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Justicia fiscal, expolio social

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«For a nation to tax itself into prosperity is like a man standing in a bucket and trying to lift himself up by the handle». Winston Churchill.

Es sorprendente que el presidente del Gobierno, en una entrevista, nos diga que tenemos que consumir más mientras anuncia una brutal subida de impuestos en medio de una crisis. Denota la falta de respeto al contribuyente y a las empresas que están luchando por mantenerse a flote en una recesión sin parangón. En realidad, no sorprende. Parte de la misma visión extractiva de la economía de siempre. Usted gana demasiado y ellos gastan poco.

Para justificar su hachazo fiscal ya están utilizando varias mentiras.

La primera, que recaudamos muy poco, la desmontamos la semana pasada. Otra es el «peligroso aumento del ahorro». Es alucinante, lanzan la economía al abismo, amenazan con subidas de impuestos constantes, las familias intentan ahorrar un poco y les culpan de que no consumen lo que quiere el Gobierno. La tercera mentira es que la subida de impuestos va a sufragar el Estado de bienestar.

Ni las estimaciones más optimistas cubren el aumento de déficit de 2019… Imaginen el de 2020 y 2021. Se han perdido 42.000 millones de ingresos fiscales en esta crisis, ni con estimaciones optimistas de crecimiento y de ingresos se van a cubrir hasta 2023… Y recordemos que en 2019 ya teníamos un déficit superior al estimado y presupuestado.  

Si subir impuestos, como ha hecho en 2018 y 2019 con los impuestos al trabajo, es positivo ¿por qué se ha destruido más empleo, empresas e ingresos fiscales que en ningún país de nuestro entorno? La cuarta mentira es la de «pagar impuestos como un ciudadano nórdico, orgulloso».

Lo dice una persona que vive de los impuestos de los demás, orgulloso. La principal diferencia en materia tributaria con los países nórdicos es que tienen un IVA e impuestos indirectos, los que pagamos todos, mucho más altos. Otra gran mentira es que nos van a regar de dinero con centenares de miles de millones sin condiciones. Si fuera cierto, no subiría los impuestos, sería innecesario. Si fuera cierto que la ayuda de la UE y la monetización del déficit son la panacea de dinero gratis que va a evitar los recortes, no solo no subiría impuestos, debería bajarlos.

Es más, si fuera cierto que la recuperación de la economía va a ser en “V” y que los ‘brotes verdes’ nos rodean, tampoco tendría que subir los impuestos, solo aprovechar el espacio fiscal que nos concede la Unión Europea para facilitar y acelerar esa recuperación. Pero Sánchez sabe que la recuperación va a ser lenta y difícil y que va a tener que llevar a cabo enormes ajustes.

Lo que quiere es que esos ajustes recaigan en el 100% en el sector privado y los contribuyentes, mientras mantiene la administración más cara y con más ministerios de la historia. Dice que no va a hacer recortes, pero anuncia enormes recortes en el poder adquisitivo de todos los contribuyentes.

Por eso se inventa la falacia de la ‘justicia fiscal’. España ya tiene una fiscalidad progresiva. Un contribuyente que gana 150.000 euros brutos al año sufre una cuña fiscal ya es del 48,25% en las comunidades autónomas del régimen común, y que llega hasta el 53,11% en Navarra. El concepto de “renta alta” es en realidad casi inexistente en España, ya que hablamos de unas 90.000 personas, y solo 7.000 pueden considerarse “ricos” de verdad. Las rentas de 150.000 euros abonan unos 84.000 al año en impuestos, antes de entrar en impuestos indirectos, al ahorro, a la vivienda, etc.

La fiscalidad de las empresas también es progresiva si no se usan subterfugios para ignorar la batería de impuestos que pagan. «A la empresa pequeña le corresponde una factura fiscal anual del 49,67% sobre su resultado bruto de explotación. En el caso de una mediana, el tipo efectivo se eleva hasta el 51%; y en el de una grande, hasta el 61,57%. Es decir, más de la mitad de sus beneficios brutos tienen que dedicarse a pagar impuestos a las diferentes Administraciones: central, autonómica y municipal», como explica Javier Santacruz en su estudio de la fiscalidad de las empresas.

Sánchez sabe que un incremento del 10% en el tipo efectivo medio sobre las rentas de más de 150.000 euros hundiría la recaudación entre 500 millones y 2.500 millones de euros. En el más optimista de los casos, efecto casi nulo. Existen diversos estudios que lo demuestran.

No solo sabe eso, sino que sabe que las «grandes corporaciones» no van a sufragar las decenas de miles de millones de euros de déficit en los que vamos a caer por no ajustar gastos, como ha hecho todo el mundo en Europa para tener espacio para el nuevo gasto sanitario y por desempleo.

El impuesto de Sociedades recauda unos 23.000 millones de euros. Ya en 2019 la recaudación cayó por menores beneficios empresariales. En 2020 y 2021 se va a dar un mar de pérdidas en la mayoría de las empresas. Sánchez sabe tan bien que esas grandes corporaciones no van a sufragar los miles de millones en nuevos impuestos que él mismo está anunciando ayudas para que se mantengan a flote.

En un país donde se han destruido 140.000 empresas en dos meses, y se están yendo grandes empresas a otros países, decir que las empresas pagan pocos impuestos es, como mínimo, una broma de mal gusto.

Si le preocupase la justicia social, no consideraría aceptable detraer en impuesto de la renta más de la mitad de los ingresos de un trabajador, sea cualificado o no, para luego detraer un tercio de sus ahorros, un cuarto de su vivienda y un quinto de su consumo.

Si le preocupase la justicia social, desde luego sabría que, expoliando a los 90.000 ciudadanos, trabajadores, que ganan más de 120.000 euros y a las empresas más sólidas ni se pagan las pensiones ni se reduce el déficit ni se mejora el patrón de crecimiento.

La realidad es que están preparando el terreno para la mayor subida de impuestos de la historia y el mayor recorte de gasto en décadas porque esas serán condiciones para recibir apoyo.

Tenemos la evidencia de que las subidas de impuestos cuando la fiscalidad no es competitiva (como explico en este artículo), y en periodo de crisis, ralentizan la recuperación y reducen el potencial de crecimiento de empleo. Las subidas de impuestos en la crisis anterior retrasaron la recuperación y ralentizaron la mejora del empleo.

No es ninguna casualidad que todos los países de la Unión Europea hayan bajado o exonerado impuestos para atender a esta crisis. La medida más exitosa de las economías líderes de la Unión Europea para combatir la crisis ha sido la exoneración de impuestos al trabajo, ayudas fiscales a empresas y a autónomos que han impedido que se dispare aún más el paro.

Subir los impuestos al consumo, la inversión y el empleo en medio de una crisis donde el paro es tan alto y el déficit se dispara por destrucción de actividad es simplemente una locura. Pone escollos a la recuperación y su efecto recaudatorio será imperceptible, como siempre.

Señor presidente: el sector público vive del sector privado. Ahogando a las empresas y familias bajo la mentira de que todo el mundo tiene margen menos ustedes no se defiende el Estado de bienestar, se le ataca.

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