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El neoprogresismo salvaje destruye el planeta

Publicado en Libertad Digital

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Sus profetas extienden la falsa creencia de que la única forma de evitar el cataclismo que se avecina es limitar el crecimiento económico, pero se trata únicamente de una estrategia hábilmente diseñada para que los líderes de esta nueva religión puedan esquilmar los recursos terráqueos con mayor impunidad. Nosotros volvemos a las cavernas y ellos arrasan el planeta con la conciencia tranquila.

El vicepresidente de la era Bill Clinton, reconvertido en el Ananías del cambio climático con su documental de chorra-ficción, consume en su casa, por ejemplo, doscientos veinte mil KW-hora, frente a los diez mil que gastan las familias norteamericanas de media . Lo más curioso es que las familias modestas, que ahorran energía para no acabar con las especies en peligro de extinción, tienen que soportar los sermones que Gore I El Derrochador les coloca periódicamente para crearles mala conciencia.

Cuando la compañía eléctrica de Tenessee, proveedora de energía para la casa de Al Gore, desveló los datos de facturación, nuestro protagonista se defendió argumentando que en su casa utiliza bombillas fluorescentes compactas. A juzgar por su consumo de electricidad deben ser bombillas elefantiásicas, del tamaño de la cabeza de Ted Kennedy, porque de lo contrario no se explica que una casa normal utilice semejante volumen de energía.

George W. Bush, en cambio, ha hecho instalar en su rancho de Crawford un sistema de bombas de calor que utilizan la energía geotérmica, así como un depósito para recoger y depurar el agua de lluvia y al mismo tiempo reciclar el agua procedente del uso doméstico con destino al riego de la finca. ¿Quién es entonces el asesino de bebés foca?

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