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El problema es el socialismo financiero

Publicado en Libertad Digital

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Para empezar, la materia prima con la que se trabaja, el dinero, es un monopolio del primo hermano del Estado, los bancos centrales. Dicho monopolio está protegido por las leyes del Estado y el tan dañino "curso legal" que lo protege de la competencia. El que existan varias monedas en competencia dentro de un mismo territorio nos puede sonar extraño hoy día, pero ha sido lo habitual en la historia. Esta circunstancia, en parte, ha permitido en el pasado combatir uno de los grandes cánceres económicos de nuestro tiempo, la inflación.

Tal vez, otro de los motivos que relacionan las finanzas con el capitalismo salvaje (adjetivo este último que siempre está en boca del socialista) sea que los principales actores que participan en los mercados bursátiles, monetarios, de divisas, etc. son banqueros y gente de Wall Street. Ya saben, van con camisa y corbata, sinónimo inequívoco de ferocidad capitalista para todo buen socialista. Pero si analizamos la situación más allá de la estética, nos tendría que llamar la atención la fuerte alianza que existe entre estos hombres de negocios y el Gobierno. Se ha convertido en la norma habitual que cuando una entidad financiera pasa por malos momentos, el Gobierno y los bancos centrales acudan corriendo a darles nuestro dinero. Como se suele decir, la banca individualiza los beneficios y socializa las pérdidas. No hay nada más antiliberal que este tipo de "rescates", que no son más que nacionalizaciones encubiertas en muchos casos.

La "socialización del riesgo" que han conseguido estos hombres de negocios lleva aparejado otro principio antiliberal y muy relacionado con el socialismo: la pérdida de responsabilidad. Cuando uno no aprende de sus errores porque otro le saca las castañas del fuego continuamente, tiende a comportarse negligentemente. Es lo que se llama "riesgo moral". Si el Gobierno y amigos se dedican a tapar con nuestros impuestos las pérdidas de los bancos negligentes, constructores irresponsables o empresas que ya no sirven al mercado, ¿por qué dedicarse a otro negocio con un riesgo real donde no existe la posibilidad de beneficiarse de las pérdidas?

Pero, en última instancia, ¿qué ha creado esta crisis financiera? Se habla de las subprime, de crisis de liquidez o de confianza. El detonante de la situación actual lo podemos encontrar gracias a la teoría de los ciclos de la escuela austriaca. La teoría nos dice que si permitimos a cualquier entidad crear dinero, ya sea en forma de papelitos o de depósitos sin un activo real que los respalde, terminaremos con la ilusión de estar disfrutando de un crecimiento sustentado por la inflación y no por producción real. Han sido los gobiernos y bancos centrales, que nunca han sido sospechosos de impulsar el libre mercado, los principales artífices de esta situación. El por qué lo hacen es evidente; los bajos tipos de interés y las perspectivas de una elevado crecimiento económico son la mejor manera de comprar votos. El gran problema, como decía Hayek, es que al final la violación a las leyes económicas siempre se acaba volviendo en contra de uno. Cuando eso ocurre, los ajustes son brutales y ningún Gobierno puede pararlas.

El problema de la actual crisis financiera no son las subprimes ni la falta de liquidez, sino un sistema que premia la irresponsabilidad, el proteccionismo para ricos y que ha derivado en una crisis de solvencia que sólo ha generado desconfianza entre los actores económicos.

Regalar el dinero de nuestros impuestos a los bancos o constructores no va a mitigar el fondo de la cuestión, porque después surgirán más "burbujas" incontroladas, como los créditos empresariales, de consumo, aseguradoras, etc. El fondo del problema es que la columna vertebral de nuestra economía, el dinero, pertenece al Estado en lugar de estar en manos privadas, con libre concurrencia y respaldado con activos reales.

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