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El oro y la peseta

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Tomando la relación por el lado del dólar se podría decir que en realidad lo que cae es el billete verde, pero lo cierto es que el oro está ganando posiciones contra todas las monedas importantes, y el euro no es la última de ellas.

Recientemente el Instituto Juan de Mariana ha sacado un informe que se plantea qué hubiese pasado si se hubiera ligado la peseta al metal amarillo, tomándolo como base de nuestra moneda a finales de 1972. El momento es relevante porque fue en febrero de 1973 cuando definitivamente se vino abajo lo que quedaba de Bretton Woods y las monedas del mundo quedaron desligadas del oro.

Los precios, concluye el informe tras echar las cuentas correspondientes, serían 23,5 veces más bajos. Nos cuesta imaginarlo ahora, pero la hipoteca media, de 150.000 euros, costaría apenas 6.400. Sólo eso nos da una idea de hasta qué punto hemos tenido que convivir con la inflación.

Los salarios monetarios, claro está, no habrían crecido tan rápido como lo han hecho. Pero ¿Y los salarios reales? ¿Seríamos ahora más ricos por el simple hecho de que hubiésemos vuelto al patrón oro en nuestro país?

El informe dice que así es, y tiene razones para ello. Dado que los riesgos monetarios serían mínimos, nuestras empresas se endeudarían a tipos más bajos, con lo que hubiesen crecido a mayor ritmo la inversión y la creación de riqueza.

También dice que "la depreciación del resto de divisas mundiales habría permitido a España importar cantidades crecientes de bienes del extranjero mejorando con ello su relación real de intercambio al modo de Suiza o la República Federal de Alemania". Y por último el Estado se vería forzado a mantener sus cuentas equilibradas, pues con el oro no se puede disminuir el valor real de la deuda por medio de la inflación.

No reconocemos el sonido de las monedas de oro; se nos antoja lejano. Pero está volviendo con mucha fuerza y debiéramos, al menos, volver a reflexionar sobre él y tomarlo como aliado contra la inflación.

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