Skip to content

El no va más del progresismo: Nicolás Maduro, demócrata y economista

Publicado en La Razón

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Lo que es real es la miseria que las políticas bolivarianas anticapitalistas de Maduro han impuesto a los trabajadores venezolanos.

Tras ver el desastre interminable del anticapitalismo populista en Venezuela, agravado esta semana por una nueva devaluación y más medidas antiliberales, recordé un increíble artículo publicado hace unos meses por Nicolás Maduro en El País , donde sostiene que su democracia “latinoamericana, africana e indígena” es única porque es para el pueblo, no para las elites, es genuina, y es feminista. Una monstruosa mentira, porque la casta bolivariana ha acumulado millones, mientras encerraba a presos políticos, y la mortalidad de las madres en Venezuela aumentaba un 65 %, como denunció Moisés Naím. Políticamente, el régimen bolivariano es un apestado internacional, y su democracia “latinoamericana” ha sido denunciada como fraudulenta por una quincena de gobiernos democráticos de América Latina.

Con este paupérrimo palmarés político, el déspota emprende el más difícil todavía: reivindicarse económicamente. Con un lenguaje impecablemente inclusivo, que haría las delicias de nuestros progresistas —“todos y todas las venezolanas y venezolanos”— sigue el guion de la izquierda más sensiblera, demagoga y populista: “Una economía que es pura especulación, y no considera como prioridad la prosperidad y la soberanía del pueblo, es hambre para hoy y mañana pan para el imperio. La economía es el corazón de nuestro proyecto revolucionario. Pero en mi corazón está primero la gente. La economía o es para el pueblo o es abuso”.

Y con todo descaro asegura que “hemos promovido una política de pleno empleo… para garantizar a nuestros jóvenes el acceso al trabajo y a su porvenir”. La única crítica es, naturalmente, al “bloqueo comercial inhumano al que nos han sometido los Gobiernos de Estados Unidos y de Europa, que tanto daño han hecho a nuestro pueblo”. Como si la tiranía bolivariana no hubiese hecho nada. Hasta reclama el aplauso por “la invención de la primera criptomoneda respaldada en riquezas del mundo, el petro, cuyos beneficios ya se están invirtiendo, inmediatamente, en la gente, como siempre lo hemos hecho”. En un sentido sí es una invención: un engaño, una ficción.

Lo que es real es la miseria que las políticas bolivarianas anticapitalistas de Maduro han impuesto a los trabajadores venezolanos, que padecen una devastadora hiperinflación, junto a los “logros” económicos habituales del comunismo: miseria, desabastecimiento de comida y medicinas, cortes de agua y de luz, etc.

El artículo de Maduro lleva por título: “Nuestra democracia es proteger”.

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política

El tropiezo del dictador

El aislamiento no es un problema para los dictadores cuando se produce. Puede operarse a través de sanciones internacionales impuestas para frenar su comercio e intercambio, o por medio de su marginación de los grandes eventos de la política internacional y su influencia en ellos. El motivo es que Maduro emana hostilidad allí donde va.