Sánchez, que es doctor en Ciencias Económicas, nada menos, ignora la lógica económica de la intermediación.
El dimisionario secretario general de los socialistas, Warren Sánchez, afirmó antes de las elecciones del 26 de junio: «El cambio no tiene intermediarios»; por lo que «sólo el PSOE» podría evitar un nuevo Gobierno del PP de Mariano Rajoy.
Como es habitual en él, y en el resto de los políticos, dijo tonterías, como que iba resolver el paro con más gasto público, como si el dinero de dicho gasto cayera del cielo cual maná, y dijo falsedades, como que la Seguridad Social se puede financiar simplemente cobrándoles más a los ricos: lo llamó «recargo de solidaridad», siempre esa bonita palabra que encubre la fea realidad de una mayor coacción sobre la gran masa de la población.
Pero hoy me concentraré sólo en uno de sus dislates, que soltó a propósito de los intermediarios. Su idea era criticar a Podemos, y me parece bien, pero la imagen que utilizó es engañosa: aseguró que los intermediarios hacen «subir mucho el precio de las cosas».
Sánchez, que es doctor en Ciencias Económicas, nada menos, ignora la lógica económica de la intermediación. En efecto, en condiciones de mercado los intermediarios no suben mucho los precios. Si lo hicieran, estarían incentivando a los agentes económicos para que se los salten. La mera existencia de intermediarios en cualquier cadena de mercado significa que brindan un servicio que es más barato que lo que representaría la unión directa de los eslabones anterior y posterior al mismo.
Hay un caso, y sólo un caso, en el que la intermediación sube mucho el precio de las cosas, y es cuando se trata de un fenómeno impuesto y forzado. Es decir, cuando interviene el Estado. Allí sí que podemos decir que, al intermediar a la fuerza entre los ciudadanos, a los que arrebata el dinero, y los servicios que les presta encarece los mismos por encima de lo que pagarían los ciudadanos si pudieran comprar su educación, su sanidad o sus pensiones directamente con su propio dinero. Pero de este encarecimiento nunca dice Warren Sánchez, y nunca dicen los demás enemigos de la libertad, ni media palabra.