El precio de la nacionalización bancaria es desorbitado, y la factura será sufragada íntegramente por los contribuyentes estadounidenses a través de sus impuestos futuros y una inflación galopante que vendrá generada por el hundimiento del dólar. Es decir, depreciación monetaria.
Primero fue Bear Stearns. La Fed auspició entonces la compra del banco de inversión por parte de JPMorgan aportando como garantía 30.000 millones de dólares para hacer frente a la exposición a la deuda estructurada de baja calidad que mantenía dicha entidad. Poco después, en julio, el Gobierno de EEUU asumió el control de IndyMac, en lo que fue calificado como el "segundo fracaso bancario más importante de la historia", según los reguladores de la Oficina de Supervisión de Entidades de Ahorro y Préstamo (OTS) de EEUU, tras la caída del Continental Illinois Bank en 1984.
En este caso, las autoridades federales asumieron el control de unos activos del todo ilíquidos por valor de 32.000 millones de dólares. Sin embargo, lo peor estaba por llegar. La reciente quiebra de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac supondrá un coste inasumible para las cuentas públicas norteamericanas. Según los cálculos del Gobierno, el auxilio a ambas entidades supondrá unos 25.000 millones de dólares a los contribuyentes.
No se dejen engañar. En realidad, el desembolso se aproximará al billón de dólares a corto plazo. Además, las principales compañías hipotecarias de EEUU acumulan una deuda superior a los 5 billones. Como resultado. El déficit público estadounidense (próximo a los 400.000 millones de dólares en 2008) corre el riesgo de triplicarse en los próximos ejercicios, al tiempo que dicho rescate multiplicará por dos el monto total de la deuda pública que ha generado el Gobierno de EEUU.
El penúltimo capítulo de la crisis de solvencia financiera lo acabamos de presenciar tras la caída de la aseguradora más importante del mundo, AIG. La factura, en este caso, asciende a 85.000 millones de dólares. Hagan ustedes mismos las cuentas. ¿Rescatará la Fed a los cientos de bancos que se verán abocados a la quiebra en EEUU? La respuesta es no. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, anunció recientemente que las autoridades no podrían salvar a todas las víctimas bancarias que se cobrará el tsunami financiero que está en marcha.
La razón estriba en que un auxilio de tal magnitud desembocaría en una crisis sistémica de gran magnitud. Es decir, la quiebra del actual sistema monetario internacional tal y como lo conocemos hoy en día. La negativa del Gobierno a salvar de la quema a Lehman Brothers constituye la prueba.
Sin embargo, el mal ya está hecho. El hundimiento del dólar es inevitable y, como consecuencia, la viabilidad del sistema basado en la impresión de papel moneda (dinero fiduciario), sin el respaldo de un valor real como el patrón oro, está en riesgo. No será hoy ni mañana, pero será. La depreciación del billete verde, que sirve de referencia para el resto de monedas, está en marcha y la calidad de la deuda estadounidense en entredicho.
La estrategia de socializar las pérdidas bancarias no es ninguna solución, sino uno de los principales problemas a los que se enfrenta el actual mercado financiero mundial. Sí hay alternativa a la nacionalización. Tal y como exponeAlex Barron, del Agency Trading Group, "lo que ha hecho el Gobierno es un mayor acercamiento hacia el socialismo ya que ha impedido que funcione el libre mercado. Lo que necesitamos no es conservar, sino restructurar. Esto significa permitir que los inversores que asumieron el riesgo de invertir en Fannie y Freddie a cambio de una remuneración absorban las pérdidas y no los contribuyentes". Es decir, que los acreedores se conviertan en accionistas de las entidades en quiebra.
Privatizar y que el libre mercado actúe. La nacionalización es una medida socialista y, como tal, está condenada al más absoluto fracaso. Y, por cierto, la actual crisis financiera en ningún caso ha sido provocada por las políticas liberales, tal y como pretenden hacer creer los amigos del intervencionismo público. El principal culpable son los bancos centrales, instituciones socialistas por antonomasia, gracias a su intervención arbitraria en los tipos de interés. De hecho, el sector financiero y bancario es, precisamente, uno de los mercados más regulados e intervenidos del mundo, a través de innumerables leyes y normativas gubernamentales, así que, por favor, no me cuenten milongas.