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El informe anti-corrupción y el efecto vampiro

Publicado en Voz Pópuli

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La Unión Europea acaba de publicar su informe acerca de la corrupción en los veintiocho países que la componemos. 120.000 millones de euros son los que se cuelan por las goteras de la corrupción cada año en la UE. Una cifra bastante respetable que debería llevar a reflexionar cuántos de esos miles de millones se despistan anualmente en nuestro país. 

La mirada al ombligo

Pero en este país, las portadas están dedicadas a los culebrones en los medios escritos, si la infanta Cristina bajará la cuesta de los juzgados a lomos de un corcel, en coche o a la pata coja, y la Convención del Partido Popular y las reacciones a favor o en contra de los demás partidos políticos. No toca mirarse al ombligo de la corrupción, a pesar de que es un tema que desafortunadamente va adquiriendo ya una consistencia en la percepción de los españoles bastante preocupante. Solamente los griegos tienen una percepción más alta de la difusión de la "infección" y son los que creen que la corrupción les afecta en su vida diaria en mayor proporción.

A pesar de ello, la semana pasada tuve que aguantar que una subdirectora de un periódico (que no es éste, entiéndase) se indignara y cuestionara la politización de la justicia y me acusara de que mis argumentos son conspiranoicos contra los políticos (los pobrecitos políticos). También tuve que ver cómo un político regional my conocido y amigo mío decía en una tertulia de televisión que, bueno, corrupción hay pero como en todos los países. Claro, no vaya a ser que tengamos que tomar medidas.

Los consejos de higiene anti corrupción

En el informe de la Unión Europea, se insta a España a tener cuidado en determinados aspectos como el control del gasto autonómico y local, la financiación de los partidos políticos y la independencia de los órganos que vigilan la corrupción, como la Oficina de Conflictos e Intereses. De momento, esas tres recomendaciones son las de siempre, las de toda la vida. Es como si te dicen que para evitar una plaga que asola nuestra civilización occidental, la solución pasa por lavarse las manos antes de comer o el cepillado dental tres veces al día. ¿No eran esas medidas de las que nos enseñan nuestras madres y en el colegio, de esos hábitos que se suponen tan habituales en nuestra avanzada sociedad que la repetimos inconscientemente?

Lo normal es que la mente humana nos juegue una mala pasada y al leerlo pasemos por encima de ese párrafo con un "Ah, lo de siempre". Pero cuando nos lo recomiendan es porque no lo hacemos.

Otra miradita al ombligo nos lleva a comprobar otros consejos del Informe: vigilar de la financiación de los partidos políticos, establecer códigos éticos exhaustivos, verificar los datos patrimoniales que se publican, mejorar la contratación pública… Y, sinceramente, no puedo sino pasmarme ante estas recomendaciones. ¿Es que hasta ahora no hemos denunciado muchas personas desde los medios de comunicación acerca de estas puertas abiertas a la corrupción política? Sí, y muchos de nosotros hemos sido acusados de exagerados, radicales, cenizos y conspiranoicos. Lo que sea con tal de no tener que tomar medida.

El efecto vampiro y la gangrena

Y no me queda claro si es peor lo que nos muestra el espejo o el hecho de que no lo vemos. Como si nuestros defectos, bajo un sorprendente ‘efecto vampiro’, fueran invisibles a nuestros ojos cuando miramos en el espejo. La corrupción sirve para hacer campaña electoral y tirar a la cara del otro partido el caso de turno que esté en los tribunales.

Por desgracia, los movimientos ciudadanos que supuestamente trataban de denunciar esta corrupción política han sido fagocitados por los propios partidos, especialmente de izquierdas. Y, por otro lado, la corrupción ha sido enarbolada como bandera por pequeños partidos de nuevo cuño que tratan de aprovechar los votos una población hastiada y preocupada por la corrupción política. No se sabe qué pasaría si tuvieran más poder, pero lamento expresar mi más absoluta desconfianza en este sentido, sin excepciones,

Lo que se nos olvida es que este mal es tan nocivo como la gangrena. Puedes no mirar, y es probable que, cuanto peor esté el miembro afectado, llegue un momento que ni te duela. Pero avanza y te pudre la carne hasta que la única solución es cortar por lo sano.

Cada vez que oigo palabras huecas como "regeneración" o "transparencia" proclamadas por nuestros candidatos, recuerdo la famosa frase de la película Blade Runner, y me doy cuenta de que la credibilidad de estos políticos que las pronuncian se diluye… como lágrimas en la lluvia. Pero a la velocidad de la gangrena aguda.

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