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La eñe

Publicado en Libertad Digital

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Claro que acudirá su padre, también llamado William Gates, así que no sería de extrañar que no se diera cuenta de la diferencia y lo pidiera igualmente. Lo que sí es raro es que no lo haya reclamado a la UNESCO, quizá porque aún no tiene la potestad de legislar "para todos los planetas", tal y como reclamaba la ínclita tiempo ha. En fin, una frase más para el repertorio.

El sistema de nombres y dominios en Internet fue creado, como buena parte del resto de sistemas necesarios para que funcione la red, en Estados Unidos. Así que incluyeron el juego de caracteres básicos de los ordenadores, que no incluye la eñe, los caracteres acentuados o la cedilla, porque para ellos era más que suficiente. Para intentar solventar este problema, se propusieron varios sistemas, siendo ganador el llamado IDNA, que no exige cambios al descentralizado sistema de nombres en Internet, sino que propone un esquema para traducir un nombre con caracteres raros, es decir, no anglosajones, a otro sin esos caracteres. Así, por ejemplo, ñandú.cl se convertiría en xn--and-6ma2c.cl.

Los problemas de esta solución son básicamente dos. El primero, que cada entidad responsable de registro de dominios debe adoptarlo. Japón fue la primera en aceptar el registro de dominios con caracteres raros; España aún no lo ha hecho. El segundo, y quizá más importante, es que son las aplicaciones y no los servidores de nombre los responsables de hacer esa traducción. Eso significa que Safari, Firefox y Opera lo pueden hacer, pero no Internet Explorer, que incorporará esa capacidad en su versión 7.0. Tampoco hay muchos programas de correo que lo hagan. En definitiva, no se puede garantizar que todas las aplicaciones de Internet vayan a ser capaces de lidiar con los nombres con eñe, de modo que es difícil que se popularicen. Eso sí, la señora ministra podría dejar en paz a Bill Gates, cuya responsabilidad en esto es más bien escasa, y hablar con el señor Clos para pedirle que al menos los dominios .es puedan emplear esa letra.

Lo cierto es que CCCP ejemplifica el punto al que hemos llegado con los gobiernos hipertrofiados que padecemos. Los gobernantes han de aparecer como sabios bajados de la montaña que de todo saben, porque de todo han de legislar y regular. La ministra es evidente que no sabe nada sobre informática e Internet, pero ha sido la lacaya de la SGAE más entusiasta a la hora de hacer una ley de propiedad intelectual que afecta, y mucho, a Internet. La sociedad no puede funcionar correctamente cuando tiene por encima a personajes cuya obligación parece ser corregirnos y hacernos volver al redil, pese a que su conocimiento sobre cualquier asunto es siempre y necesariamente mucho más escaso que el que posee la misma sociedad de forma dispersa entre todos sus miembros. El único conocimiento en que pueden superarnos es en el necesario para conseguir votos. Pero ese no es útil ni justifica su existencia.

CCCP es la demostración viva de que los gobiernos deberían apartar sus sucias manos de Internet. Y de todo lo demás, si puede ser, también.

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