El secreto en que había mantenido hasta entonces el desarrollo de su nuevo sistema operativo impedía saber hasta qué punto era una buena decisión extender la vida útil de XP hasta que el nuevo sistema estuviese listo. Ahora que la versión "pre-beta" ha sido filtrada y ha llegado a los más populares servicios de intercambio de archivos, se puede empezar a ofrecer conclusiones.
Windows Vista nació sin estar completamente terminado. Internamente cambió mucho, creando incompatibilidades con muchas aplicaciones y careciendo de controladores para muchos dispositivos. Se podían instalar los de Windows XP, pero reducían mucho el rendimiento, ya de por sí escaso, del sistema operativo. Además, la nueva arquitectura de seguridad se traducía para el usuario en una constante aparición de ventanas en que se les pedía permiso para hacer esta cosa o aquella. El resultado es que, pese al atractivo entorno gráfico, trabajar todo el día con Vista resultaba una tortura que ya quisieran los chinos haber inventado ellos.
Desde entonces, Vista ha mejorado. El Service Pack 1 arreglaba parte del desaguisado, los fabricantes han ido creando controladores nuevos y las aplicaciones han sacado nuevas versiones para ser perfectamente compatibles. Pero la imagen del sistema operativo ya estaba manchada y muchos no quieren ni oír hablar de él. De modo que el sucesor que ha planeado Microsoft no tendrá muchos cambios internos. De hecho, pese a su nombre, en realidad es la versión 6.1 de Windows, del mismo modo que XP fue la 5.1. Sin embargo, aunque fundamentalmente no cambie, se optimizará para que no sea tan lento y pesado y, sobre todo, se remozará de arriba abajo el interfaz de usuario.
Es ahí donde tiene sentido haber nombrado vicepresidente responsable de Windows al creador del interfaz de Office 2007, Steven Sinofsky. La cinta o "ribbon" que tantos quebraderos de cabeza ha provocado en su adaptación, resulta una considerable mejora sobre el viejo interfaz de menús más barras de herramientas. Por tanto, es de esperar que perfeccione lo suficiente el interfaz de Vista como para atraer a quienes hemos decidido pasar de esa versión de Windows. Y por lo que se ha visto en la versión "pre-beta" distribuida a los desarrolladores en octubre, parece que Sinofsky va por el buen camino.
Como cabía esperar, Sinofsky ha empezado añadiendo el "ribbon" en algunas aplicaciones incluidas por defecto, como Paint o Wordpad. Pero el cambio que más va a notarse está en la barra de tareas, que ha permanecido fundamentalmente inalterada desde Windows 95. Al igual que el Dock de Mac OS X, aunque sin el espectacular efecto de aumento de los iconos cuando se posa sobre ellos el ratón, al menos por ahora, convivirán tanto las aplicaciones que se están ejecutando como las que deseamos fijar ahí porque las usamos a menudo.
Pese a ser una versión tan preliminar, arranca más rápido que Vista y parece moverse mejor que el Windows más odiado de la historia. Y el molesto UAC (User Access Control) aparece mucho menos a menudo. En resumen, todo apunta a que Microsoft ha encontrado el camino de congraciarse con sus usuarios. Esperemos que lo recorra completo.