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La crisis no existe para los «zejateros»

Publicado en Libertad Digital

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Sólo un ejemplo, por lo demás reciente. En el transcurso de un acto social, el director Antonio del Real invitó a Zapatero y señora al estreno de su última película. El presidente le aseguró que allí estaría si su agenda se lo permitía. Acto seguido, según cuenta el damnificado, dos grandes actrices se acercaron a la pareja presidencial para hacerle saber que se trataba de alguien que no había apoyado las algaradas callejeras de los actores contra Aznar a cuenta de la segunda parte de la Guerra del Golfo. Cuando están en juego las habichuelas, hay que ser un héroe para discrepar de la secta. Y en un negocio estatal, como lo es el cine español en tanto sobrevive gracias a las subvenciones, con más razón aún.

En los "presupuestos más austeros de las últimas décadas", según Solbes, los artistas de la ceja no van a experimentar ninguna reducción en los fondos que anualmente les facilita el Gobierno, todo gobierno, para que asombren al orbe civilizado con sus producciones cinematográficas. Antes al contrario, el cine va a ser una de las pocas industrias que va a aumentar el caudal de dinero proveniente del estado, es decir, de su bolsillo y el mío. Durante la última campaña electoral se hartaron de insultar a la gente de derechas. Ahora ZP les agradece el detalle con el dinero de todos, incluidos los que fuimos el blanco de sus invectivas.

Ochenta y ocho millones de euros es lo que el Ministerio de Cultura va a entregar a los promotores de la campaña de la ceja, para "dar respuesta a la demanda del público que ama una cinematografía que le es propia y en la que se ve reflejado", según el señor ministro. El amor de los españoles por esta cinematografía es últimamente bastante relativo, si uno echa una mirada las cifras de audiencia. En 2007, el cine español perdió casi seis millones de espectadores según cifras del propio ministerio, o sea, que más que amarlo parece que a los españoles nos cae cada vez más gordo. En cuanto a verse reflejado en lo que aparece en la pantalla, el ministro debe referirse a algún sector marginal del progresismo. Desde luego, los creyentes no pueden identificarse con películas como "Los girasoles ciegos", furibundo ataque a la religión católica (que como no podía ser de otra manera, nos representará en la próxima gala de los Oscar) cuya trama se desarrolla en el contexto de la guerra civil, un tema prácticamente inédito en nuestra filmografía progresista, como es bien conocido. Su director, José Luis Cuerda, tuvo que padecer algún trauma de niño por culpa de los curas. Quizás le daban palmetazos en el trasero cuando lo sorprendían atiborrándose de comida en mitad de la clase. Y es que hay afrentas que no se perdonan jamás.

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