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El efecto Aguirre

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Porque hay maquinaciones de los políticos que son para salir a la calle en plan V de Vendetta, a decirles que nosotros somos más y hay cosas por las que no pasamos. La última es el apaño de repartirse el CGPJ. El gobierno de los jueces, pero por lo que se ve no por los jueces, sino por los políticos y para los políticos. Aquí no se deja nada al azar, a la autonomía de las instituciones, al devenir de los acontecimientos según su propio curso. No. Nada debe escapar al control de los políticos. "Dividamos los poderes para poder repartírnoslo mejor", se dicen a escondidas. "Democraticemos las instituciones" dicen desde los atriles, frente a las cámaras, ante los micrófonos. "Venga: ‘Mon’ para mí, ‘tes’ para ti y ‘quieu’ para el otro, que así no habla". Y a comerse su carne muerta, por si a alguien se le ocurre resucitarlo.

En el CGPJ es carnaval todo el año. Los políticos se disfrazan (de jueces) y todas las normas morales están ahí para romperlas. La justicia no está invitada ni para violarla, que este es el templo de la política. Que los socialistas estén en ese juego es de esperar. Son totalitarios y no están dispuestos a permitir, si el coste de impedirlo no es excesivo, que la sociedad funcione al margen de los designios de la política. ¿Y el PP? Aznar llegó al poder prometiendo "regeneración democrática" y salió de él creyéndose mejor que los socialistas porque ellos eran más generosos en el reparto. Ellos sí que son tontos y cobardes. Tontos porque participan de un juego abyecto sin aprovecharse de él al máximo y cobardes porque no tienen la hombría de denunciarlo y ponerse al frente de la manifestación. Y eso con Aznar, no digamos con el PP pactista de Rajoy. Sí, hace falta una "marcha verde" pero no por el Sahara, sino por cuatro o cinco puntos de la capital, para hacerles ver que estamos hartos. Claro, que al final seríamos cuatro gatos, porque son muchos los que hasta disfrutan con el espectáculo.

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