Urge recuperar el diálogo social y la cordura. Abandonar a Bildu y coordinar con las empresas y autónomos.
«Lies dripping off your mouth like dirt, lies in every step you walk, lies whispered sweetly in my ear, lies, how do I get out of here?». Mick Jagger.
Esta semana hemos presentado en Orfin (Observatorio de la Realidad Financiera) las perspectivas para la economía española. Las conclusiones del análisis del equipo de economistas de la catedra muestran que el Producto Interior Bruto (PIB) de España registraría, de media y con las estimaciones actuales de desconfinamiento, una caída del 13% a finales de 2020 con una recuperación muy pobre, del 3% en 2021.
La deuda pública subiría hasta el 122% del PIB a finales de este año, el nivel más alto en España desde 1900, después de la Guerra de Cuba y Filipinas. El promedio de paro en 2020 sería del 20,5% y en 2021 la tasa de paro se elevaría hasta el 22% por el fin del efecto contención de los ERTE. Esto significa que más del 40% de la fuerza laboral española estaría o en paro, cese de actividad o en desempleo temporal en el pico de la crisis.
Ante un desastre económico de semejante magnitud, en el que Bloomberg sitúa a España como uno de los países con peor desempeño en economía, desempleo y gestión de la pandemia y el cierre forzoso, el lector pensaría que el gobierno tomaría todas las medidas para fortalecer la confianza en nuestro país y reforzar la seguridad jurídica. Pues no.
El vergonzoso episodio generado por el acuerdo con EH Bildu, desmentido por WhatsApp a medianoche, reiterado al día siguiente por el vicepresidente segundo y, a cierre de este artículo, todavía sumergido en una confusión sin precedentes, tiene implicaciones muy importantes en la confianza en nuestro gobierno y, con ella, la del país.
La confianza se construye durante años, pero se destruye en muy poco tiempo. Con todas las críticas que se puedan hacer a la administración de Zapatero o Rajoy, no se puede negar que el objetivo constante de sus ministros y la acción de Gobierno siempre fue el de fortalecer la confianza en el país y recuperar el crédito. Este despropósito con la reforma laboral la dinamita.
Este nuevo episodio de asalto a la libertad de empresa y la seguridad jurídica demuestra la falta de confianza que genera el Gobierno, su falta de compromiso previo y su absoluta descoordinación. La combinación de arrogancia, sectarismo e ignorancia que perméa en casi todas las decisiones económicas del gobierno nos afectarán durante mucho tiempo.
Recordemos que el presidente del Gobierno y la ministra de Economía se reunieron en Davos y Nueva York con los principales inversores del mundo prometiendo por activa y por pasiva que no iban a derogar la reforma laboral, solo revisar algún pequeño término «menor». Anoche, uno de ellos me recordó en un mensaje la letra de la canción del álbum Some Girls de los Rolling Stones que ilustra este artículo. Muy triste.
Recordemos que es la Reforma Laboral de 2012, en su término VI, la que aumenta la flexibilidad en los ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) y establece las bases de regulación de los ERTE como los conocemos al eliminar la autorización administrativa previa.
Si se hubiera mantenido el sistema anterior, los 3,4 millones de personas que hoy están en ERTE estarían hoy en su inmensa mayoría en paro. De hecho, a cierre de este artículo no se habrían podido tramitar casi ninguno de los ERTE por el oneroso y lento proceso administrativo que regía la tramitación antes de la Reforma Laboral.
Si no fuera por la Reforma Laboral que odian por sectarismo ideológico, el paro en España sería hoy cercano al 35%, según las estimaciones reflejadas por Adecco del impacto de ERTE en el mercado laboral de marzo y abril.
Si no fuera por la Reforma Laboral, las cifras de creación de empleo de 2018 y 2019 que ellos defienden como parte de su gestión, no se habrían dado. Una reforma que paró la sangría de empleo y ayudó a crear puestos de trabajo siendo el segundo país de la eurozona en creación de empleo fijo. El BBVA mostraba que si se hubiese aplicado la reforma laboral de 2012 desde 2008 España habría evitado dos millones de parados en la crisis anterior.
Este Gobierno, que se ha servido de la Reforma Laboral que demoniza para mitigar la mayor sangría de empleo de nuestra historia reciente, se lanza ahora a dinamitar todo el mecanismo regulador del mercado laboral justo cuando deberíamos estar poniendo todas las facilidades y seguridad para atraer empleo de cara a la recuperación.
Este Gobierno, cuyos miembros (de Podemos e Izquierda Unida) han usado la reforma laboral para reestructurar sus propias plantillas sin ningún remordimiento, ha usado todos los mecanismos de flexibilidad y agilidad que establecía dicha reforma para enfrentarse a esta crisis.
El problema no es que ahora venga el presidente (si se manifiesta) y diga que todo ha sido una especie de broma pesada, o que lo desmienta la ministra en aquellos medios de comunicación que puede utilizar para apagar este incendio.
El problema es que han mostrado que la seguridad jurídica e inversora es inexistente y está sujeta a los más disparatados tacticismos parlamentarios.
No es solo un problema de falta de concreción, fiabilidad y seguridad para aquellos que estén planteándose contratar a alguien sino para miles de parados.
El Gobierno acaba de dejar en limbo a decenas de miles de personas que podrían incorporarse al mercado laboral con la decisión del gobierno de dejar en suspenso la parte más importante del marco regulatorio del mercado laboral, la que garantiza un proceso rápido y ágil.
Adicionalmente, pone en peligro la recuperación del empleo ya que muchas empresas se encuentran ante el más que probable aumento exponencial del coste administrativo y legal de formalizar un contrato laboral. ¿Tomaría usted la decisión de contratar a alguien hoy cuando le están diciendo que los principales principios reguladores del mercado de trabajo en lo que tiene que ver con agilidad y flexibilidad están en cuestión diaria?
Incluso si Sánchez y Calviño hacen un esfuerzo de negar el episodio y recuperar la normalidad, el daño infligido a la seguridad jurídica es enorme y no solo afecta al mercado laboral.
¿Qué inversor o empresario va a sentir confianza ante la posibilidad de que se cambien todas las reglas del juego en unas horas dependiendo del tacticismo parlamentario del Gobierno?
Si un país donde el paro era ya uno de los mayores del mundo antes de la crisis pone en peligro la estabilidad y confianza para crear empleo… Imaginen ustedes el resto de los aspectos de la economía.
Urge recuperar el diálogo social y la cordura. Abandonar a Bildu y coordinar con las empresas y autónomos.