El objetivo más ambicioso es conocer cómo se creó el universo, porque a los científicos no acaba de convencerles el relato de aquel pastor evangelista que incluso llegó a descubrir la fecha en que Yavhé creó el mundo, el cuatro de octubre del cuatro mil doce antes de Cristo (obviamente), aunque no determinara exactamente si fue por la mañana o por la tarde. Quizás tras los experimentos de alta energía llevados a cabo en el LHC los científicos puedan extrapolar los datos y confirmar si fue precisamente en esa fecha o un poco antes, digamos unos doce mil millones de años atrás.
Las primeras pruebas llevadas a cabo están siendo un rotundo éxito, algo que ha puesto de los nervios a los hippychorras del milenarismo New Age, que hasta han denunciado en los tribunales a las instituciones implicadas bajo la acusación de estar poniendo en peligro La Tierra. El verdadero peligro para la vida en la tierra, por el contrario, son precisamente los ecologistas ultraortodoxos y protestones de la Iglesia de la Calentología, cuyas recetas para evitar "la fin del mundo" son el camino más directo para volver a la caverna, dejando a varios miles de millones de seres humanos en el camino.
La recreación a pequeña escala del Big-Bang que está llevando a cabo el CERN en ese laboratorio subterráneo tiene, en efecto, revolucionados a los milenaristas actuales, gente ociosa que afirma que el mundo se va acabar en el solsticio de invierno del 2012, que una raza de reptiles extraterrestres está a punto de volver a la Tierra para dotarnos de una nueva conciencia cósmica, que Bush planeó y ejecutó los atentados de las Torres Gemelas y varios cientos de chorradas similares con que las publicaciones esotéricas y New Age alimentan la psicosis de sus lectores. ¡Si los hay que hasta creen que Rajoy puede ganar unas elecciones! Con eso está dicho todo.