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Estancamiento y desplome del empleo

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La economía española es muy cíclica y se ha orientado de manera adecuada al exterior.

“You’re the reason why your kids are ugly”. Loretta Lynn.

Tenemos que hablar de los datos del PIB de España, pero no podemos desligar las estimaciones de futuro de lo que está pasando en Latinoamérica.

Revisemos los pobres datos de crecimiento, porque coinciden con datos mejores de lo esperado en Francia o Italia. El crecimiento del PIB registra el peor dato desde 2014 y la tasa interanual se estanca. Pero cuando miramos el PIB, también debemos revisar su calidad. Ya alertamos de este problema en otras ocasiones, pero un PIB que crece por aumento del gasto público y deuda es muy frágil.

El consumo de las administraciones públicas es el factor que más sube con respecto al tercer trimestre de 2018. Mientras el gasto en consumo final se mantiene en un 1,7% de variación interanual, igual que en el tercer trimestre de 2018, el único factor de crecimiento es el gasto de las administraciones públicas que aumenta un 2,5% comparado con un 1,9% el año pasado. Ambas cifras son superiores a lo que deberían ser, pero es más que preocupante que el factor diferencial de la demanda interna sea el gasto público.

Mucho más preocupante es el empeoramiento en la inversión. El crecimiento de la formación bruta de capital se desploma a casi un tercio de la cifra del tercer trimestre de 2018 (2,3% interanual comparado con 6,1% interanual).

Preocupa adicionalmente que, con unas exportaciones que todavía resisten, la demanda externa presenta una aportación de 0,2 puntos, ocho décimas inferior a la del trimestre pasado. ¿Por qué? Cuando la demanda interna se infla vía gasto público y deuda y la demanda exterior se contrae, el riesgo de estancamiento se multiplica mientras aumentan los desequilibrios.

El debilitamiento de la economía es palpable en la mayoría de las cifras, pero lo que es completamente alucinante es que haya gente que diga que sube la productividad… Cuando la razón principal es porque los datos de empleo empeoran visiblemente. El desplome en el empleo es evidente.

En términos interanuales, el empleo aumenta a un ritmo del 1,8%, tasa siete décimas inferior a la del segundo trimestre y el tercer trimestre de 2018. El número de horas efectivamente trabajadas disminuye un 0,1% respecto al segundo trimestre, dos décimas menos que en el trimestre anterior. En términos interanuales, el número de horas efectivamente trabajadas baja cinco décimas, hasta el 0,8%.

No son todavía desequilibrios tan brutales como los que veíamos en 2009 o 2010, pero España tampoco tiene los mecanismos fiscales ni presupuestarios para atender un proceso de estancamiento que ya es evidente en los datos de empleo y que puede convertirse en una recesión.

Otros países de nuestro entorno pueden enfrentarse a la ralentización gracias a tener tasas de paro a mínimos históricos. No es el caso de España.

¿Por qué nos debe preocupar la cadena de noticias preocupantes que llegan de Latinoamérica? Porque pueden tener una incidencia muy clara en las grandes empresas, que suponen el 43,1% de la recaudación del impuesto de sociedades. La temporada de resultados hasta ahora ya refleja el riesgo de recesión de beneficios tanto en aumento de ventas como en aumento de beneficio consolidado. Esto es especialmente importante teniendo en cuenta las expectativas optimistas de ingresos fiscales. En 2019 se conseguirá una recaudación récord de casi 213.000 millones de euros que es difícil de replicar si las estimaciones de beneficios empresariales caen a un ritmo del 10%-12% sobre lo previsto en enero de 2019.

La situación en Latinoamérica nos debe preocupar como ciudadanos. El comunicado oficial de la Organización de Estados Americanos sobre la desestabilización orquestada y generalizada es claro. Pero también nos debe preocupar como economistas. Un poco más de un tercio de los beneficios de las empresas más grandes de España viene de la región.

No solo son los ataques a la estabilidad de varios países, que tienen impacto en el crecimiento. El gran problema que se presenta es el creciente aumento de países cuyo objetivo es multiplicar la base monetaria en moneda local para financiar gasto político.

De México a Argentina, el riesgo de una crisis en países que niegan sus desequilibrios y pueden lanzarse a destruir el poder adquisitivo de su moneda se dispara a la vez que se acerca una montaña de vencimientos en deuda emitida en dólares que coincide con una caída de reservas y menores ingresos por exportaciones. Puede ser una combinación muy peligrosa.

La economía española es muy cíclica y se ha orientado de manera adecuada al exterior, lo que ha permitido a las empresas sobrevivir muchas tempestades. No podemos ignorar la acumulación de riesgos, y debemos ser serios porque en un entorno lleno de alertas, lo peor que puede hacer nuestro país es aumentar costes fijos, gasto corriente e impuestos.

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