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El nuevo liderazgo

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La política me aburre soberanamente. A veces se crean nuevos partidos con enfoques diferentes a los que estamos acostumbrados, como el Partido Pirata, Escaños en blanco o el Partido por la Libertad Individual. O reaparece algún ex-presidente para dar un par de titulares y tenernos entretenidos durante unos días. Pero en general, resulta todo de lo más aburrido. En realidad, lo que se hace aquí no es política, sino campaña. En España es común un cierto estado de campaña permanente porque hay tantas elecciones que, apenas se celebran unas, ya estamos preparando las siguientes. Tenemos elecciones locales, autonómicas, nacionales y europeas, así que uno siempre tiene la sensación de estar inmerso en algún proceso electoral. Pero últimamente se les está yendo de las manos. Tenemos una oposición que, en vez de hacer oposición (con lo fácil que se lo están poniendo) se dedica a hacer campaña todos los días de la semana. Y tenemos un gobierno que parece ir dando palos de ciego, donde cada ministro actúa por libre, lo que les obliga a estar rectificando constantemente, dando marcha atrás y contradiciéndose unos a otros. Tenemos un Presidente del Gobierno y varios Ministros que mienten más que hablan. Dicen una cosa y hacen exactamente la contraria. ¿Y no es eso lo que suele hacerse en las campañas? ¿Lanzar promesas que saben (y sabemos) que no van a cumplir?

Reflexionaba sobre esta cuestión cuando me topé con un comentario sobre las nuevas formas de liderazgo en uno de los mejores libros que se han escrito jamás. 

El autor menciona seis campos en los que considera que se requiere un nuevo tipo de liderazgo y el primero de ellos es la política. Dice que los políticos son, básicamente, estafadores, que se han dedicado a subir los impuestos y han corrompido la maquinaria de la industria hasta que la gente ya no puede soportar más la carga. 

El segundo es la banca, que ha perdido la confianza de la gente. 

El tercero, la industria; considera que la explotación de los trabajadores es algo que pertenece al pasado y que los líderes industriales deben empezar a pensar en “términos de ecuaciones humanas”. 

El cuarto, la religión (en cualquiera de sus manifestaciones y confesiones); los líderes religiosos deben prestar menos atención al pasado (que está muerto) y al futuro (que aún no ha nacido) y centrarse más en las necesidades temporales de sus fieles. 

El quinto lugar es para la educación, la medicina y el derecho, pero muy especialmente para la educación. Cito textualmente: “en el futuro, el líder en este campo deberá encontrar formas y medios de enseñar a la gente cómo aplicar el conocimiento que recibieron en la escuela. Deberá centrase más en la práctica y menos en la teoría.” 

El sexto lugar es para el periodismo; el autor cree que los medios de comunicación deben dejar de ser meros órganos de propaganda y afirma que la publicación de escándalos y de imágenes obscenas corrompe a la mente humana, por lo que deben evitarse.

Pienso que este análisis, aunque breve, es brillante y de absoluta actualidad. Es muy necesario que nos demos cuenta de dónde han fallado los líderes en cada uno de estos campos (y algunos otros) y que surja el nuevo tipo de liderazgo del que habla el autor. Sería esperanzador leer reflexiones como las suyas y poderles dar difusión para empezar a ver un cambio positivo en el mundo. Pero es patético y da entre miedo y tristeza que resulte tan actual un texto publicado en el año 1937.

*El libro al que hago referencia se titula Think and Grow Rich (“Piense y hágase rico”) y su autor es Napoleon Hill.

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