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El exterminador nuclear

Publicado en Libertad Digital

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¿Cuál fue la prestación de Cataluña que llevó al resto de España a aceptar una obligación que acaban de descubrir Artur Mas y Zapatero? ¿En qué momento se firmó el préstamo, con qué firmantes? ¿Cuáles fueron los términos? ¿Cuál es la historia de la deuda histórica?

Este descubrimiento de Mas y Zapatero no es sino una forma de acuñar en una expresión cursi el coste en inversiones en Cataluña del acuerdo sobre el texto del nuevo Estatuto. Y muestra con toda su crudeza en qué consiste la política: actuar como mecanismo redistributivo que le quita renta y riqueza a unos y se la transfiere a otros, con peaje para la propia clase política. También consiste en discriminar entre distintos grupos para tener el poder de decidir quién sale ganando y quien no, y sacar de nuevo tajada de ese poder. En eso consisten el Estado y sus gestores.

El robo, la extracción coactiva de la renta y la riqueza, recibe el nombre de “impuestos”. Como limitarse a sacarle jugo a los trabajadores y emprendedores les llevaría a la rebelión, el Estado y la política han ido aprendiendo con la historia y su estrategia ha variado con el tiempo. El robo desnudo se convierte en la redistribución a distintos grupos, en función de su poder e influencia, que una vez en el juego se ofrecen para apuntalar al entramado estatal. Según cambien las circunstancias históricas, los grupos o sectores sociales con mayor influencia se llevan una cuota mayor de poder o de participación en el botín. La transferencia suele hacerse de grupos desorganizados a grupos organizados. En el caso de la España de Zapatero (junto con otros grupos), la ventaja ha sido tomada por la Generalidad y su entorno. Y no se olvide que, a diferencia de una sociedad de libre mercado, en el juego de los robos y las transferencias políticas no hay ni armonía de intereses ni aumento de la prosperidad para todos. Aquí lo que se lleva uno es a costa de los demás. Adivine quién pagará la “deuda histórica”. No mire muy lejos.

Como la alianza entre distintos grupos para sostener el enorme mecanismo de distribución de riqueza no es suficiente para mantenerlo a largo plazo, es necesario un elemento más: la legitimación. El reparto de un botín es mucho más eficaz si uno es capaz de legitimarlo ante la sociedad. Y poco hay mejor para ello que hablar de conceptos metafísicos, e incluso metahistóricos como los que utiliza el nacionalismo. “Deuda histórica” es un buen ejemplo.

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