Un joven ha deglutido a Mahoma y ha depositado como excremento un plan.
Un joven ha deglutido a Mahoma y ha depositado como excremento un plan. Consiste en alquilar una furgoneta y lanzarla contra la muchedumbre en las Ramblas de Barcelona. En realidad, el plan formaba parte de una fosa de la que conocemos algunos detalles. Los de un segundo atentado en Cambrils. Los de otro gran atentado que ha saltado por los aires en Alcanar. Todo ello ha de entenderse dentro de las enseñanzas de un auto proclamado profeta, quién sabe si bien digeridas. El Islam, ya en la época del profeta, creció ensangrentado cimitarras. Un proselitismo sangriento, que los muy fieles no pueden descartar categóricamente. Los muy fieles tienen entre sus opciones vitales el camino séptico a la quddusia.
Sería injusto, probablemente, calibrar la santidad en el Islam con la cercanía al crimen. No me corresponde a mí fijar la correlación ni la proporción de huríes. Doctores tiene el Islam. Lo que es indudable es que el crimen contra el infiel forma parte de las opciones de un buen musulmán. Ni siquiera hay que seguir la sanguinaria tradición del profeta. Basta con considerar héroes a los asesinos, que la comunidad les ensalce, que espere a la aparición de un fiel cargado con las palabras de Mahoma y la sintaxis de un AK47.
Es verdad que son pocos los elegidos para la gloria. Pero son muchos los que la celebran; no la mayoría, pero sí muchos. Y lo que es muy difícil de predecir es quién sentirá la llamada de Alá a cargar contra otros. Estamos preocupados por los flujos de terroristas entrenados desde Siria, y con graves motivos. Pero lo que no somos capaces de prever es que se encienda la llama de la Yihad en cualquier vecino que pase por un proceso de renovación espiritual, o que acabe de convencerse, haciendo caso a los periodistas, de que esta sociedad no merece la pena.
Además, cuenta con todos los medios de la sociedad abierta a su alcance. El alquiler de un piso o de un vehículo. Unas cuantas bombonas de butano. La información necesaria para convertir los bienes pensados para vivir en instrumentos mortíferos. ¿No recurrió el socialismo alemán al gas para hacer más productivos sus propios planes sépticos? Lo tienen todo a su alcance. Incluso a sus potenciales víctimas.
El caso de Cataluña. Tres o cuatro décadas buscando algún hecho diferencial. Como son españoles, la diferencia tiene que marcarse con los otros españoles, esa costumbre tan nuestra. El pan tumaca es andaluz, de modo que no acaba de servir. La corrupción vuelve a hermanarles con Andalucía, con lo cual, tampoco. El seny es lo contrario de lo que muestran los dirigentes que se empeñan en votar, de modo que dejémoslo.
¿Qué les queda? El idioma. Pero tienen que imponerlo con medios islámicos. Y no sólo por el recurso a la violencia, en este caso organizada, propia de un Estado. Sino por el filtro de la inmigración. No quieren americanos hispanoablantes, y han preferido acoger arabeparlantes. Y aquí lo tenemos, al hecho diferencial.