No hay forma de equipararnos tributariamente con Europa sin que la inmensa mayoría de españoles soporten una losa impositiva más gravosa que la actual.
El sindicato de técnicos de Hacienda, Gestha, ha entrado en campaña electoral proporcionando munición argumental a PSOE, Unidas Podemos y Más País. Desde la izquierda, llevan años repitiéndonos que los ingresos públicos de España son muy inferiores a los del resto de Europa y que, en consecuencia, bastaría con subir algo los impuestos a los más ricos para que nadáramos en la abundancia recaudatoria y los servicios públicos pudieran multiplicarse.
En esta misma línea, Gestha acaba de cifrar nuestra brecha recaudatoria con la eurozona en 75.738 millones de euros: de ellos, el sindicato de técnicos considera que podrían recuperarse 38.000 millones rebajando en 10 puntos el peso de nuestra economía sumergida —hasta dejarla, a su entender, en la media de la eurozona—; a su vez, la otra mitad de esta brecha cabría cerrarla combatiendo la elusión fiscal de las grandes fortunas y de las grandes empresas, la falta de progresividad de las rentas del capital dentro del IRPF o la bonificación autonómica del impuesto sobre patrimonio y sucesiones. Sucede, empero, que el análisis de Gestha es profundamente erróneo.
Primero, no es verdad que la economía sumergida de España sea 10 puntos de PIB superior a la media de la eurozona. El mayor experto mundial en medición de economía sumergida, Friedrich Schneider, tasa su peso para nuestro país en el 17,9% del PIB frente al 13,9% de la eurozona. Es decir, estamos hablando de cuatro puntos de diferencia: muy lejos de la estimación que proporciona Gestha (casi 10 puntos de PIB). ¿Y a qué se debe diferencia tan notable? No a que Gestha utilice otras fuentes (también se basa en Schneider), sino a una trampa muy llamativa por parte del sindicato: calcula el porcentaje actual de la economía sumergida como la media entre 1991 y 2015 (como si el hecho de que en los noventa la economía sumergida fuera en España muy superior a la actualidad determinara su peso real en el presente).
Así las cosas, si tomamos la estimación del peso actual y no del peso pasado, ¿seríamos capaces de recaudar 38.000 millones de euros (unos 3,4 puntos de PIB) suprimiendo nuestro diferencial de economía sumergida con la eurozona (cuatro puntos de PIB)? Evidentemente no. Aun dejando de lado que una parte de la economía sumergida sí paga impuestos (por ejemplo, si una persona contrata informalmente a un fontanero para que le cambie un grifo, los honorarios de este último escaparán al fisco, pero el grifo que el fontanero le haya comprado a un mayorista sí tributará, aun cuando su valor forme parte de la economía sumergida), es inverosímil que cuatro puntos de PIB de actividad no declarada proporcionen una recaudación de 3,4 puntos de PIB: para ello, deberíamos gravar esas operaciones a un tipo impositivo medio del 85%.
Segundo, con las subidas fiscales que propugna Gestha (subir impuesto sobre sociedades, subir el gravamen a las rentas del capital y poner fin a las bonificaciones sobre patrimonio y sucesiones), no conseguiríamos cerrar nuestro diferencial recaudatorio con nuestros vecinos. A la postre, la recaudación adicional que obtiene la eurozona con respecto a España por el impuesto sobre sociedades es del 0,5% del PIB, y la debida a la fiscalidad que recae sobre las rentas del capital, del 0,1% del PIB: es decir, si nuestros ingresos públicos por estas dos rúbricas fueran los mismos que en la eurozona, apenas recaudaríamos unos 7.000 millones de euros más al año.
Pero es que si comparamos los ingresos por gravámenes sobre la propiedad (donde entrarían el impuesto sobre el patrimonio y el de sucesiones y donaciones), en España recaudamos el 3,2% del PIB frente al 2,6% de la eurozona: esto es, para equipararnos a nuestros socios monetarios, tendríamos que disminuir (y no aumentar) la fiscalidad sobre la propiedad en unos 7.000 millones de euros. Así pues, lo comido por lo servido: 7.000 millones de euros más por sociedades y rentas de capital pero 7.000 millones de euros menos por gravámenes sobre la propiedad. No, a diferencia de lo que sostiene Gestha, nuestra brecha recaudatoria no se encuentra ahí. Pero, entonces, ¿a qué se debe?
Por un lado, la eurozona recauda 1,4 puntos más de PIB por impuestos sobre el consumo; por otro, la eurozona recauda 3,4 puntos más de PIB por tributos sobre los ingresos de los trabajadores así como un punto más de PIB (ahí es nada) por gravámenes sobre los ingresos de los parados. En suma, y como ya puso de manifiesto la OCDE, equiparar nuestros impuestos a la media europea (o a la media de la eurozona) supondría que las clases medias españolas (por ejemplo, hogares unifamiliares con ingresos entre 11.400 y 30.400 euros anuales) pasarían a pagar de media unos 5.000 euros más en impuestos cada año. No serían los más ricos quienes soportarían la mayor parte del expolio, sino el conjunto de la ciudadanía.
Así que no: cuando estos días de campaña escuchen a políticos del PSOE, de Unidas Podemos o de Más País blandir el informe de Gestha para justificar su ambicionado incremento de la presión fiscal, tengan muy presente cuál es la realidad: no hay forma de equipararnos tributariamente con Europa sin que la inmensa mayoría de españoles soporten una losa impositiva muchísimo más gravosa que en la actualidad.