Ahora que sabemos del fracaso de Gowex, lo que resulta sorprendente es su éxito. El fiasco consiste en que Jenaro, que a estas alturas no necesita apellido para presentarse con todas las credenciales en el comité nacional de cualquier partido político, falseó las cuentas de la empresa, y apuntó ingresos que sólo existían en sus deseos. Convirtió sus pavorosas pérdidas en jugosos beneficios con los que atraer a nuevos inversores.
Es un caso apasionante que muestra porqué el mercado funciona, y porqué la intervención pública no. El negocio: proveer de un servicio gratuito de WiFi. ¿Cuáles eran los ingresos de la compañía? Consistía en firmar contratos con ayuntamientos, y recibir subvenciones comunitarias. En una segunda fase, generaría ingresos vía publicidad. Es decir, Gowex basa su negocio en el dinero público, bien por contratos, bien por subvenciones. No es necesario. Fon, creada por el empresario hispanoargentino Martín Varsavsky, ha puesto en marcha una red a partir del exceso de banda de los router caseros, y la ofrece a los potenciales clientes. Parte de una iniciativa privada, se basa en la aportación voluntaria y remunerada de los ciudadanos, y ofrece los servicios al mercado.
Hay varios actores del mercado que tenían que haber contribuido al control de la compañía, y que han fallado. El primero, los accionistas. También M&A Auditores, encargada de auditar las cuentas de la empresa. Ernst & Young, una de las consultoras que son pareja de baile obligada por el mercado organizado de acciones, MAB. El propio Mercado Alternativo Bursátil. Y los bancos, que prestaron 30 millones de euros. Todos tienen algo en común. Salen, cada uno de ellos, perdiendo, si fallan en el control de la empresa, como ha sido el caso.
Luego está la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Es un organismo público, que controla los agentes del mercado para proteger a los inversores de fraudes como Gowex. La CNMV ha fallado aquí, como lo hizo antes con Pescanova, y antes con Bankia, y antes… A la CNMV ni le va ni le viene su propio fracaso. Es más, en cuanto se pone de manifiesto su incompetencia, aprovecha la ocasión para señalar que lo que se necesita es más control; es decir, más CNMV. Nada que no hagan el resto de los organismos públicos: aprovechar sus fracasos para crecer aún más.
¿Quién ha acabado con este engaño? Una empresa, Gotham, cuyo negocio consiste en contar la verdad. El mecanismo es el siguiente: Vende acciones de una empresa en una fecha futura, a un precio acordado. Luego presenta un informe que da cuenta de la situación real de la compañía, lo que hunde la cotización de la misma. Cuando llega el plazo, compra las acciones al nuevo precio, y las vende por lo que pactó con el comprador. Es un movimiento especulativo que favorece que se imponga la realidad del mercado, y se paralicen las estafas a los inversores. Lo que la CNMV ni sabe ni quiere hacer, lo hace una empresa especulando, y con el beneficio como objetivo.
Jenaro se ha equivocado de profesión; tenía que haberse dedicado a la política, donde su capacidad de arruinar a los demás haciendo grandiosas promesas se premia. Mariano Rajoy lo ha condecorado como “empresario modelo”. Gowex, young man, era el llamado de los políticos, que se hacían fotos con Jenaro. ¡Qué gran acto de justicia! Jenaro es el gran modelo del empresario español, más atento al BOE y a las conexiones políticas que a las necesidades de la gente.