario, Castilla y León disminuye su gasto en un 0,6%; Galicia lo incrementa en sólo un 2,6% muy cerca de la regla de gasto; Madrid, un 3%; y La Rioja, un 3,4%. En general el gasto de las comunidades gobernadas por el PP ha sido mucho más moderado y en línea con el crecimiento.

¿Gasto social? No. El gasto corriente (consumos intermedios y remuneración de asalariados) suben por encima del 3% para el conjunto de la Administraciones Públicas. Especialmente llamativa es la subida de retribuciones a los empleados públicos en Andalucía (4,2%), Baleares (6,7%), Canarias (5%), Castilla-La Mancha (4,1%), Valencia (6,1%). Es decir, en estas comunidades se ha aprovechado la relajación de la disciplina fiscalpara aumentar de forma descontrolada el gasto en personal. Como consecuencia de esto, el gasto en nóminas se ha incrementado en 4.000 millones de euros.

Los consumos intermedios (compras de bienes y servicios de las administraciones) aumentan en un 3,1%, en casi 2.000 millones de euros.

Sí, 7.000 millones se han destinado a pensiones, subida prevista por el Gobierno anterior, pero no supone ni de lejos el principal factor de aumento de gasto.

Es muy llamativo el fuerte incremento del capítulo de “resto de empleos” que aumenta en 5.000 millones de euros, fundamentalmente en el Estado. Éste es un cajón de sastre donde se introducen todos los gastos que no son los mencionados anteriormente. Además, por primera vez desde el comienzo de la recuperación, suben los gastos de intereses en 500 millones de euros cuando había bajado en todos los años anteriores.

Así, con ingresos fiscales récord y en un entorno todavía favorable de crecimiento y creación de empleo, el déficit sólo baja en 4.000 millones de euros, frente a los 14.000 que bajó en 2017. Desde 2011, el déficit se redujo casi un 70%. 

Lo más importante

Las cinco décimas de PIB que se ha reducido el déficit en 2018 ya habían bajado en junio, por lo que el Gobierno de Sánchez simplemente ha consumido los ingresos récord para aumentar de manera muy relevante el gasto corriente. Inflar el PIB aumentando los desequilibrios. 

Las primeras cifras de enero y febrero, aunque todavía son preliminares, ya apuntan a crecimiento del déficit del 2019 en los primeros compases de este año, y eso que incluye la brutal subida de impuestos al trabajo escondida tras la subida del SMI y el viento de cola de unos ingresos que todavía son crecientes.

El déficit no se va a controlar ni reducir aumentando de manera irresponsable el gasto público. De hecho, esa política de aumentar desproporcionadamente el ritmo de aumento de gasto con respecto al de ingresos es la misma que nos llevó a una crisis.

Entre 2004 y 2009 España fue el país en el que más creció el gasto público de nuestro entorno, un 48%. Casi un 9% anual. Eso nos llevó a poner las semillas de una enorme crisis. La política de la cigarra, contar con los ingresos extraordinarios del ciclo alcista y de la burbuja inmobiliaria, que dejaba en las arcas públicas alrededor de 40.000 millones anuales que nunca debimos haber considerado como recurrentes y consolidables.

Luego, al adentrarnos en una brutal crisis se habla de recortes, sin pensar en el aumento de gastos muy por encima de los ingresos recurrentes y de largo plazo. Porque los gastos no se pueden considerar sin tener en cuenta el tejido productivo, empresarial y la situación de las familias. La falacia de “gastamos menos que la media europea” esconde la realidad de que tenemos empresas más pequeñas y débiles y más del doble de paro que la media de nuestros comparables.

La excusa del déficit para no bajar impuestos parte de tres falsedades:

1) Que los ingresos van a aumentar, aunque se suban los impuestosy no seamos competitivos fiscalmente. Que todos nosotros tenemos margen, pero el Gobierno no puede gestionar mejor.

2) Que la fiscalidad tiene que estar supeditada a lo que desee gastar el Gobierno, y no el Gobierno a administrar lo que la economía productiva puede generar.

3) Que el déficit se genera por culpa de los agentes económicos que no generan los ingresos que desea el burócrata. 

En los tres escenarios que manejamos, la bajada de impuestos propuesta en nuestra Revolución Fiscal genera mejores y mayores ingresos, además de fortalecer y aumentar las bases imponibles.

España puede y debe cumplir con su objetivo de déficit precisamente devolviéndole a ustedes y a los creadores de empleo un poco de su dinero, por el que trabajan cada día. Poniendo a la administración pública a hacer lo que pone en su título: administrar, no expoliar. 

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