El capital es escaso y a todos conviene que se destine a los proyectos empresariales más productivos del abigarrado crisol que forman. A ello ha dedicado su vida el "oráculo de Omaha".
Hace casi un año hizo la mayor aportación filantrópica de la historia. Ha dedicado 44.000 millones de dólares, o el 85 por ciento de su fortuna, a la Fundación Gates. En julio de 2006 comenzó con una primera aportación de 602.500 acciones de su compañía, Berkshire Hathaway, que aumentará año a año a un ritmo del 5 por ciento. De este modo, si el valor de las acciones crece más rápido que ese porcentaje, la aportación será cada vez mayor año a año.
Ahora busca sucesor. En una carta a la compañía ha dejado claro que quiere que sea una persona joven, que tenga la confianza en sí misma como para ir en ocasiones contra la opinión del mercado y con estabilidad emocional.
Pero ello no basta. Debe tener vista para identificar esos reveses del mercado que pueden dar al traste con lo conseguido en una larga carrera de éxitos, así como un buen entendimiento de la naturaleza humana y del funcionamiento de las instituciones; mirar al futuro con ojos de historiador, como decía Mises. Si usted se siente identificado, acaso tenga la oportunidad de gestionar nada menos que 120.000 millones de dólares.
Claro, que debe compartir también su filosofía de inversión. Para él "es mucho mejor comprar una empresa maravillosa a un precio aceptable que una empresa aceptable a un precio maravilloso". O, sobre todo, invertir pensando en el largo plazo.
Esto es, a Buffett le entendemos como parte de la filosofía de la escuela del crecimiento, y no es casual que tuviera a Phillip Fisher como mentor. Pero también sigue la escuela del valor a que asociamos con Benjamin Graham (El inversor inteligente).
¿Tendrá Warren Buffett la misma visión para elegir sucesor que para invertir?